Galicia

Desapariciones rodeadas de misterio

Esther, de 70 años, desapareció hace 19 días: la Policía desplegó a los guías caninos sin éxito | El caso de Jorge Joel, del que nada se sabe desde enero, en un callejón sin salida

Esther Moro Espinel salió de su casa en Vigo, el pasado 24 de septiembre para ir a comprar pan y desapareció

Esther Moro Espinel salió de su casa en Vigo, el pasado 24 de septiembre para ir a comprar pan y desapareció / FARO DE VIGO

Marta Fontán

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Esther Moro Espinel salió de su casa del barrio vigués de Teis el pasado 24 de septiembre para ir a comprar pan. Pero ya nunca regresó a la vivienda que comparte con un compañero de piso, el mismo que, ante esta extraña ausencia, acabó presentando la correspondiente denuncia. Han pasado ya casi tres semanas desde aquel sábado y nada se sabe de lo que le pudo ocurrir a esta mujer de 70 años. La investigación de la 

Policía Nacional

, que activó el protocolo de riesgo por tratarse de una persona mayor que necesita medicación, logró encontrar un hilo del que tirar gracias a que las cámaras de un establecimiento captaron su imagen caminando por la calle, en las cercanías de su domicilio, el mismo día que se le perdió la pista. Pero hasta ahí. Hace unos días desplegaron a la Unidad de Guías Caninos, que se trasladó desde A Coruña, para rastrear la zona en donde se obtuvieron esos fotogramas y algunos lugares boscosos, pero la búsqueda concluyó sin éxito. Por ahora los agentes no ven indicios de criminalidad ni tampoco de que esta septuagenaria se fuese de forma voluntaria. ¿Dónde está entonces? ¿Qué le ocurrió? Estas preguntas, por ahora, no tienen respuesta.

La de Esther es la última

desaparición

registrada en el casco urbano de Vigo. Ocurrió hace 19 días y la Policía Nacional sigue adelante con su investigación. “No hay ninguna novedad”, afirmaban las fuentes policiales consultadas. Este caso se une al de Jorge Joel, el joven de 22 años estudiante de diseño de moda y aficionado al skate que se fue una noche de casa, la del sábado 29 de enero, y del que nada más se volvió a saber.

La última alerta, la de Diana, una mujer de Porriño que vive en los Países Bajos

La geolocalización del teléfono móvil del chico lo situó la madrugada de su desaparición en la calle Coruña, cerca de Beiramar, no muy lejos de su casa. Meses después ese terminal, aparentemente, se habría conectado a la red social

Instagram

en la zona de Tomiño, a bastantes kilómetros de Vigo. Un rompecabezas sin sentido. Lo cierto es que, ocho meses después de su desaparición, lo ocurrido aquella noche de enero sigue rodeado de misterio. La investigación policial se topó con un callejón sin salida.

Junto a las pesquisas de la Policía Nacional, las alertas de estos dos casos, los de Esther y Jorge Joel, fueron difundidas por SOS Desaparecidos. Wenceslao Yáñez, coordinador en Galicia de la asociación, lamenta la falta de avances en ambas investigaciones. En el caso más reciente, el de Esther, no recibieron ni una sola llamada con pistas: “Vigo es una zona donde la ciudadanía colabora mucho cuando hay una desaparición, pero a esta mujer parece que nadie la vio”. En relación con Jorge Joel sí que tuvieron llamadas que fueron poniendo en conocimiento de los investigadores, pero lamentablemente ninguna llegó a buen puerto. Las últimas vinculadas al joven fueron de personas que creían haberlo visto, pero en realidad se trataba de su hermano. “Se parecen mucho”, indica Yáñez.

Más casos en el entorno

aviso para que Interpol se sume

“No hay nada; parece que se lo tragó la tierra, no aparece ni vivo ni muerto”

A Jorge y María Eugenia la vida les dio un cruel golpe hace algo más de ocho meses. El menor de sus dos hijos, Jorge Joel, de 22 años, desapareció la noche del sábado 29 de enero. Aquejado de 

depresión

, salió de casa con su inseparable patinete de skate, su mochila y el teléfono móvil. La Policía Nacional de Vigo emprendió una intensa búsqueda. La señal de su terminal móvil se apagó cerca de su domicilio y los agentes rastrearon toda esa zona, entrando en naves abandonadas. Pero nada. Todo fue inútil. La investigación está ahora en stand by, para desesperación de los padres y del hermano del chico.

Jorge Joel, estudiante de diseño de moda y aficionado al “skate”.

Jorge Joel, estudiante de diseño de moda y aficionado al “skate”. / Alba Villar

“Nada, no hay nada. Parece que se lo tragó la tierra, no aparece ni vivo ni muerto”, se lamenta el padre. Él y su mujer no abandonan la búsqueda. “No nos rendimos, seguimos teniendo fe”, añade este hombre. El matrimonio, natural de

Ecuador

, emplea todo el tiempo libre que les deja el trabajo para tratar de encontrar la pista definitiva que tanto se resiste a aparecer. Bucean en internet y salen a la calle para seguir pegando carteles con el rostro y la descripción de su hijo, que, cuando desapareció, estudiaba en un centro vigués especializado en diseño de moda, formación que compatibilizaba con la de serigrafía en la Escuela Municipal de Artes y Oficios (EMAO).

Hace unos meses, cuenta Jorge, el teléfono del joven pareció activarse de nuevo en la zona de Tomiño. “Se activó la red Instagram”, dice. Fueron a esa localidad y preguntaron en albergues, pero nada. Decidieron cruzar la frontera y llegaron hasta Portugal, hasta Oporto. “Dejamos fotos por allí”, cuenta.

Como es lógico, esta familia lo está pasando muy mal. “Mi otro hijo estuvo casi un mes internado por los nervios de la situación; no era capaz de concentrarse en los estudios” , relata sobre la dolorosa factura que les está dejando la desaparición de Jorge Joel. Desde hace meses ya no reciben llamadas con pistas: “Estamos intentando todo lo que está a nuestro alcance, pero no hay resultados y es realmente desesperante; lo que pedimos a la gente y a la Policía es que no se olviden de él, es nuestro mayor miedo”.

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