Drama en los pasos de peatones

¿Por qué se han registrado más de 1.000 personas fallecidas por atropellos en los últimos años? La DGT responde

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Varios peatones esperando para cruzar un paso de peatones en Ibiza.

Varios peatones esperando para cruzar un paso de peatones en Ibiza.

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Entre 2014 y 2023, más de 1.000 personas murieron atropelladas en pasos de peatones en España. En total, 1.047 vidas truncadas mientras cruzaban correctamente por zonas habilitadas. No se trata de imprudencias, sino de tragedias que ocurren aun respetando las normas. La cifra, difundida por la Dirección General de Tráfico (DGT), plantea una pregunta urgente: ¿por qué siguen muriendo peatones en lugares donde deberían estar protegidos?

Según el Observatorio Nacional de Seguridad Vial (ONSV), el 87% de estos atropellos fatales suceden en vías urbanas. Y en el 86,9% de los casos, el peatón no comete infracción alguna. Las causas principales apuntan al exceso de velocidad y a las distracciones del conductor. Este tipo de siniestros no solo dejan víctimas mortales, sino también 8.353 heridos graves con secuelas permanentes.

Un dato revelador explica por qué limitar la velocidad urbana es clave: si una persona es atropellada a 50 km/h, tiene un 80% de probabilidad de morir. Pero si el impacto ocurre a 30 km/h, esa probabilidad se reduce al 10%. Conscientes de ello, en 2021 se implementó en España el límite de 30 km/h en calles de un único carril por sentido. El resultado ha sido una reducción del 16% en los fallecimientos por atropello en ciudades.

Casos como el de Anna María, atropellada en un paso de peatones en Martorell, reflejan la tragedia detrás de las cifras. Aunque cruzaba legalmente, fue embestida por un vehículo que circulaba a más de 70 km/h en una zona limitada a 40. Como explicó su hija Montserrat Montal, “el conductor se distrajo, posiblemente con el móvil”. Estos relatos humanizan un problema estructural que aún no encuentra solución definitiva.

Expertos en movilidad urbana como Ana Montalbán advierten que los pasos de peatones están diseñados para interrumpir la trayectoria del peatón, no del vehículo. Las ciudades, dicen, siguen priorizando la velocidad de los coches por encima de la seguridad del caminante. Carriles anchos, rectas largas y señales que no contemplan a los más vulnerables (mayores, niños, personas con movilidad reducida) siguen formando parte del paisaje urbano.

Mientras en Burgos se han invertido más de 3 millones de euros en pasos de peatones inteligentes y semáforos adaptativos sin lograr una reducción clara en los atropellos, Pamplona apostó por medidas físicas: estrechamiento de calzadas, cojines berlineses y visibilidad mejorada. El resultado: una caída del 30% en atropellos en cinco años. La lección parece clara: el urbanismo “duro” y la reducción real de velocidad funcionan mejor que la tecnología sola.

Actualmente en tramitación, la nueva normativa del Reglamento General de Circulación obligará a mantener despejados al menos 6 metros antes de un paso de peatones. El objetivo: garantizar que los vehículos puedan detectar a tiempo a los peatones, especialmente a los más vulnerables. Esta medida, hoy recomendación, será pronto obligatoria en todo el país.

Siete de cada diez fallecidos en pasos de peatones son mayores de 65 años. La ciudad no está diseñada para su ritmo ni para sus necesidades físicas. Pasos demasiado distanciados, semáforos con tiempos ajustados y entornos hostiles hacen que algunos se vean forzados a cruzar indebidamente, no por imprudencia, sino por falta de alternativas adecuadas.

No hay una única solución. La clave está en pacificar el tráfico. Ciudades como Amorebieta o Pinto han eliminado casi por completo los semáforos gracias a su red de calles calmadas. Donde se prioriza al peatón y los vehículos se adaptan al entorno, los semáforos se vuelven innecesarios.

Aunque menos frecuentes, los atropellos en pasos interurbanos son más letales por la mayor velocidad. Distracciones al volante están presentes en el 42% de estos casos. La DGT trabaja con medidas específicas como semáforos con pulsador, refugios centrales y estrechamiento de calzada para reducir la siniestralidad en zonas conflictivas.

Los pasos de peatones deberían ser sinónimo de seguridad. Pero más de 1.000 personas no regresaron a casa tras cruzar uno. La respuesta no está solo en nuevas tecnologías, sino en rediseñar el espacio urbano con una jerarquía clara: primero el peatón. La transformación ya ha comenzado, pero aún queda mucho camino por recorrer para que nadie más pierda la vida por caminar con prioridad.