Del culto al coche a la ciudad de los 15 minutos

Por Juan Fernández
Diseño: Andrea Zúniga

Hace 45 años nadie sabía qué era un carril bici, ni un apartamento turístico, ni el cambio climático, ni un patinete eléctrico, ni el teletrabajo, ni la ciudad de los 15 minutos. Sin embargo, todos estos elementos, y otros muchos de rango parecido, han contribuido a configurar las ciudades de hoy y van a tener mucho que ver en el diseño de las urbes del futuro.

Ni Barcelona, ni las demás ciudades españolas, ni las del resto del planeta son hoy como eran en 1978. En este tiempo, han ganado población, han incrementado su oferta de servicios –sobre todo los enfocados al turismo- y han remozado su aspecto y su ‘skyline’. Pero, quizá, el cambio más sustancial ha consistido en sustituir al coche por el peatón como sujeto principal de la ciudad y de la planificación urbana. La ciudad del futuro mira al ciudadano, no al conductor.

Un planeta cada vez más urbano

Nunca hubo tantas personas viviendo en núcleos urbanos como ahora ni las grandes ciudades albergaron a tantos habitantes como hoy. De hecho, las de mayor tamaño ya no se llaman ciudades, sino 'macrociudades': auténticas aglomeraciones humanas más pobladas y con mayor densidad de lo que alcanzan muchos países.

La tendencia a vivir concentrados en grandes polos urbanos, que ya venía marcando los movimientos migratorios en todo el planeta a lo largo del siglo XX, se ha incrementado en los últimos 45 años. Y no parará aquí: si hoy el 56% de la población del mundo vive en ciudades, se calcula que en 2050 la población urbanita habrá llegado al 70% en todo el planeta.

Esta tendencia a la aglomeración genera (y seguirá generando) problemas medioambientales, de movilidad y de segregación social. Las ciudades son responsables de dos tercios del consumo mundial de energía y de más del 70 % de las emisiones de gases de efecto invernadero. Buena parte de la nueva población urbana ha acabado alojándose en suburbios. Según el Banco Mundial, hoy hay 1.000 millones de pobres malviviendo en asentamientos urbanos informales, y la tendencia apunta a que esa población marginal seguirá creciendo en las próximas décadas.

El ‘boom’ de las áreas metropolitanas

El gran movimiento migratorio del campo a la ciudad lo vivió España en las décadas de 1960 y 1970, pero esa mudanza ha continuado, aunque a menor ritmo, en los últimos 45 años. A excepción de 2013 y 2014, en los que la crisis frenó el crecimiento de las ciudades, la población urbana no ha parado de aumentar. Lo hizo con gran intensidad entre 2003 y 2007, propulsada por el ‘boom’ inmobiliario que hizo aflorar nuevos barrios en los extrarradios de las grandes ciudades.

El crecimiento de las áreas metropolitanas ha sido uno de los grandes fenómenos urbanos de estas cuatro décadas. Entre 1981 y 2017, ocho millones de españoles se mudaron a vivir a las coronas periurbanas de ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia o Sevilla. Parte de esos habitantes provenían del centro de esas mismas urbes, de donde se han visto expulsados en estos años por la carestía de la vivienda que han impulsado, entre otros, factores como los alquileres de uso turístico. De media, un metro cuadrado de suelo urbano costaba 198,4 euros en 1978. En 2023 su precio ha ascendido a 1.990 euros.

Barcelona, del sueño olímpico a las ‘superilles’

Si un barcelonés hubiera entrado en coma en 1978 y despertara hoy, se quedaría boquiabierto al descubrir que la ciudad se reencontró con el mar con motivo de los Juegos Olímpicos de 1992, que es posible darle la vuelta en una autovía que la circunvala, que el tranvía ha regresado la Diagonal, que hay un sistema público de bicis compartidas y que muchas de ellas circulan por carriles dedicados en exclusiva a las dos ruedas. Probablemente, frunciría el ceño al saber que la Sagrada Familia sigue sin terminarse, aunque se asombraría al ver el avance de las obras.

Barcelona es una de las urbes españolas que más han cambiado en los últimos 45 años y que más intensamente ha debatido sobre qué debe ser (y qué no) una ciudad. Su atractivo urbano, impulsado a partir de 1992, le ha dado fama mundial, pero también ha supuesto un suplicio para los vecinos, muchos de los cuales se han visto expulsados de sus calles por el monocultivo del turismo. El futuro de la ciudad pasa por resolver las contradicciones que cobija: en algunos barrios han empezado a aflorar ‘superilles’ que expulsan a los coches y dan protagonismo a los peatones, pero los conductores barceloneses son hoy los que pasan más tiempo atrapados en atascos de todo el país: 59 horas al año. El futuro se llama movilidad urbana.

Y en los próximos 45 años...

María Rubert de Ventós, urbanista: "El verde debe explotar en las calles"

Un reportaje de EL PERIÓDICO

Textos:
Juan Fernández
Diseño e ilustraciones:
Andrea Zúniga
Coordinación:
Rafa Julve, Ricard Gràcia y Iosu de la Torre