(Sobre)vivir en pandemia

Paseo ilustrado por ocho escenas cotidianas trastocadas por el dichoso coronavirus

Primer aviso. Dice David Guetta que cuando acabe esta mala digestión propia de los años 20 se van a ver fiestas en este planeta como nunca se habían visto; que ríete tú de las bacanales romanas y de los días de empalme en Ushuaia. Y mira que de fiestas el 'deejay' sabe un rato. Y la verdad es que tampoco hay que ser Nostradamus para profetizarlo: después del coronavirus pocas cosas volverán a ser igual.

Lo que no incluye Guetta en su ecuación es que hay variables respecto de la era prepandémica que no serán motivo precisamente de disfrute. Y que incluso el tema de la parranda podría estar lleno de cortafuegos, como así lo demuestra el día a día en estas ocho escenas que presentamos a continuación. La vida cotidiana, trastocada desde los cimientos.

Si estás viendo esta historia en el móvil, puedes ponerlo en horizontal para ver las ilustraciones enteras

En el año 1 a.C. (léase a.C. como 'antes del Coronavirus'), y en todos los que le precedieron, la arena de la playa en invierno apenas la pisaban surfistas, bañistas con propósitos de año nuevo y algún que otro paseante descarriado.

Con los cierres perimetrales y comerciales por culpa del covid, los arenales se convirtieron en enormes hormigueros invernales y los paseos marítimos, en centros de peregrinación más frecuentados que la Meca y Santiago.

Una de las últimas noticias sobre alguien guardando cola antes del tsunami vírico hacía referencia a las infinitas congas sin Jalisco de por medio que se formaron en Port Aventura en octubre del 2019.

Con la catástrofe-19 han brotado colas en cualquier lugar. En las panaderías, en los 'take away', en el perímetro de las escuelas... y, por desgracia, ante los bancos de alimentos y las entidades vecinales.

En la calle, generalmente en lugares turísticos, o en el metro, a los indígenas occidentales se les solía escapar alguna que otra mueca de sorpresa o desaprobación cuando veían a un forastero portando mascarilla.

Los gestos de reprobación se desatan ahora cuando alguien va por la calle sin llevar puesto el bozal coronavírico. Ciclistas y 'runners' tienen bula (no en todos los sitios), aunque alguna mirada láser también se llevan.

Toda apertura de un nuevo carril bici era antaño motivo de discusión. ¿Para qué tantos para tan pocos?, cuestionaban sus detractores. Entonces, las serpientes multicolor se reservaban para las vueltas ciclistas.

Pero llegó el covid y las bicis salieron a la calle como setas mientras el bicho aceleraba la eclosión del patinete eléctrico. Mucho usuario del metro saltó del tren para mantener las distancias quemando rueda.

Hasta el aeropuerto de Castellón había logrado un cierto tráfico aéreo antes de que aterrizara la pandemia. El 'low cost' convirtió los aeropuertos en tetris de viajeros. No había ni una casilla vacía.

En la nueva era se podría poner en la megafonía aeroportuaria cualquier obra de Ennio Morricone y dejar que el viento empujara una barrilla o estepicursor, esos arbustos secos tan típicos en las pelis del oeste.

Hace poco más de un año había museos donde lo máximo que podías aspirar a ver eran bustos andantes. Hacías más estiramientos de cuello que Patry Jordán.

Ahora hay tiempo hasta para regodearse, y encima, por si hay confinamiento, los museos se han puesto las pilas y han mejorado las visitas virtuales.

El 21 de enero del 2020 fue el último en que se pudo celebrar como dios manda el día internacional del abrazo. No hacía falta mirar de reojo por temor a que alguien te metiera una bronca.

Para regocijo de los más despegados, ahora nos saludamos con el codo, con la mano en el corazón los más cursis y hasta chocando los pies. Y si no, con un simple "ey" bajo la mascarilla.

Y te ibas de casa y te habías dejado el móvil, las llaves y, quizá, hasta los dónuts. Los despistados lo son siempre, haya o no haya pandemia.

Lo que pasa es que lo de la mascarilla ha sido un acto a traición. Solo faltaba tener que acordarse de ella. Que levante la mano quien no se la haya olvidado nunca. Y la de oportunidades que quedan aún para hacerlo.


Ilustraciones: Ramon Curto
Textos: Rafa Julve


Este reportaje se ha publicado en EL PERIÓDICO el 12 de marzo del 2021 con motivo del primer aniversario de la entrada en vigor del estado de alarma en España debido al covid-19.