EL SUMARIO

La vida de Patricia en la secta de Perú: "alquimia sexual" y niños maltratados

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Vanesa Lozano/ Luis Rendueles

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"Steven es el jefe del hogar, como nuestra pareja y padre de los niños, pone las reglas de convivencia. Nosotras trabajamos doce horas diarias y nos hacemos cargo de la manutención de Steven y Patricia y los niños. Él se queda en casa y Patricia, como la buscaban las autoridades, no trabajaba, estaba al cuidado de los pequeños". Es la declaración de  una de las mujeres rescatadas junto a Patricia Aguilar y una tercera mujer peruana de una secta en la selva de San Martín de Pangoa (Perú). El sumario de la investigación, al que ha tenido acceso EL PERIÓDICO, revela las durísimas condiciones a las que el gurú del grupo, Félix Steven Manrique, en prisión acusado de trata de personas, sometía a sus tres "esposas" y a los cinco hijos que tuvo con ellas como parte de su plan para repoblar el mundo tras el apocalipsis.

"Nos pedía fidelidad, respeto, orden moral, no salir de noche y saber comportarse", explicó una de las tres mujeres, que acaba de dar a luz a su cuarto hijo con Manrique. Otra víctima, que lleva 18 años con el gurú, aseguró que mientras que Steven "acudía a cabinas de internet para conectarse por horas" ella y las otras mujeres "no teníamos la libertad de salir solas de casa por la noche". A cambio, él les prometió la "iluminación", que solo conseguirían mediante "la alquimia sexual" (relaciones sexuales sin placer).

Todas debían turnarse para dormir con él, según el relato de las mujeres: "Al inicio estábamos en un local, había una cama armada y dos colchones, uno mediano y otro chico. En la cama grande dormía Steven feliz con una pareja. Unas veces una, a veces otra y otras yo. Los otros, nos acomodábamos en el piso. Todas teníamos relaciones sexuales con Steven hasta el momento de la concepción. Cuando me quedé embarazada ya no tuve más y con Patricia ocurrió igual".

Explotación laboral

El sumario recoge cómo la llegada de Patricia al grupo, en enero de 2017, obligó al gurú a extremar las precauciones para no ser descubierto: tras ocupar al menos tres pisos en Lima, la presión y las gestiones de la familia de Patricia por encontrarla hicieron que Manrique decidiera trasladarse con las mujeres y los niños a la selva de San Martín de Pangoa. Se separaron en dos grupos para dificultar su localización. El pasado 5 de julio, la policía detuvo allí a Manrique, en una habitación alquilada donde él pasaba el día durmiendo mientras dos de sus mujeres, una de ellas embarazada de ocho meses, trabajaban como cocineras en jornadas de doce horas diarias. Los investigadores atribuyen al gurú un delito de explotación laboral.

Tras capturar a Manrique, los agentes encontraron a Patricia en un antiguo establo para animales, a una hora de camino del pueblo más cercano. La joven, de 19 años, cuidaba sola de su bebé de mes y medio y de los otros cuatro niños, sin escolarizar, en condiciones insalubres. Todos tenían desnutrición crónica. El informe médico de la hija de Patricia recoge su bajo peso, tres kilos y medio, y múltiples afecciones: "infección respiratoria alta, resfriado común, diarrea aguda probablemente viral, rinofaringitis aguda. Nacida sin control prenatal y sin inmunizar".

Patricia aportó a los agentes algunos detalles sobre cómo vivían en la choza: "No teníamos luz, agua ni desagüe, pero nos agenciábamos de agua de un riachuelo. Nos han picado varias veces la UTA (enfermedad causada por un parásito) en diferentes partes de nuestros cuerpos, donde en la actualidad tenemos cicatrices y esas partes se quedaron duras".

"Mi papá me pega"

Los niños, de entre tres y diez años, estaban cocinando y secando granos de café, semidesnudos, cuando los agentes llegaron a la finca. Todos relataron a la policía episodios de violencia por parte del gurú: "Quiero mucho a mi mamá, pero ella a veces me golpea, pero mi papá me pega más, una vez me tiró un puñete en la cara, yo he visto como una vez le pegó y le ahorcó a mi mamá, por eso a mi papá no le quiero; él no trabaja, solo para sentado y reniega mucho… él le manda mucho a mi hermana, le dice: pásame esto, haz esto, como si fuera su sirvienta. Yo no he estudiado, pero quiero, mi mamá dice que no estudio porque no nos alcanza la plata", contó a los agentes uno de los niños más pequeños del grupo, de cinco años.

La madre del crío y esposa del gurú, también reconoce en su declaración a la policía peruana malos tratos de Manrique hacia ella y los niños: "El carácter de Steven siempre fue fuerte, violento, si tuvo que pegarles a los niños con la correa lo hacía, a mí sí me golpeaba, pero fue pocas veces, lo hacía en mis piernas, no le gustaba que le contradigan porque era peor, se cerraba en sus ideas. Yo trataba de controlarlo, lo peor que hacía era darme un manotazo, de ahí se arrepentía, golpeaba la cama para desahogarse (…) me pedía disculpas, me decía que no alce la voz porque se ponía peor".

La mujer, que como Patricia sigue "captada psicológicamente" según los expertos, intentó justificar la violencia del líder: "En los últimos tiempos Steven había cambiado con los niños, ya no les pegaba, solo les asustaba para que se corrijan". Y añadió: En algunas ocasiones cuando discutíamos, solo me agarraba fuerte de mis brazos y te samaquea para uno controlarse y no haya desesperación". 

Secuelas graves

Los exámenes médicos practicados a los críos destacan importantes secuelas físicas y psicológicas: "autoestima disminuida, necesidad de afecto y protección, tendencia al ocultamiento, suspicaz, problemas de lenguaje, ansiedad, impulsividad, sentimientos de hostilidad, inadecuación, carencia afectiva". Una niña de diez años contó a uno de los agentes cómo ella se ocupaba de su propio aseo personal "en un riachuelo que había dentro de la chacra" donde vivían y aportó detalles sobre cómo se organizaban: "Dormimos en una parihuela (sirve para poner el televisor) y un colchón fino, forrados de plásticos. Allí duermen todos los niños, mi papá y mi tía Patricia duermen juntos en una cama, pero mi papá dormía a los pies. Mi mamá y mi otra tía salen a trabajar bien temprano, a las cinco de la mañana, yo me quedo en casa ayudando a cocinar a mi tía Patricia o también voy a ayudar para abonar la chacra con excremento de vaca o caballo, que huele feo".

La cría se quejó de la alimentación que ella y sus hermanos recibían: "estaba cansada de comer shapao (plátano batido) en el desayuno, a veces solo lo tomaba con agua". Su hermana, de ocho años, añadió que "los días que mi mamá venía a visitarnos eran los días que comíamos bien, ya que llegaba con dinero".  

El sumario incluye otro dato importante para la familia de Patricia, que, además de las denuncias contra Manrique en Perú, sigue luchando para que la justicia española reconozca que el gurú captó a la joven cuando era menor de edad. La policía peruana concluye en sus informes que "está demostrado que Patricia ha sido captada desde el año 2016, cuando tenía 16 años, por medio de Facebook. Fue manipulada por Manrique para que le enviara dinero desde España y recibida por este a su llegada a Perú". Todo ello, concluyen los investigadores, aprovechándose del "estado emocional de adolescencia" de Patricia.