De Mauritania a Europa en busca de "derechos"

Dieho Nesseble, Abdoulaye Yakoub y Hassen Ihrahim comparten colchón en un centro que acoge a personas inmigrantes sin hogar en la ciudad mauritana de Noadibú. Huyen de Costa de Marfil, Chad y Sudán; países hundidos en guerras y pobreza extrema. Dicen que no quieren viajar en patera, que no merecen morir de una forma tan indigna. Pero todos ellos fantasean con una vida en Europa.

El cuarto y último reportaje de la serie de EL PERIÓDICO en Mauritania se adentra en un centro que acoge migrantes en Nuadibú, donde varios adultos reflexionan sobre las ganas de ir a Europa y las barreras que encuentran.

Capítulo 4

Un reportaje de
Elisenda Colell | Enviada especial
Con imágenes de
Pablo Blázquez (Save the Children)

"Qué hubiera pasado si hubiera tenido una infancia como la tuya? ¿Si hubiera podido estudiar, ir a la escuela, trabajar? ¿Qué hubiera pasado si de niño hubiera podido ser solo un niño que juega, que no pasa hambre, que no tiene que ir a buscar el pan para su familia o escapar de una guerra? Si yo hubiera tenido derechos y oportunidades, si me hubieran protegido de pequeño, yo no estaría hoy aquí". Quien habla es Dieho Nesseble, un joven de 25 años que cuando tenía 19 tuvo que salir huyendo de Costa de Marfil por el hambre de su familia.

En Mauritania no ha encontrado la estabilidad ni las oportunidades que buscaba. Ahora vive en una habitación con unas 20 personas más, en un centro de la Organización de Migrantes de Noadibú (OMN) para personas extranjeras sin hogar. "Conozco a mucha gente que ha ido en patera a Canarias y se ha ahogado en el mar. Yo no quiero ir, no me merezco morir así", dice. Sin embargo, amontona sueños y anhelos mirando hacia el Norte.

Dielho quería ser jugador de fútbol. Dice que se le daba bien. "En realidad es lo único con lo que podía soñar, tuve que dejar de estudiar muy temprano y vine hasta Mauritania para encontrar un buen trabajo con el que salir adelante", explica. Al fin, Mauritania no le ha tratado mucho mejor. "A veces trabajo en la pesca, pero no cada día. Me pagan a veces", añade.

El gran problema que tienen los inmigrantes del resto de África en Mauritania es que no tienen permiso para vivir legalmente en el país.

Los inmigrantes Tampoco pueden ser contratados. A los refugiados les ocurre algo parecido. Pueden permanecer en el país, pero no trabajar.

En habitación de la OMN duermen una decena de hombres. Entre ellos está Abdoulaye Yakoub Abakar, un chico de 22 años que nació en Chad. La guerra en el país le destruyó la vida por completo. En su intento de huir, fue secuestrado por el grupo terrorista Boko Haram en Nigeria. "Me torturaron y me mutilaron los dedos de los pies", explica. En Mali también fue víctima de abusos y palizas. "¿Dormir? Yo no sé lo que es. Solo recuerdo, y recuerdo...", explica.

Cuenta su historia abatido. En Mauritania apenas ha logrado trabajar. "Pero al menos vivo en paz", dice. Ha perdido a demasiados amigos y familiares para ser capaz de contar sus historias. "Yo no quiero ir a Europa, yo solo quiero volver al aula, a mi casa con mi familia", dice. Las cicatrices duelen demasiado en ese cuarto. "Algunos tienen tantas secuelas que les dan ataques psicóticos por las noches, enloquecen", prosigue. "Es que nosotros no nos vamos de nuestros países para buscar nada, yo me fui porque allí no se podía vivir. Yo no elegí nacer y crecer en un país en guerra", señala.

Abdoulaye ha sido secuestrado y torturado por los terroristas de Boko Haram en su huida del Chad hacia Mauritania

"Ya no soy aquel niño ni jamás volveré a serlo", recuerda Abdoulaye, un joven de El Chad que fue torturado

Hassan escucha a sus compañeros. Todos los recuerdos le devuelven a Sudán, el país que le vio nacer. Tiene 25 años y hace tres que yace en el desierto Mauritano. "Mi vida estaba bien, yo estudiaba ingeniería civil en la universidad", comenta con un perfecto inglés. Todo se detuvo con la guerra civil de Sudán.

"Yo solo espero que las cosas vuelvan a ser como antes, que todo vaya bien y que pueda volver a mi país. No salí de Sudán porque quiera ir a Europa; salí porque no puedo vivir allí. En vuestros países, en Europa, esto no ocurre", contesta. El sueño de Europa cada vez está más cerca. "No porque quiera ir, porque es el único sitio donde se puede vivir", prosigue. Conseguir el visado, el ojalá permanente.

Hassan estudiaba ingeniería civil en el Sudán hasta el estallido de una guerra civil

En el centro de la la OMN los migrantes desamparados usan una cocina comunitaria, tienen lavabos y duchas. "No acogemos a los que quieran ir por la vía clandestina, nosotros no vamos a ayudar en eso", sostiene el responsable del centro. "En el fondo somos inmigrantes ayudando a inmigrantes", prosigue. Porque esta organización fue creada por los propios migrantes que, décadas atrás, se encontraron con la misma realidad que viven hoy tantos. La nada.


Este reportaje se ha publicado en EL PERIÓDICO en noviembre de 2021

Textos:
Elisenda Colell
Imágenes:
Pablo Blázquez
Infografía:
Francisco J. Moya y Alex R. Fischer
Coordinación:
Rafa Julve

Agradecimientos: Save the Children