¿Se acuerdan del gotelé?

Por Carlos Márquez Daniel/
Diseño: Andrea Zúniga

Por dónde empezar… Porque los hogares de 1978 y los de 2023 no se parecen ni en las paredes. ¿Se acuerdan del gotelé? Ese muro de acabado abrupto, de orografía incómoda e inventado para tapar imperfecciones fue el rey de los pisos a partir de los 60, cuando la construcción de nuevas viviendas no daba abasto y no estaba el pintor de brocha gorda para andarse con florituras. Las cosas del desarrollismo. Las casas no tienen nada que ver, como tampoco se parecen los habitantes de ahora y los de hace 45 años.

Puede que el timbre haya cambiado poco, pero no el interfono, porque eso de ver el rostro de la persona que pedía paso era entonces un imposible. Salir a la ventana a mirar quién llama, a lo sumo. Eran casas más pobladas, seguramente más jacaradonsas y ruidosas.

Cerca del 25% de los hogares albergaban a cinco o más personas, un porcentaje que en 2023 ronda el 5%. Porque ahora tenemos 1,19 hijos por familia mientras que en 1978 eran 2,54. Un dato lo resume todo: en 2022 nacieron 329.892 niños y niñas. En 1978 fueron 636.892.

También ahora hay mucha más gente mayor viviendo sola a consecuencia del envejecimiento de la población. En pisos que de media son mucho más grandes que ahora. Porque los de nueva construcción, a sabiendas de los nuevos modelos de familia, basculan entre los 70 y los 100 metros cuadrados, mientras que en 1978 todavía se tiraba mucho de viviendas antiguas de más 150 m2

El precio del metro cuadrado era de 198,4 euros. Ahora está en 1.990 euros por m2. Un dato que hay que poner en perspectiva en función del poder adquisitivo de las familias. En 1978, el salario mínimo interprofesional era de 108,2 euros. Hoy está en 1.080 euros. Mientras que salario medio anual era de 3.890 euros y en 2023.

Pero volvamos a las características, como los muebles, la tecnología -o la ausencia de ella-, la cocina, la vajilla, las costumbres, la televisión, los horarios… El mobiliario era duradero, fuerte, de calidad; nada que ver con la provisionalidad contemporánea. No había día de bajar los muebles a la calle porque no existía la cultura del reciclaje, pero sobre todo porque era imposible que una vitrina o un bufet o una estantería no fueran para toda la vida. Fíjense en las fotos antiguas, pasan los años y todo seguía en su sitio. Ahora, rara es la casa en la que, una vez al año, se renueva una cama, una estantería o una mesita de noche. 

CÓMO ERA UN HOGAR EN 1978
Pulsa sobre los topos para ver descubrirlo

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Sillas y butacas de escay, ceniceros por toda la casa, muebles tubulares. Baños de color rosa, televisores con culo, transistores, tocadiscos, videos VHS, ajuares de película, literas de madera, papel en la pared, vajilla duralex, el teléfono de cable largo para que la hermana mayor pudiera encerrarse en el lavadero . Pero también familias con el primer hijo a los 25 (ahora a los 32), y casi cuatro personas por hogar cuando ahora estamos entre dos y tres residentes por morada.

La vivienda se ha modernizado, hasta el extremo de que las máquinas ya hacen buena parte de las tareas domésticas. También EL PERIÓDICO tiene ahora ‘app’ para el móvil. Pero como sucedía en 1978, ayer, hoy y mañana, seguirá fiel a su cita con los quioscos.

Y en los próximos 45 años...

La casa del futuro:
como las buenas del pasado

Un reportaje de EL PERIÓDICO

Textos:
Carlos Márquez Daniel
Diseño e ilustraciones:
Andrea Zúniga
Coordinación:
Rafa Julve, Ricard Gràcia y Iosu de la Torre