10 actitudes (evitables)
que deterioran tu ciudad

Textos: Carlos Márquez Daniel
Ilustraciones: Ramon Curto

Amenos de un año para las elecciones municipales, vayan haciéndose a la idea de que en los próximos meses su gobierno local tratará de blandir los éxitos de estos últimos cuatro años al tiempo que la oposición esparcirá todo tipo de maldades sobre la gestión del municipio. Y sí, seguro que hay muchas cosas mejorables: la limpieza, el transporte público, la respuesta ante las emergencias sociales, la inseguridad, el acceso a la vivienda, la contaminación. Pero hay muchas otras que están en nuestra mano, pequeños gestos que pueden ayudar a que todos vivamos un poco mejor.

El incivismo es una opción personal en auge que genera no pocas consecuencias en el entorno inmediato. Vecinos que no pueden dormir por las noches, niños que se sientan sobre meados de perro en las esquinas, malos olores por la deficiente gestión de los residuos, bancos públicos vandalizados... Pero no son solo las incomodidades y la calidad de vida, también está la economía: los ayuntamientos destinan cada año auténticas fortunas para revertir estos gestos poco amables con la ciudad. Sin perder el espíritu de crítica hacia nuestros gobernantes, aquí van 10 actitudes (evitables) que deterioran la vida en nuestros barrios.

1. Basura

Salgan a la calle y echen una ojeada. Cierto, el consistorio debería multiplicar sus esfuerzos en materia de limpieza, pero la decisión de meter nuestra bolsa de basura en la papelera, de dejar nuestros residuos en el alcorque del árbol o de depositar la porquería hogareña al lado del contenedor porque está lleno, es tan personal como evitable. En este apartado podemos añadir los muebles que sacamos el día que no toca o el esfuerzo, aún insuficiente, en materia de reciclaje. Y no solo porque lo pida el alcalde, también porque nos obliga la Unión Europea. En 2030, la tasa de reciclaje debe ser como mínimo del 60%); en el caso de Barcelona todavía no se ha llegado al 40%.

2. Mascotas

En la capital catalana, por poner un ejemplo, hay más perros que niños menores de 12 años. Lo de las mascotas no es cosa menor. Además de compañía y de alegrar la vida de decenas de miles de familias, también hacen pis y caca. Lo segundo cada vez está más controlado, aunque todavía es habitual encontrar mojones en calles y parques públicos en los que suelen jugar los chavales. En cuanto a lo primero, queda mucho por hacer. Municipios como Mataró obligan a echar agua sobre la orina del perro, pero lo normal es que los canes evacuen sin más ante la ausencia de normativa. En cualquier lugar. La orina oxida y corroe las persianas de los comercios, y también daña la vegetación y los árboles. Y sí, a los cachorros se les puede entrenar para que meen y defequen en lugares determinados.

3. Grafitis

Los presupuestos municipales de limpieza cada vez destinan una partida más importante al borrado de grafitis. O más bien dicho, al borrado de ‘tags’, el nombre con el que se conocen las firmas de estos supuestos artistas urbanos. En Barcelona, y solo en 2021, el ayuntamiento realizó 115.000 intervenciones (315 al día) en las que se aseó un total de 280.000 metros cuadrados, o sea 28 hectáreas, o sea, casi el equivalente a la superficie de todo el parque de la Ciutadella. El colmo del grafiti es llegar a pintar, como está sucediendo, edificios que son patrimonio de las ciudades y pueblos. Luego está el pinta y colorea del transporte púbico: en el caso de Rodalies, Renfe destina 12.000 euros diarios a la limpieza de trenes. En 2021 se produjeron casi 1.000 ataques vandálicos a convois de la red catalana.

4. Seguridad vial

En Barcelona se siguen registrando 20 accidentes con lesionados cada día. En lo que llevamos de 2022, 11 personas han perdido la vida, 10 de ellas motoristas, y 83 más han resultado heridas graves, 27 de las cuales eran peatones. Son cifras a todas luces inaceptables. En 9 de cada 10 siniestros, la causa principal es una mala decisión del principal implicado: distracción, exceso de velocidad, consumo de alcohol, giro indebido, no obedecer el semáforo… Incivismo en su versión de seguridad vial. Pero aquí la cosa no va solo de educación, gestos o actitudes: también va de salvar vidas o de evitar destrozarlas para siempre.

5. Respeta al peatón

En la pirámide de la fragilidad vinculada a la movilidad, el peatón es el que está más arriba; el más vulnerable. En ciudades en las que el 60% del espacio público está destinado al coche, a pesar de que ir a pie es el principal medio de transporte, el respeto es, además, una cuestión de justicia social. Las bicis y los patinetes no deben ir por las aceras, lo prohíba o no la ordenanza de circulación del municipio. Tampoco las motos en busca de aparcamiento. Del mismo modo, respetar los pasos de peatones debería ser sagrado.

6. Ruido

El exceso de ruido no solo molesta, también afecta a nuestra salud. Más allá de la normativa y todo lo referente a las obras en casa o en la vía pública, determinadas actitudes convierten el descanso nocturno en un martirio. Lo saben bien los vecinos de las zonas de ocio de las ciudades y pueblos, que a menudo tienen que escuchar eso de ‘es el problema de vivir aquí’, como si no hubiera más remedio. No es lo mismo quejarse de los jabalís si vives en el monte que del ruido si resides en el Raval de Barcelona o en el Tubo de Zaragoza. Ahí hay alguien que decide salir a gritos de un bar a las tres de la madrugada o que opta por el botellón en plena plaza.

7. Dar ejemplo

Los niños imitan lo que ven en casa y en la escuela, pero también emulan lo que observan en la calle. Dar ejemplo no es un coto privado para los padres, es también una actitud cívica. Hay muchas situaciones y pueden aplicarse a cualquiera de los otros nueve puntos, pero si hay que proponer alguno, no cruzar en rojo el paso de peatones sobre todo cuando hay niños alrededor podría ser un buen comienzo.

8. Cuidar a los mayores

La ciudad o el pueblo que cuida de sus mayores y de sus niños tiene mucho terreno ganado. Mimar a nuestros abuelos es una manera de reconocer y agradecer su legado, y ligando con lo anterior, y siendo algo egoístas, es la mejor receta para que nuestros hijos y futuros nietos hagan lo propio con nosotros. En el transporte público, en la calle, cruzando la calzada, en el supermercado, en un banco del parque…, sin caer en el molesto paternalismo, tenerlos presentes y echarles una mano si es menester es un gesto siempre agradecido.

9. Transporte público

El deterioro de lo que es de todos y no es de nadie marida mal con el cuidado que sí tenemos con lo que es privado y particular. Uno puede tener su bicicleta impecable, pero si opta por el sistema público de bicis, da bastante igual el mantenimiento o cómo la tratemos. Lo mismo con el bus o el metro, donde es habitual ver zapatos apoyados en los asientos, gente que no usa la mascarilla, viajeros escuchando música con un altavoz, comiendo y bebiendo y dejándolo todo perdido. Un mal uso del transporte colectivo implica más inversión en mantenimiento y reparaciones. Y eso que rompen unos pocos, lo pagamos entre todos.

10. Papeles, colillas y chicles

Es probable que hayan coincido con un empleado municipal de limpieza que carga con una manguera de agua a presión. Está intentando quitar los chicles y los pedazos de papel de plata que se funden con el asfalto y que los camiones de baldeo no pueden eliminar. Hay gente que lanza un papel al suelo cuando tiene detrás una papelera. O que tira una colilla cuando esas mismas papeleras ya tienen un 'gadget' extra que permite apagarlas con seguridad para luego desecharlas. Si han tenido bebés y han ido a la playa, ¿menudo asco cuando encuentran un pitillo y se ponen a jugar con él, verdad…?

No se trata de hacer examen de conciencia. Y no está en el ánimo de este diario evaluar o poner en cuestión el grado de civismo de sus lectores. Pero quizás al repasar estos 10 puntos se hayan dado cuenta de que en la última semana o en el último mes han caído en una o varias de estas actitudes. Sin perder el espíritu crítico hacia los gobernantes del pueblo o de la ciudad, la pregunta es inevitable: ¿podrían haberlo evitado?

Un reportaje de EL PERIÓDICO

Textos: Carlos Márquez Daniel
Ilustraciones: Ramon Curto