Emerge el drama de la vejez

Por Elisenda Colell / Diseño: Andrea Zúniga

Desde 1978, la sociedad española y catalana ha ganado más de diez años de vida. En 1978 los hombres morían a los 69 años y las mujeres a los 74. Los mayores de 65 años suponían el 9% de la población española. Ahora la esperanza de vida ha subido hasta los 80 años para ellos y los 86 para ellas. La promoción de hábitos saludables y los avances científicos nos han permitido descubrir la vejez como una etapa mucho más longeva.

En los 70, los ancianos convivían en casa de los hijos, y eran las mujeres (esposas, hijas o nueras) las encargadas de hacerse cargo de los ancianos que no podían valerse por sí mismos. La tasa de empleo femenino no llegaba al 28%, actualmente se encuentra al 54%. Muchas de ellas habían renunciado a los estudios desde pequeñas o les tocó abortar sus planes laborales al casarse.

La paradoja del siglo XXI fue que aumentaron los mayores, con más patologías y necesidades de cuidados en el final de su vida, pero no había quien estaba dispuesto a hacerse cargo de ellos. Aparecieron conceptos como la soledad no deseada, las residencias asistidas o el abandono y maltrato. En los años noventa y sobre todo a inicios de los 2000, la llegada de la inmigración internacional llenó ligeramente ese vacío. Mujeres suramericanas dedicadas a cuidar a los mayores, sin contrato, sin derechos y en situaciones de precariedad extrema.

En 2006 el gobierno Zapatero decidió abrir el abanico de derechos sociales, y reconocer como deberes de la administración afrontar los cuidados de los más dependientes. En aquél momento, los mayores de 80 años se habían duplicado respecto 1986, y los de más de 65 años también se multiplicaron por dos respecto a los años 70.

Tras aquella ley, llegaron las valoraciones de grados de dependencia, las residencias asistidas, los centros de día, los asistentes domiciliarios y las ayudas económicas para las mujeres que decidían no trabajar para cuidar a sus seres queridos en casa.

Tres años después, la crisis económica y los recortes de Mariano Rajoy y Artur Mas pusieron en jaque el sistema. Las listas de espera se eternizaron, se extendió la privatización del sector y el empleo de cuidador se sumergió en la precariedad, aunque las personas necesitadas no hicieron más que aumentar. La desigualdad en los cuidados se hizo evidente, siempre en función de los ingresos disponibles. España se colocó a la cola en inversión a los cuidados de los mayores de la Unión Europea, y Catalunya lideró las listas de espera en todo el país.

La pandemia del coronavirus puso ante un espejo todas las carencias del sector: miles de ancianos murieron solos y sin los cuidados necesarios. La falta de inversiones, control y personal, la poca colaboración del mundo sanitario y la necesidad de apostar por la atención en casa son algunos de los retos a abordar. El futuro aprieta. Cada vez habrá más ancianos a los que atender. En diez años los mayores de 65 años pasarán del 20% al 30% del total de población.

Y en los próximos 45 años...

'La búsqueda de la inmortalidad', artículo de Salvador Macip

Un reportaje de EL PERIÓDICO

Textos:
Elisenda Colell
Diseño e ilustraciones:
Andrea Zúniga
Coordinación:
Rafa Julve, Ricard Gràcia y Iosu de la Torre