Por Núria Marrón y Helena López. Con imágenes de Ferran Nadeu y diseño de Andrea Hermida-Carro

Desde la primera gran huelga feminista del 8M de 2018, uno de los grandes motores de esta revuelta ha sido ese grueso de chicas que han aportado el nervio y las inquietudes de sus 15, 20, 25 años. Desde la bancada más joven del movimiento y ajenas a las disputas que tensionan al colectivo, Alícia Bordoy, Julia Portal, Estela Alais, Carmela Zarza y Ainoa Balastegui coinciden en dos obsesiones: que el feminismo no se convierta solo en una marca y que sea realmente un horizonte de emancipación para todo el mundo. Mientras tanto, en este encuentro con EL PERIÓDICO, hacen balance de estos años, hablan del machismo de cada día, de redes y presión estética, de la ofensiva reaccionaria que anida entre los chicos más jóvenes y de sus planes de rebelión contra el mundo heredado.

Alícia Bordoy, 21 años.
Mallorquina afincada en Barcelona.
Estudia Ciencias Políticas.

Estela Alais, 22 años.
Graduada en Ciencias Políticas.
Activista antirracista.

Ainoa Balastegui Montoro, 23 años.
Barcelona.
Estudia Historia del Arte en la UB.

Carmela Zarza Vázquez, 20 años.
Estudia el grado de Ciencias.
Vive en Santa Coloma.

Julia Portal, 23 años.
Graduada en Bellas Artes.
Preside la asociación de vecinos de La Florida.

Observa en este comparador las diferentes realidades con las que se encontraron dos generaciones

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Alícia: Creo que lo que hemos vivido en los últimos años ha servido para socializar el feminismo. Queda muchísimo por hacer, pero no me imagino de pequeña, en mi pueblo de Mallorca, hablando de feminismo.
Julia: Igual soy muy pesimista, pero no lo veo en plan 'guau, cuántos cambios ha habido'. El feminismo es poner la vida en el centro y hoy día en el centro está el dinero. El sector de los cuidados sigue pesando sobre mujeres muy precarizadas, a menudo migradas y sin derechos. Y en nuestra esfera íntima también persisten las relaciones tóxicas. Lo vemos todo el rato a nuestro alrededor.
Estela: Tengo muchas amigas que con 20 años ya habían sido maltratadas por novios o rollos. A mí, por ejemplo, por el hecho de ser negra, se me sexualiza constantemente. Me han dicho de todo: te mueves como Beyoncé, pedazo de culo... Siempre me he sentido negra antes que mujer. Las violencias que recibo siempre vienen primero por mi negritud. No me insultan llamándome "mujer de mierda", sino "negra de mierda". A nosotras nos degradan constantemente. A veces te hablan como si fueras idiota solo por ser negra.

Carmela: Lo que cuentas es increíble. Creo que, en general, se han visibilizado las violencias de género y sexuales y quizá ahora detectamos cosas que antes pasaban inadvertidas. Por el entorno en el que he crecido, yo no creo que pudiera caer en dinámicas de maltrato sin darme cuenta, pero quién sabe. Aun así, el acoso persiste. A mí me han perseguido por el pasillo del metro y con 13 años me han dicho burradas en el vagón sin que nadie reaccionara. Ante esas situaciones no suelo hacer nada, por miedo a que la cosa vaya a más. Hace dos años hice un curso de autodefensa en Ca la Dona, y fue muy interesante y útil.

Alícia: ¡Yo también hice uno! A mí me ha costado mucho reaccionar cuando en una fiesta te tocan el culo. Reivindico el derecho a poder empujar o actuar cuando alguien te molesta porque te considera un objeto. Ya basta de ser pedagógicas todo el rato.

Ainoa: Yo me identifico como 'queer', palabra que nació como insulto [raro en inglés] y que ahora se reivindica para expresar que nos sentimos fuera de la norma en cuanto a sexualidad o identidad de género. Yo, por ejemplo, supe que me gustaba una chica a finales de la ESO. También tengo gente cercana que duda de su identidad de género. La verdad es que me siento super agradecida a que ahora haya tantas series que visibilicen la diversidad, hacen que no te sientas un bicho raro. Lo que no puedo entender es ese movimiento transexcluyente que ha criticado la ley trans diciendo que daña a los adolescentes, cuando lo que les perjudica es todo el odio que reciben.
Carmela: Yo me identifico como mujer porque es así como se me percibe y, al fin y al cabo, sufriré las opresiones de esta condición, pero no siento que me defina nada más. Sobre sexualidad, creo que en los últimos años se han visibilizado una gran variedad de posibilidades. De hecho, ahora te puedes cuestionar tu heterosexualidad sin necesidad de haber sentido antes atracción por alguien de tu mismo sexo. Esto no pasa tanto con los chicos, ¿eh? la bisexualidad no se lleva bien con la masculinidad frágil.

Alícia: Estoy de acuerdo en que nuestra generación ha roto muchas normas, y tenemos más libertad para definir nuestras preferencias sexuales. Aun así, también creo que hay una perversión en torno a la sexualización de las mujeres: a veces se vende como empoderamiento lo que te puede acabar oprimiendo.
Julia: Sí, el porno ha normalizado un montón las relaciones entre chicas, pero como objeto de placer para los hombres.

Estela: Pues yo me he criado en entornos multiculturales y migrantes y debo decir que la homosexualidad aún está mal vista en muchos de ellos. No todas las mujeres encuentran el espacio para hablar de ello abiertamente.

Ainoa: Yo la verdad es que paso de la presión estética.
Julia: Muchas veces decimos: "Esto lo hago por mí, porque me gusta". Pero no es así. Lo que decimos que hacemos por nosotras responde o al deseo masculino o a estar a la altura de lo que se supone que debes ser. Los 'post' de Instagram son una performación de lo que esperan ver tus seguidores, del rol de mujer al que se supone que debemos responder.
Estela: Son necesidades que nos crean desde pequeñas. Instagram entró en mi vida cuando tenía 13 o 14 años, con instrucciones concretas de cómo te debes mostrar. En mi entorno, que es más choni, vas a ful con las pestañas, las uñas de gel, el escote... Soy consciente de que lo hago por presión, pero ¿cómo lo haces para que no te afecte? ¡No puedes! Entonces te dices: vale, sé en qué ruleta estoy, pero sigo caminando como un hámster. Por nuestra socialización, nosotras tenemos una necesidad constante de aprobación.

Alícia: Físicamente tienes que encajar en un canon y eso es una presión mental muy 'heavy'. Y sufres ansiedad por cumplir con todos los objetivos y estar pendiente de todo. Estudio dos carreras, tengo que trabajar para pagarlas y voy siempre acelerada.

Estela: La presión no es solo estética. Ves que la una ha viajado, que la otra ya tiene el título... Y te dices, ¿Y yo, qué hago? Tengo 22 años y ya he 'petado' por ansiedad. He tenido migrañas muy fuertes y he estado encamada tres meses, porque estudiaba, trabajaba y no llegaba. Soy de clase popular y para ir a la universidad he tenido que hacer un sobreesfuerzo. Creo que cada vez 'petamos' antes. Y nos medican a tutiplén. Tengo amigas que llevan tres años con ansiolíticos. Y luego está toda esa gente que parece que tiene depresión para ser guay. Es importante visibilizar la salud mental, pero no se puede banalizar.

Carmela: Es cierto. Durante una temporada en TikTok no dejaba de ver chicas muy guapas y aparentemente perfectas que explicaban sus trastornos alimentarios; y eso puede crear confusión, porque gente joven e influenciable puede llegar a romantizar la enfermedad.

Julia: Pero la medicalización de los adolescentes es una realidad. El otro día hicimos un taller con chavales de 18 años y la mitad de la clase tomaba pastillas. Van al CAP para ir al psicólogo y les recetan psicofármacos.

Carmela: Siento que estamos en un momento en que parece que el feminismo esté pasado de moda, a la vez que genera mucho 'hate'. Paradigmático fue el juicio de Amber Heard y Johnny Depp. Al final todo el odio acaba yendo hacia las mujeres. Pero también hay muchos hombres que se están revisando y que van con mucho cuidado para no caer en dinámicas de poder. Otros, en cambio, no atienden ni a cifras ni a argumentos, y dicen, en plan 'cuñados', que la igualdad ya es un hecho. Aun así, creo que es importante que ellos estén con nosotras: hay muchos tíos que solo escuchan a otros hombres.

Alícia: Yo, en cambio, creo que los hombres feministas no existen. A lo largo de la historia, nunca se han interesado por esta desigualdad y en los últimos años tampoco percibo que haya habido una voluntad por acercarse más a nosotras. Y luego está el tema de esos chavales que ahora tienen 16 y 17 años, que creen que vienen a romperlo todo y que es súper transgresor decir que eres un machista 'turboespañol' que niegas la violencia machista.

Estela: Los mensajes reaccionarios se están colando a borbotones por cualquier brecha para dar respuestas, populistas y perversas, a los problemas que señalamos. Por eso es importante que ante cada reivindicación demos una propuesta de acción.

Ainoa: A mí me gustaría, y más aún después del caso de Sallent, que nunca más nadie pensara en quitarse la vida para solucionar un problema y que el feminismo representara también a todas las minorías. A las mujeres de clases populares, a las migradas, al colectivo LGTBIQ+...

Carmela: Tenemos que estar dispuestas a aprender y a reconocer que nos equivocamos.  

Julia: Yo quiero que hagamos piña: solas no somos nada. De hecho, mi mayor deseo es que acabe el capitalismo. Lucho por eso, sí. Por las vidas vivibles para todo el mundo.

Alícia: Para ello es necesario organizarnos con otras mujeres y compartir espacios seguros. Solo así podemos tejer hacia dónde nos proponemos caminar y qué necesidades queremos construir.

Estela: Mi mayor legado sería que las mujeres negras dejemos de ser una cuota; que el feminismo occidental nos tenga en cuenta de una vez, que no nos haga consumidoras, sino partícipes del movimiento. La lucha feminista debe ser antirracista.

Ainoa: Yo realmente creo que esta revuelta ya no hay quien la pare. Pero no va con el piloto automático, así que no podemos dejar de echarle carbón.

Textos:
Núria Marrón y Helena López
Diseño:
Andrea Hermida-Carro
Tabla interactiva:
Francisco J. Moya
Coordinación:
Rafa Julve y Ricard Gràcia