Picaresca contra las restricciones

Fiestas silenciosas, jarana en la peluquería o guateques en hoteles para burlar el toque de queda

Las celebraciones ilegales van en aumento, un síntoma de agotamiento social ante un encierro intermitente que se acerca al año de duración

Los Mossos d'Esquadra se reúnen con hoteleres y empresarios de casas rurales para advertirles de que no pueden hacer la vista gorda

La ampliación perimetral entregará un "balón de oxígeno" a restauradores y ciudadanos que podrán cambiar de municipio por placer

MINIATURA SE ACABÓ LA FIESTA

MINIATURA SE ACABÓ LA FIESTA

Guillem Sánchez

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Las fiestas ilegales preocupan a los cuerpos policiales. Desde la implantación del toque de queda hace más de tres meses, una correa que estranguló definitivamente el ocio nocturno, los intentos de burlar las restricciones sanitarias y correrse una buena juerga nocturna –despreciando la amenaza de una pandemia que ha matado casi a 60.000 personas solo en España– se han multiplicado. Ha habido propuestas de brocha gorda, como 17 personas encerradas en una peluquería del barrio del Verdum a las tres de la mañana, pero también más elaboradas, como una fiesta silenciosa con auriculares en apartamentos turísticos. Los Mossos d’Esquadra se han reunido con hoteleros y empresas de alquiler de casas rurales para advertirles de que hacer la vista gorda también es sancionable.

Solo en los 42 principales hoteles del litoral barcelonés se han detectado 7 fiestas clandestinas en habitaciones desde el mes de enero. El comisario Joan Carles Molinero, portavoz de los Mossos, explica que ha sido un goteo que se ha vuelto más intenso. El caso más reciente se ha detectado entre semana, en la noche del pasado miércoles al jueves. Ocho parejas se pusieron de acuerdo para alquilar ocho habitaciones en la misma planta del hotel. "Y por la noche se reunieron en una”, detalla Molinero subrayando que se trata de una práctica sobre la que ya han avisado a hoteleros. Hasta esa reunión nocturna en unas de las habitaciones, los infractores no habían infringido ningún prohibición si todos eran vecinos del municipio en el que está ubicado el hotel. Pero al juntarse más de seis personas en una cámara, sí. Además, con el alcohol y el ambiente festivo, “se olvidaron de mascarillas y de mantener las distancias”, avisa Molinero.

Lejos de las urbes, las estrategias incumplidoras son parecidas. En la comarca del Alt Urgell los Mossos acudieron el pasado fin de semana a una casa rural que habían alquilado 23 ciudadanos franceses. En este caso, además, habían cruzado la frontera e ignorado el confinamiento municipal. Los agentes denunciaron a los 23 inquilinos y también al propietario de la casa que conocía la procedencia de sus clientes. También desalojaron a 17 de los presentes y solo dejaron que siguieran en la casa 6, el límite que marca la normativa actual.

Auriculares inalámbricos

El inspector Jordi Oliveras, portavoz de la Guardia Urbana de Barcelona, explica que en la ciudad estas fiestas ilícitas se han expresado a partir de dos formas distintas. Las más trabajadas son las llamadas “silenciosas”, que han sido abortadas ya en “dos o tres ocasiones”. Detrás de estas suele haber el mismo promotor, que se anuncia a través de las redes sociales. Antes de facilitar la dirección, solicita el ingreso de “20 o 30 euros” a través de una transferencia bancaria. Después, llegan las coordenadas. La bebida deben aportarla los asistentes y los organizadores facilitan neveras. La Urbana sospecha que el promotor posiblemente se dedique profesionalmente a organizar eventos y ahora haya adaptado su pericia al entorno de las restricciones. En estas fiestas, existe una mesa de mezclas en las que se pincha la música que escuchan los asistentes con auriculares inalámbricos.

La segunda forma, que se ha reproducido en “cuatro o cinco ocasiones”, consiste en reservar a través de plataformas como Booking apartamentos. “Lo alquilan para una noche”, matiza Oliveras. Una de estas celebraciones aconteció en un bloque de apartamentos turísticos. En esa ocasión no hubo reserva telemática sino una ocupación ilegal. Forzaron la entrada y montaron una jarana en cada balcón. Los vecinos presenciaron atónitos la celebración desde la calle y alertaron a la policía.

Fiestas en locales y en parques

A pesar de que los restauradores, un gremio gravemente tocado por la pandemia, han tomado conciencia de la gravedad de la situación y las sanciones impuestas por los Mossos han descendido de forma notable –antes había más de cien durante los fines de semana y en el último han sido solo 19 los locales multados por saltarse las limitaciones­–, también ha habido propietarios que han alojado fiestas. En el barrio de Sants, un local fue multado el viernes y otra vez el sábado. La segunda vez, los agentes encontraron a 14 clientes e intervinieron botellines del gas de la risa que se usaron para sazonar el ambiente.

Las concentraciones más numerosas y conflictivas desde que comenzó el toque de queda, sin embargo, siguen siendo los botellones al aire libre y que no revisten ninguna planificación. Son reuniones que de forma más o menos espontánea concentran a participantes –casi siempre muy jóvenes– que se juntan para beber y escuchar música. Molinero recuerda que este tipo de aglomeraciones se daban antes del toque de queda y de la pandemia. Actualmente, explica Oliveras, se llevan a cabo invadiendo parques que están cerrados. "Saltan las vallas y se meten dentro". El pasado viernes, el parque del Castell de l'Oreneta del distrito de Sarrià, agentes de la Urbana y de los Mossos sorprendieron a 130 personas que se dieron a la fuga en estampida. Solo pudieron identificar a dos que iban tan bebidos que no lograron huir. Ambos resultaron ser menores de edad y fueron entregados a sus padres.

Balón de oxígeno comarcal

Molinero confía en que la ampliación del confinamiento municipal a comarcal funcione como un “balón de oxígeno” que rebaje la tensión. “Los restaurantes del Maresme, por ejemplo, podrán recibir clientes de todas las localidades de la comarca y supongo que notarán un cierto alivio”, razona. El portavoz desea que el nuevo margen de movimientos se note porque los datos de los Mossos detectan que el agotamiento ciudadano iba en aumento. Aunque, de momento, no han percibido casos en los que la picaresca de los infractores haya tratado de disimular desplazamientos afirmando que se dirigían “a un mitin electoral”, una estrategia que se temían. “Hacemos siempre los mismos controles, entre 630 y 640 cada día de la semana, y durante los sábados y domingo las multas crecen. Y durante los últimos fines de semana, han aumentado todavía más en relación con los anteriores”, explica.

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