Fuego forestal

La corona metropolitana de Barcelona y el Empordà concentran el riesgo de incendio en un verano extremo

El mapa se invierte respecto a años anteriores y aleja de las llamas a los bosques de Terres del Ebre y Camp de Tarragona

La Conselleria d'Acció Climàtica y los Bombers de la Generalitat avisan de que si no llueve pronto la amenaza se agravará en las zonas críticas

Los bomberos trabajan en la extinción del incendio de Collserola ya entrada la noche

Los bomberos trabajan en la extinción del incendio de Collserola ya entrada la noche / Jordi Otix

Guillem Sánchez

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En una escala imaginaria del 1 al 5 en la que 1 simbolizara un estado de la vegetación óptimo para contener los incendios forestales y 5 representara una situación de máximo riesgo de arder, los bosques de la corona metropolitana de Barcelona y de las dos comarcas del Empordà se encuentran este mes de julio, a las puertas de una ola de calor, “ya en el nivel 4”, ilustra Xavier Castro, técnico del Servei de Prevenció d’Incendis Forestals de la Conselleria d’Acció Climàtica. “Que asciendan hasta el 5 dependerá de los próximos días, de si llueve o no”, avisa. 

El escenario del verano de 2021 es distinto al de años anteriores pero no es peor. Que la vegetación mediterránea sufra en julio “es lo normal”, razona. “Ni esta primavera ha sido muy mala en cuanto a precipitaciones ni tampoco las temperaturas han sido demasiados elevadas”, añade Castro. Lo que ha cambiado es que Catalunya se había acostumbrado a temer el fuego en la zona sur, en las demarcaciones de Terres de l’Ebre y de Camp de Tarragona y ahora el peligro recae sobre todo en un lugar habitualmente tranquilo, el anillo de Barcelona, que añade un problema: es el lugar más poblado. "No es que haya llovido más que de costumbre en el sur, es que lo ha hecho mejor", aclara. El agua que ha caído en esas zonas, tradicionalmente muy secas durante la estación más calurosa, lo ha hecho en las últimas semanas y esa suerte ha dejado la vegetación más preparada para las altas temperaturas. En bosques de las comarcas del Vallès Occidental, Vallès Oriental, Garraf, Baix Llobregat, Barcelonès o Maresme ha ocurrido lo contrario: hace muchos días que no llueve en condiciones y si no cae pronto un buen puñado de litros (unos 30 o 40) por metro cuadrado la cosa se pondrá fea si llegan olas de calor. O episodios de viento complicados.

Aspecto actual de Tivissa (Ribera d'Ebre), más verde que en veranos anteriores.

Aspecto actual de Tivissa (Ribera d'Ebre), más verde que en veranos anteriores. / Agents Rurals

Las señales de las plantas

"Las plantas de estas zonas saben que hay déficit hídrico", subraya Castro. Con la subida de temperaturas, "aligeran su contenido hídrico", explica. Para soportar las altas temperaturas, se desvisten perdiendo hojas, despojándose de material vegetal, que es el gran consumidor de agua. O hundiendo a gran profundidad sus raíces. Cada especie tiene un plan. Los Agents Rurals están atentos a su comportamiento para saber cómo andan de agua. Si les queda poca, hay más riesgo de gran incendio forestal porque el fuego podrá avanzar a más velocidad. Las llamas, para quemar tejidos vegetales, primero necesitan evaporar su humedad. Cuanto más deshidratados estén, más pronto arderán. “El fuego comienza siempre en las partes muertas del bosque pero para propagarse necesita las plantas verdes –la mayor parte de la biomasa– y si estas contienen una baja concentración de agua lo logra antes porque estas no solo no obstaculizan su avance sino que le entregan combustible”, detalla Castro. 

Los Agents Rurals prestan atención a plantas distintas en cada región para deducir el estrés hídrico que sufren y lo predispuestas que están a arder. En el Parque de Collserola observan el estado del ‘garrí’ (Quercus coccifera) y de ‘estepa negra’ (Cistus monspeliensis) y en las comarcas del Alt y Baix Empordà se fijan en el romero (Salvia rosmarinus), el pino blanco (Pinus halepensis) y también en la 'estepa negra'. Las muestras que han tomado últimamente en ambas zonas son tan preocupantes como lo eran en veranos anteriores las recogidas en bosques de Terres de l'Ebre o Tarragona.

Tres especies que sirven de indicador para observar el estrés hídrico que sufre la vegetación

La última muestra de estas tres especies del Empordà señala un elevado estrés hídrico en la vegetación. / Agents Rurals

El ciclo del fuego

“Los incendios forestales son normales y ni siquiera puede decirse que sean siempre nocivos”. Pep Pallàs no habla por hablar. Es el único superviviente del equipo de GRAF Lleida que trabajó en el fatídico incendio de Horta de Sant Joan (Terra Alta) en julio de 2009. Sus cinco compañeros murieron abrasados al ser rodeados por las llamas de un fuego que se convirtió en el episodio más traumático que ha sufrido el cuerpo de los Bombers de la Generalitat. Las siglas de GRAF se corresponden con las palabras Grupo de Refuerzo de Actuaciones Forestales y sus miembros son bomberos especializados en este tipo de incendios. Pallàs, tras años de recuperación física y psicológica, trabaja de GRAF 01, guiando desde la sala de control a los compañeros que están sobre el terreno. El bombero, prosiguiendo su reflexión acerca de la gravedad objetiva de los fuegos, remarca que lo que sí resulta muy perjudicial para el entorno ambiental son "los grandes incendios forestales por su elevada capacidad destructiva". Como el que a finales de julio de 2012 devoró más de 13.000 hectáreas en el Empordà, y costó la vida a cuatro personas. “Los incendios en el bosque son habituales y, si no son grandes incendios, permiten abrir espacios de terreno quemado que en el futuro funcionarán de cortafuegos, o ayudan a renovar la vegetación y a equilibrar ecosistemas, o, desde un punto de vista estrictamente profesional, permiten aprender", enumera.  

Un gran incendio forestal es una acontecimiento anómalo, lo cual significa que deben darse diversos factores para que se produzca, recuerda Castro. No basta con que la vegetación esté muy seca como ahora, las llamas deben coincidir con un viento fuerte, como el de la Tramuntana –que sopla en el Empordà– o con algunas marinadas –rachas que entran en la tierra procedentes del mar–. También es necesario que la humedad relativa del ambiente descienda mucho a causa de altas temperaturas. "Por este último motivo los fuegos tiran más al mediodía que por la noche y más en el centro del territorio que en el litoral, donde la cercanía del mar acostumbra a mantener la humedad relativa más elevada".

La calma

Pallàs pide a los ciudadanos que en caso de que se declare un gran incendio forestal en una zona tan habitada como la corona metropolitana mantengan la calma. "En ningún caso conviene coger el coche y huir a la desesperada porque eso aumenta el riesgo de ser rodeado por el fuego, o por el humo y sufrir un accidente, o de dificultar la tarea de los vehículos de emergencias", explica. Prevalece el recuerdo de lo sucedido en junio de 2017, cuando casi 50 personas que huían del fuego de Pedrógao Grande murieron calcinadas en el peor incendio de la historia de Portugal al quedar acorraladas por las llamas en una carretera. "Las construcciones de viviendas en Catalunya son buenas y lo más seguro si se acercan las llamas es no estresarse y quedarse en el interior de las casas", recuerda Pallàs. "Los bomberos estamos preparados para responder", tranquiliza.

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