PEDERASTIA EN LA IGLESIA

Francia juzga a un cardenal por no haber denunciado los abusos sexuales a menores de un sacerdote

El proceso pone el acento en el silencio cómplice de la Iglesia ante la pederastia

Condenado a seis meses un cardenal francés por ocultar abusos de un cura pederasta

Condenado a seis meses un cardenal francés por ocultar abusos de un cura pederasta / periodico

Eva Cantón

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El juicio abierto este lunes en el tribunal correccional de Lyon es algo más que el proceso al reputado cardenal Philippe Barbarin, hasta hace poco una de las figuras más influyentes de la jerarquía eclesiástica francesa. Su presencia en el banquillo de los acusados -por no haber denunciado los abusos sexuales a menores de un sacerdote de su congregación- deja al descubierto el silencio cómplice de la Iglesia católica ante los casos de pederastia.

El escándalo que ha terminado en los tribunales nace en julio del 2014. Alexandre Dussot-Hezez, un padre de familia y antiguo 'boy scout', descubre que Bernard Preynat, el cura que abusó de él entre los 8 y los 11 años, sigue en activo y en contacto con menores. Dussot-Hezez escribe a monseñor Barbarin para contarle los hechos y advertirle de la urgencia de cambiar de destino a Preynat.

Pero un año después el cura permanece todavía en su puesto y Dussot-Hezez decide poner el caso en manos de la Fiscalía. Las primeras investigaciones revelan dos cosas. La primera, que hay muchas víctimas del padre Preynat. La segunda, que la jerarquía católica lo sabía y no lo puso en conocimiento de la justicia.

Se sospecha que Preynat, de 72 años, abusó de numerosos niños durante los veinte años que estuvo al frente de los boy-scouts. Imputado en el 2016 por abuso de menores y pendiente de juicio, ha reconocido los hechos y desde el 2015 se le impide cualquier actividad pastoral con menores.

Impunidad

La impunidad de la que gozó el abusador durante años es el principal reproche que le hacen a Barbarin diez de las víctimas del padre Preynat pertenecientes a la asociación La parole liberé (La palabra liberada) que ha desencadenado la apertura del juicio a través de un procedimiento poco común: la citación directa, una alternativa a la denuncia que permite obviar la fase de instrucción y abrir una vía rápida para lograr una audiencia pública.

“El objetivo no es ganar el proceso. Es abrir un debate jurídico para impedir a la Iglesia que hombres que han agredido a menores estén en contacto con niños. Lo que atacamos es el sistema, esperando que sea eficaz contra la pedofilia en general”, señalaba en ‘Le Figaro’ François Devaux, presidente de la asociación.

Una de las cuestiones que deberá determinar el tribunal es desde cuándo estaba el cardenal Barbarin, nombrado arzobispo de Lyon en el 2002, al corriente de las tropelías de Bernard Preynat.

“Francamente, no veo de que soy culpable”, ha declarado el cardenal durante la audiencia de este lunes, argumentando que si no acudió a la justicia fue porque los hechos habían prescrito. Las víctimas, en cambio, sostienen que el hecho de no denunciar las agresiones sexuales es  un delito “continuo”.

Junto al cardenal Barbarin, de 68 años, se sientan en el banquillo otros cuatro altos cargos de la jerarquía eclesiástica. Los denunciantes habrían querido que compareciera también el secretario de la Congregación para la doctrina de la Fe, el cardenal español Luis Ladaria Ferrer, quien había sugerido a Babarin apartar discretamente al padre Preynat, pero el Vaticano se ha negado alegando la inmunidad diplomática del prelado. La ley francesa prevé penas de hasta tres años de cárcel para este tipo de delitos.

Ambigüedad de la Iglesia

El debate sobre la actitud ambivalente de la Iglesia frente a la deriva de algunos miembros del clero durará tres días en Lyon y seguramente se seguirá de cerca en Roma, donde el Papa ha convocado a finales de febrero una cumbre mundial para abordar el problema de la pedofilia en la Iglesia.

El escándalo de la diócesis francesa revela la distancia que hay entre ‘la tolerancia cero’ proclamada por Francisco hacia los curas pederastas y la realidad de los hechos.