En la localidad de Sagunto

El violinista asesinado en Valencia no quiso volver a Estados Unidos porque "era muy peligroso vivir allí"

Una pareja aficionada al urbex encontró el cuerpo del artista callejero Djinn Maury tras seguir el rastro de sangre en plena noche

Djinn Maury, el violinista asesinado en un edificio abandonado de Sagunt

Djinn Maury, el violinista asesinado en un edificio abandonado de Sagunt / Daniel Tortajada

Valencia/Sagunto
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Educado, solitario, respetuoso, amable y discreto. Son los cinco adjetivos que mejor definen la personalidad de Djinn Maury, el violinista callejero de Portland (EEUU) asesinado hace al menos dos meses en el edificio abandonado de Sagunto (Valencia) conocido como el 'taller del alemán', asesinato del que ha informado en exclusiva Levante-EMV este jueves. Es así como describen a Djinn, hijo único de una pareja de Seattle afincada en la ciudad más poblada de Oregón desde que su vástago era un crío, las escasas personas con las que se ha relacionado durante los más de cinco años que llevaba viviendo en Sagunto.

"Nos contó que había venido poco antes de la pandemia para ver a unos amigos y que había decidido quedarse", explica una de esas personas. Nadie en Sagunto lo conocía salvo los empleados de un local con wifi pública al que acudía dos veces por semana, sin fallar nunca, para conectarse a internet. "Lo hacía con su ordenador y nunca se relacionaba con nadie. Llegaba antes de abrir y esperaba de pie ante la puerta, respetuosamente y con una sonrisa en la cara. Siempre pedía permiso para entrar, luego se sentaba en una mesa, abría su ordenador y estaba prácticamente toda la mañana. Cuando terminaba, se despedía con mucha educación y se iba".

Enamorado del violín y de Europa

Los vídeos en YouTube de sus actuaciones callejeras, que él mismo colgaba -había publicado en internet cuatro álbumes con sus composiciones-, demuestran que tras unos primeros años tocando en calles y plazas de Portland, optó por irse de su país para recorrer Europa, conjugando sus dos grandes pasiones: viajar y el violín, instrumento que aprendió a tocar de manera autodidacta a partir de los 20 años y que utilizaba con un estilo muy propio.

De lo poco que se sabe sobre él, destaca una entrevista que concedió a una periodista digital en Zagreb (Croacia) en julio de 2019. En ella, contaba lo que la música y el violín suponían para él y su querencia por Europa, especialmente por España, donde ya vivía en aquel momento. Detallaba que sus preferencias, además de España, eran Francia y Grecia. Djinn, que en ese momento tenía 33 años, explicaba que empezó a tocar la guitarra con 14 años, que a los 15 ya lo hacía en las calles y que a los 20 se pasó al violín, "de cuyo sonido se enamoró para siempre".

Paradojas de la vida, al periodista le explicó que prefería Europa a Estados Unidos porque consideraba sus calles más seguras. Identificado con el espíritu y el modo de vida europeos, este hombre, que quiso visitar Zagreb "por consejo de un amigo de España" y decidió aprender croata por internet antes de visitar el país balcánico, reflexionaba en esa entrevista sobre lo poco que le gustaba vivir en EEUU. De hecho, consideraba que "era muy peligroso vivir ahí, cien veces más que hacerlo en el peor sitio de Europa".

¿Con quién se relacionaba?

La Guardia Civil tratará ahora de averiguar con quién hablaba a través de internet y si ahí puede estar la clave para resolver el crimen. Quien lo mató, lo empezó a atacar en la segunda planta de las cuatro de que consta la torre sur del completo arquitectónico, y en cuyo último piso había creado su hogar en la estancia cerrada que ocupa parte de esa atalaya. Es ahí donde fueron encontradas sus gafas, que debió perder durante la lucha a vida o muerte.

El rastro de sangre que dejó el músico habla de que la lucha fue encarnizada en la tercera planta. Las gotas y proyecciones recorren casi toda esa planta en un amplio círculo. Luego, continúa hacia arriba. El mayor desangramiento se produjo en el rellano entre el tercer y el cuarto piso, que Djinn había sellado con una puerta metálica para protegerse de visitantes inoportunos. Cuando se produjo la pelea mortal, se desconoce si esa puerta estaba abierta o cerrada, pero lo cierto es que él, intentando huir de su agresor, debió traspasarla y cerrar con llave por dentro, para buscar refugio en la que había sido su morada durante los últimos seis años.

Su cuerpo fue encontrado caído bocarriba, sobre la alfombra que protegía del suelo el colchón que le servía de cama -y no en la escalera-, dentro del cuarto que había convertido en vivienda y en el que el cúmulo de objetos recogidos en la calle y los apaños de albañilería para aislarlo del frío, del calor, de la lluvia y del viento denotan el tiempo que llevaba viviendo en él.

Una pareja de exploradores urbanos

Djinn Maury, que tenía 39 años, murió solo y desangrado en ese habitáculo. Y ahí ha permanecido su cadáver hasta el pasado 1 de abril, cuando una pareja aficionada al urbex, la devoción por visitar, fotografías y explorar espacios urbanos abandonados o en ruina, acudió al lugar, ya de noche, para tomar fotografías y recorrer sus recovecos. Cuando estaban en la planta baja de la torre sur, guiados por el olor, decidieron subir las escaleras. Fue entonces cuando, al llegar al segundo piso, vieron los primeros restos de sangre en la escalera y decidieron seguir el rastro haciendo uso de una linterna.

Los goterones les llevaron a la segunda planta y, siguiéndolos, a la tercera, donde vieron unas gafas caídas y rotas, y muchos depósitos hemorrágicos, así que continuaron ascendiendo. En esos dos últimos tramos, entre el tercero y el cuarto, se toparon con un gran charco, pisadas en sangre en el rellano y más goterones que seguían hacia arriba. No solo no les frenó, sino que supuso un acicate para descubrir qué había pasado, ya que en ese momento ya tenían la certeza de que era más que probable que se encontrasen con una persona fallecida.

El hallazgo más allá de la puerta

La pareja se encontró con una puerta que les impedía seguir, ya que estaba cerrada con llave, y entonces optaron por forzar la hoja por la parte inferior con la ayuda de una pata de cabra que llevaban en su furgoneta. A gatas, entraron en la terraza y después accedieron al cuarto, donde encontraron el cuerpo de Djinn, casi momificado por completo -es el estado de putrefacción más habitual cuando el proceso ocurre con el cuerpo expuesto a los efectos de la climatología-. Solo entonces llamaron al teléfono de emergencias 112 pidiendo ayuda. Eran las 20.45 horas de ese martes, 1 de abril.

A partir de ese momento, acudieron al lugar agentes de la Guardia Civil, que ha asumido una investigación que se presume compleja por el tiempo transcurrido y lo poco que se relacionaba la víctima con otras personas, y de la Policía Local de Sagunto, que fueron los primeros en llegar y en entrar por el mismo hueco de la escalera metálica, que Djinn había llenado de pegatinas de advertencia para ahuyentar a posibles enemigos. Finalmente, tuvieron que ser los bomberos quienes arrancasen esa puerta para facilitar el paso al resto de los intervinientes: los investigadores de la Policía Judicial, el juez de Instrucción 5 de Sagunt, en funciones de guardia, el forense de guardia y los operarios del retén fúnebre que se llevaron el cuerpo del músico callejero al Instituto de Medicina Legal (IML) de València, en cuyas cámaras permanece hasta que sea identificado oficialmente a través del ADN.