¿Podría fallar internet?

Desde que apareció Internet, en la década de los 90, hemos ido digitalizando cada vez más nuestras vidas, tanto en lo personal como en lo profesional.

Internet es un servicio crítico, a la par que la electricidad. Ante tal dependencia, ¿existe la posibilidad de un apagón tecnológico?

Internet ha evolucionado de maneras que no se imaginaban en la década de los 90 y la infraestructura no se pensó para la enorme digitalización actual.

La red que se inventó en los 90 poco tiene que ver con la actual. Se está utilizando de maneras muy distintas a las de entonces y a una escala mucho mayor. Lo estamos conectando todo a Internet.

Cada vez más servicios clave, como la banca, la venta de alimentos y la atención médica, dependen de las conexiones a Internet.

De forma puntual ya sabemos cuáles son las consecuencias de la desconexión, como, por ejemplo, cuando hay un ciberataque, como ocurrió en marzo de 2023 en el Hospital Clínic de Barcelona.

También hemos experimentado qué pasa cuando las páginas de los bancos no están operativas. Como ocurrió en julio de 2023, debido a un ataque coordinado de hackers prorrusos.

Este tipo de ataques, llamados denegación de servicio, consiste en enviar millones de solicitudes a la vez que estas webs no pueden gestionar y se colapsan.

Si la denegación de servicio atacara a una entidad que gestiona direcciones de internet, por ejemplo, afectaría a millones de servicios online, ya sean empresas, instituciones gubernamentales o sanitarias.

Eso es así porque si bien Internet se concibió como una red descentralizada, ha ido tendiendo a una mayor centralización, lo que la hace más vulnerable

Cuando uno de estos grandes nodos falla, afecta a millones de usuarios, ya sea por el efecto de ciberataques, de denegación de servicio o de otro tipo, o sencillamente por error.

Sin embargo, el punto más débil de Internet es la infraestructura física. Es decir, los cables.

Imagen de Tyler Morgan-Wall (@tylermorganwall)

Imagen de Tyler Morgan-Wall (@tylermorganwall)

Aunque nos conectamos por redes inalámbricas, la realidad es que la conexión a Internet es posible gracias a miles de kilómetros cables.

Hay unos 500 cables de fibra óptica que recorren el mundo por el fondo de los océanos.

Los cables se pueden cortar de forma accidental. En 2012 el huracán Sandy se llevó por delante conexiones entre Estados Unidos con Europa.

También son objeto de sabotajes. Ya sea por humanos…

…o escualos. La infraestructura no está exenta de otro tipo de incidentes.

Cuando se cortan, pueden afectar a varios países, especialmente en zonas en las que se concentran muchas rutas de cables, como Egipto, por donde pasa el 17% del tráfico mundial de Internet.

Egipto es la ruta submarina más corta entre Europa y Asia, y eso la hace muy vulnerable.

Errores, sabotajes o ciberataques son acciones humanas. No obstante, el riesgo también existe más allá de nuestra actividad.

Un fenómeno natural como una tormenta solar, por ejemplo, podría dejarnos sin red.

Existen casos documentados de tormentas geomagnéticas provocadas por la actividad solar.

En 1859, el astrónomo inglés Richard Carrington vio un destello impresionante en el Sol con su telescopio.

Un día después los telégrafos transmitieron mensajes solos sin estar conectados a la corriente. Afectó a una gran parte de los 200.000 kilómetros de líneas telegráficas que existían.

Es la tormenta solar de mayor impacto registrada hasta el momento, aunque no es la única.

Un fenómeno así, imposible de predecir, no dañaría los cables, pero sí los amplificadores de señal, provocaría sobrecargas en la red eléctrica e inhabilitaría el sistema GPS.

Para saber más sobre la actividad solar y cómo nos puede afectar, la sonda Solar Parker de la NASA se acerca cada vez más al Sol y envía valiosos datos.

Mientras tanto, en la Tierra, la dependencia de Internet también preocupa a muchas instituciones, como la Unión Europa.

Su estrategia pasa por descentralizar más Internet, aumentar el almacenaje de información en la UE, incrementar la ciberseguridad y preparar planes de contingencia en caso de fallo de Internet.

¿Y tú, estarías preparado para vivir sin Internet?