CUATRO MUERTOS
Dos calderas del edificio que explotó en Madrid no estaban inscritas en el registro de la Comunidad
Es un trámite obligatorio que debe realizar el dueño del edificio, en este caso la Iglesia o el instalador
Técnicos de la Dirección General de Industria serán citados a declarar en la investigación del accidente
La Policía investiga si una tercera caldera tampoco estaba registrada oficialmente
Luis Rendueles
Redactor
Escribo sobre sucesos y territorios negros desde hace treinta años. Con Julia Otero en la radio. Prensa Iberica desde 2021. Antes, subdirector de Interviu.
Vanesa Lozano
Redactora
Periodista de Sucesos. Actualmente, en Prensa Ibérica. Antes, trabajó en la revista Interviú y El Periódico de Catalunya. También colabora en varios programas de televisión, como La Hora, de TVE, y Ya es mediodía, en Telecinco.
Al menos dos de las siete calderas de gas del edificio que explotó en la calle Toledo número 98, en pleno centro de Madrid, el pasado miércoles no habían sido registradas en la Dirección General de Industria y, por tanto, no estaban inscritas en el registro oficial de la Comunidad de Madrid, según ha podido saber EL PERIÓDICO de fuentes autonómicas. Otras fuentes del caso aseguran a este diario que serían tres las instalaciones sin registrar y que el bloque de viviendas solo "había declarado oficialmente tres calderas atmosféricas y una estanca". Esta es una de las primeras certezas de la investigación abierta por el juzgado de instrucción número 35 de Plaza de Castilla sobre el accidente que se originó en el edificio de siete pisos parroquiales de la iglesia de la Virgen de la Paloma, en el que murieron cuatro personas y otras diez resultaron heridas.
Las mismas fuentes explicaron que es "obligatorio" que el instalador de la caldera o el dueño del edificio, en este caso la iglesia, inscriba cada instalación térmica o de gas en el registro oficial. Las leyes establecen una serie de sanciones económicas para quienes no cumplan esa norma.
Durante los próximos días, varios técnicos de la Dirección General de Industria serán citados a declarar para tratar de aclarar todos esos extremos. Las siete calderas, también las que no estaban registradas oficialmente, habían pasado una revisión hace menos de dos años (el plazo legal) a manos de una empresa contratada por los propietarios.
Fallo en las canalizaciones
Cinco días después del suceso que hizo saltar por los aires las plantas superiores del bloque de viviendas, situado junto a una residencia de ancianos y un colegio, se siguen investigando las causas de la explosión, aunque las fuentes consultadas por este diario apuntan a "problemas en la canalización, de cañerías o en los cierres" del edificio, que pudieron provocar una fuga de gas durante los días previos al siniestro. Puede que como consecuencia de la ola de frío que afectó a la ciudad. "Pensamos que hubo una fuga de gas durante varios días, posiblemente debido a problemas en la canalización, pero aún no sabemos de dónde", explican a EL PERIÓDICO fuentes de los servicios de emergencias y bomberos.
La primera de las dos deflagraciones que se produjeron coincidió con el momento en que un feligrés, David Santos, había acudido a la residencia sacerdotal para echar un vistazo a una de las calderas, que al parecer estaba estropeada. Pero las datos recabados hasta el momento y las declaraciones de los testigos descartan que el incidente se produjera por un error humano a la hora de manipular las instalaciones de gas. Santos ni siquiera había llevado herramientas y, según las fuentes consultadas, no llegó a tocar ninguna instalación. Falleció en la planta baja junto a su amigo, el sacerdote Rubén Pérez.
Albañiles muertos
Los otros dos fallecidos fueron Javier Gandía, un albañil de 45 años que estaba trabajando en el edificio de enfrente y había salido a la calle para buscar unas herramientas, y el ciudadano búlgaro Stefco Ivanov, de 46 años, que había trabajado como albañil y aquel día había acudido al despacho de Cáritas para recibir una ayuda. Ivanov estaba hablando por teléfono móvil con su pareja, que vive en Fuenlabrada, cuando la explosión le sorprendió.
El párroco de la Virgen de La Paloma, Gabriel Benedicto, explicó en un comunicado que "ni el párroco ni el electricista fallecidos manipularon las calderas en ningún momento. Todo lo ocurrido se produjo en un lapso de tiempo tan breve que no nos dio tiempo ni siquiera a ser conscientes de lo que estaba pasando. Fuimos seis personas las que percibimos, en apenas unos minutos, un extraño olor a gas en cuatro puntos distintos: patio, planta cero, planta quinta y planta sexta. Pero no nos dio tiempo a nada más que a advertir ese olor".
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