INCENDIO EN BADALONA

Los más vulnerables entre los vulnerables

Las entidades de la ciudad denuncian la extrema fragilidad de los habitantes de la nave incendiada, en una zona industrial sin un tejido vecinal que les arropara

En el vecino Sant Roc llevan una semana denunciando los cortes de luz diarios en un enclave en que la pobreza energética es el mal más generalizado

"Lo peor de todo es que la administración culpabilice a las víctimas, pasó en el incendio del 2019 y está volviendo a pasar ahora", denuncian

Los incendios en infraviviendas son habituales: este verano murieron tres personas en la Barceloneta

Badalona incendio nave ocupada

Badalona incendio nave ocupada / JORDI COTRINA

Helena López

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La precariedad a nivel de luz, gas y agua son históricas en Sant Roc. Los problemas en esa nave, situada en tierra de nadie, en una zona sin un tejido que les pudiera arropar, los vulnerables entre los vulnerables, se arrastraban desde hacía muchos años, igual que la infravivienda en la ciudad, que no es una cosa de ahora, aunque la situación se ha ido agravando. El duro diagnóstico es de Anna Vicente, voluntaria del Ateneu de Sant Roc desde hace 27 años. Pone como ejemplo el incendio del 5 de enero de 2019 en el que murieron tres personas y una treintena resultaron heridas, tres de ellas graves. “Lo peor de todo es que se acusa y criminaliza a las personas que estaban sufriendo esa precariedad. Eso pasó en aquel incendio y parece, por las primeras declaraciones de los políticos, que está volviendo a pasar ahora. Unos políticos que solo se acercaron a la nave cuando había problemas de convivencia con los vecinos”, denuncia Vicente. La voluntaria del Ateneu pone sobre la mesa otro tema clave: “Nadie sabe con exactitud cuánta gente vivía en la nave de Gorg porque el problema con el padrón en esta ciudad es muy grave. En Badalona es dificilísimo empadronar y no estar empadronados les condena a una mayor marginalidad, a no tener ningún derecho”, subraya. 

Desde el Ateneu de Sant Roc, Vicente pone también sobre la mesa que ha habido muchos otros incendios antes, además del de hace dos años. Fuegos que, por suerte, no fueron tan graves. En el barrio de Sant Roc -a pocos metros de la zona del suceso- los cortes de luz son diarios “y la gente tiene que poner remedio al frío”, relata la mujer. “El tema de la pobreza energética es muy grave y generalizado. No creo que haya ninguna escalera en el barrio que no tenga algún piso pinchado. Es un problema que viene de lejos y no se ha solventado nunca. No se llegó a arreglar cuando había voluntad política, imagina ahora”, continúa.

Otros tiempos

Sobre esos tiempos en los que había voluntad, el coordinador del gobierno de Dolors Sabater, Ricard Vilaregut, ha defendido este jueves en Rac1 que durante su mandato se trabajó con las personas que vivían en la nave -unas 60, entonces, asegura-, personas que define como “gente ejemplar”. “Pusimos en marcha agentes cívicos de calle y contratamos a dos entidades para intervenir dentro de la nave”, ha asegurado.

Carles Sagués, portavoz de la Plataforma Sant Roc-Som Badalona coincide con Vicente en que la situación de la nave del Gorg es la más impactante, pero que “situaciones del estilo se viven constantemente, y la respuesta de la administración local a través de servicios sociales o la oficina de vivienda es muy inferior a la que se da en otros municipios como Santa Coloma o L'Hospitalet”. Sagués pone otro ejemplo: el desamparo por parte del ayuntamiento de las familias de la Salut que vivían en el edificio que tuvo que ser derribado y que un año después siguen sufriendo problemas para ser realojadas, “además de ser criminalizadas”, subraya Sagués, quien insiste en que el problema de fondo es la conglomeración de situaciones de miseria y pobreza y falta de liderazgo claro para afrontar la situación

Lugares muy precarios

Silvia Torralba, voluntaria en Amics del Quart Món, entidad que trabaja con familias que viven en asentamientos de la capital catalana desde hace 25 años, recuerda también que la creación de la Oficina del Plan de Asentamientos Irregulares (OPAI) de Barcelona -organismo para abordar desde todas las perspectivas esta realidad- se creó en el año 2012 después de un incendio en una nave. El enésimo. Y, también en Barcelona, este mismo verano murieron también tres personas en la Barceloneta en un incendio en la infravivienda que compartían. 

“Una fábrica es un lugar muy precario. Puede haber un accidente muy fácilmente”, apunta Torralba, quien señala también que a las personas que viven en esas condiciones se les vulneran muchos derechos. “Es una situación, además, muy invisible, lo que pasa dentro de las naves”, apunta también la voluntaria, quien recuerda lo evidente: “cuando se produce un desalojo de alguna de esas naves, esas personas no desaparecen, buscan otros lugares en los que vivir. Y, si además de vivir, tienen que trabajar allí, acumulando chatarra, el peligro aumenta”.

Torralba recuerda también un incendio en 2014 en un solar en la calle Álava, también en Barcelona, en el que ardieron dos camiones y una chabola y pone sobre la mesa las cifras publicadas el año pasado, que hablaban de 836 personas viviendo en solares, naves y oficinas en desuso solo en Barcelona. “ En el área metropolitana también se repiten estas situaciones y no hay cifras públicas”, lamenta. 

Obligados a vivir así

Dauda Dieye, presidente del Sindicato Mantero, apunta a la ley de extranjería. “Obliga a muchas personas a vivir esas situaciones. Si quieres alquilar una habitación tienes que tener un contrato”, afirma. Vivienda y papeles son dos de los elementos más repetidos en los discursos de todas las entidades defensoras de los derechos humanos. “Cuando llegas aquí sin documentación, sin nada, el sistema te obliga a vivir así. Señalamos la responsabilidad de las Administraciones por negar derechos a la vivienda digna y papeles a las personas migrantes”, concluye. 

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