el negocio de la droga

Bombas, secuestros, tiroteos... narcoguerra en la Costa del Sol

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rjulve45473320 sociedad atentado en la costa del sol del pasado 10 de octub181015180552 / EL PERIÓDICO

Julia Camacho

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Se acabó la paz. Las organizaciones criminales, especialmente las vinculadas al narcotráfico, han trasladado sus cuitas internas a la Costa del Sol, que vive este año un violento repunte de incidentes que las fuerzas de seguridad vinculan a ajustes de cuentas entre clanes por vuelcos (robos de droga entre bandas) y luchas de poder en el seno de los grupos organizados. Mientras que paradójicamente se reducen los índices de delincuencia común, los secuestros, los tiroteos y las palizas aumentan en la zona donde hasta ahora los grandes capos vivían plácidamente.

Las alarmas saltaron a mediados de la pasada semana, cuando las fuerzas de seguridad comprobaron que las bandas de narcos han subido el nivel de peligrosidad y ya no dudan en saldar sus venganzas con bombas, como la que fue puesta la semana pasada en la casa y el taller de lavado de coches de un empresario en Marbella. Pero los sobresaltos en la Costa del Sol se repiten prácticamente a ritmo al menos de uno por mes.

A principios de octubre, un joven de 28 años, con antecedentes y también vinculado al narcotráfico, fue secuestrado en Estepona ante decenas de viandantes. Perseguido por la calle a tiros, unos encapuchados le arrancaron literalmente de la barandilla a la que se agarraba para resistirse. Su cadáver apareció en un camino de tierra en Algeciras una hora después.

A este hecho le precedieron secuestros exprés y tiroteos entre clanes rivales a las puertas de discotecas, desde Estepona hasta Fuengirola, que suelen acabar con cuerpos en cunetas salvajemente torturados. Es lo que le pasó en septiembre a un británico recién llegado a Marbella y que fue localizado con heridas de bala y 'la sonrisa del Joker': las comisuras rajadas y desgarradas tras obligarle a gritar.

Durante la comunión de un niño

Nada les detiene, ni siquiera una iglesia llena de niños en plena comunión, como ocurrió en mayo: un sicario encapuchado en una moto acribilló a balazos a un hombre, conocido como 'El Maradona', delante de su hijo y sus invitados para recordarle a los socios que la deuda tras quedarse con un alijo seguía vigente. Esos socios están desaparecidos. Tampoco se libran en sitios aislados, como le pasó a un pastor de Casares asesinado a golpes por quienes buscaban alijos escondidos. Este es precisamente el motivo de la espiral de violencia, los ajustes de cuentas tras los vuelcos de droga, detalla Mariló Valencia, representante del Sindicato Unificado de Policía (SUP) en Málaga.

Un hombre británico recién llegado a Marbella fue hallado con una 'sonrisa de Joker', las comisuras de los labios rajadas

Las fuerzas de seguridad sospechan que los grupos organizados, de británicos a irlandeses pasando por marroquís, colombianos o bandas del Este, trasladan sus cuitas a la Costa del Sol eludiendo la presión policial que se vive en el Campo de Gibraltar. Incidentes como la irrupción de un grupo de narcos en un hospital para rescatar a uno de los suyos o los enfrentamientos de vecinos a la Policía para evitar que se capturen a los traficantes han extremado las medidas en la zona, por lo que el negocio busca las provincias aledañas. Ya se interceptaron cargamentos en Huelva, y ahora se está viendo en la vecina Málaga, el lugar donde habitualmente residían los jefes y donde, por tanto, nunca ocurría nada. “Vivían plácidamente, tenían cierto estatus e incluso se relacionaban con las autoridades”, explica Ignacio Carrasco, secretario provincial de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC).  

Carrasco reflexiona sobre la contradicción de las últimas acciones de los grupos criminales, ya que “poner una bomba para lanzar un mensaje pone el foco policial sobre ellos de inmediato”, de ahí que apunte además a las luchas de poder internas. Los expertos policiales coinciden en vincular este aumento de la violencia con las ansias de los miembros de segundo y tercer nivel de prosperar en sus organizaciones o de ocupar el vacío de poder de grupos descabezados por las fuerzas de seguridad. Los describen como individuos que no respetan los códigos internos de las propias bandas, o son diferentes, que recurren a métodos menos sofisticados, y que en cuanto tienen dinero, acuden donde está el lujo, como Marbella, Estepona o Sotogrande, como símbolo de estatus.

Vestidos de policías

Buscan la ganancia rápida de dinero, de ahí que opten por los robos de la droga cuando ya está en la zona, oculta en alguna ‘guardería’, que también se han trasladado a la Costa del Sol. Solo necesitan saber dónde se almacena o el momento concreto de una entrega para actuar, a veces incluso disfrazados de agentes de la autoridad para despistar e infundir miedo al rival. Las fuentes explican que si quisieran establecerse por su cuenta, necesitarían contactos en los países de origen de la droga y una infraestructura para transportarla, es decir, una inversión inicial mayor. “Son trabajos más fáciles en teoría, pero si sale mal, el castigo es la muerte”, sentencia Valencia. Por el camino, los rivales se van dejando avisos de que la deuda hay que saldarla.

El escenario preocupa ya a la cúpula de las fuerzas de seguridad. Pero desde las organizaciones policiales lanzan los mismos lamentos que sus compañeros del Campo de Gibraltar: están en inferioridad con los grupos organizados porque faltan medios humanos y materiales. Para la delegada del SUP, el modelo policial además “está obsoleto y habría que cambiarlo” para evitar por ejemplo duplicidades y aumentar la efectividad de los medios disponibles. “Cuando el secuestro de Estepona no había una patrulla en la calle”, añade Carrasco, quien apunta incluso la necesidad de unificar la acción policial y abordar el fenómeno de la delincuencia organizada en el litoral andaluz como si del terrorismo se tratara “porque se están cruzando líneas muy delicadas”.

Tácticas propias del terrorismo

La vida empieza a parecerse a la ficción, al menos para el empresario con antecedentes y vinculado al narcotráfico al que una<strong> bomba destrozó</strong> la pasada semana su negocio, un <strong>lavadero de coches con poca afluencia</strong> pero publicitado a lo grande por Marbella. El sobresalto fue doble, ya que despertó con otro artefacto explosivo que voló la parte delantera de su lujosa casa en Benahavís y alcanzó a las viviendas cercanas. El coche de alta gama que usaron los autores apareció después calcinado en un paraje alejado.