Recetas para
crear ciudades
más sostenibles

Recetas para
crear ciudades
más sostenibles

Por Valentina Raffio

"Hablar de ciudades sostenibles no es hablar de utopías. Ya existen muchísimos ejemplos de cosas que se están haciendo y que están funcionando para amortiguar los efectos de la crisis climática en las ciudades", explica el divulgador ambiental Javier Peña, creador de la plataforma 'Hope towns' donde se recopilan decenas de ejemplos de soluciones a pequeña y gran escala para crear entornos más resilientes ante los extremos climáticos, reducir la huella ecológica de nuestras actividades diarias y, en general, "mostrar que hay esperanza y ayudar a dibujar un camino para conseguir un mundo mejor".

Se han publicado innumerables informes científicos que desglosan, por un lado, todos los problemas ambientales de las metrópolis y, por el otro, todos los beneficios que obtendríamos, por ejemplo, reduciendo la contaminación y creando más espacios verdes en los entornos urbanos. Según explica Peña, la apuesta por las ciudades sostenibles no solo supone un beneficio para el medio ambiente sino que, además, se trata de algo que "mejora las vidas, el bienestar y la salud de las personas" y hasta "favorece a la economía". "Son cosas que merecería hacer incluso si no existiera la crisis climática o la contaminación. Estamos hablando de soluciones que nos ayudan a crear un presente y un futuro mejor para todos", comenta el divulgador.

Estas son algunas de las recetas que se plantean para crear ciudades más sostenibles.

Más espacios verdes

Una de las primeras fórmulas para crear ciudades más sostenibles es aumentar la presencia de espacios verdes. "Se necesitan más parques grandes y llenos de vegetación pero también más presencia de árboles y de verde en las calles", comenta Natalie Mueller, epidemióloga ambiental y experta en planificación urbana de ISGlobal. Según apunta  un informe de Naciones Unidas sobre ciudades sostenibles, la expansión del verde en las metrópolis contribuye a mejorar la calidad del aire, reducir la contaminación acústica, restaurar la biodiversidad y hasta amortiguar el impacto de las olas de calor.

También hay estudios que demuestran que los espacios verdes tienen innumerables beneficios para la salud de los ciudadanos. "Los espacios verdes promueven la actividad física y tienen un impacto muy favorable para la salud mental", comenta Mueller. "La creación de estos espacios también favorece la socialización y eso también es algo muy importante para el bienestar social", añade esta especialista.

Varios estudios estiman que este tipo de actuaciones han logrado bajar los termómetros entre tres y cinco grados en las zonas intervenidas.

En los últimos años son muchas las metrópolis que han incrementado sus zonas verdes. Barcelona, sin ir más lejos, ha peatonalizado cuatro arterias de la ciudad y las ha convertido en ejes verdes.

En la otra punta del globo, en Medellín, también se han desplegado corredores verdes por varias zonas de la ciudad.

Y en Seúl se ha eliminado una gran autopista y se han recuperado seis kilómetros de arroyo.

Movilidad sostenible

Otra de las grandes recetas para conseguir ciudades más sostenibles es reducir la dependencia del coche. Por un lado, porque tal y como apuntan los estudios, el vaivén de vehículos es una gran fuente de gases de efecto invernadero, afecta a la calidad del aire y perjudica la salud de los ciudadanos en múltiples formas. Por otro lado, también hay informes que apuntan a que la expansión del coche ha relegado a los ciudadanos a espacios diminutos y esto también limita actividades tan esenciales para el bienestar social como, por ejemplo, los espacios de juego para los niños o simplemente las zonas de paseo y reposo para la población general.

Hay ciudades que han decidido abordar este problema restringiendo la circulación de coches, promoviendo el transporte público y favoreciendo el uso de bicicletas.

En Ámsterdam, así como en casi todas las ciudades de Países Bajos, por ejemplo, los coches se han convertido en algo residual. La mayoría de la gente se desplaza o en bicicleta o en transporte público y, en consecuencia, quienes apuestan por el coche se desplazan más rápido y sufren menos tráfico.

En ciudades como Vitoria o Santiago de Compostela también se ha conseguido reducir de forma considerable el tráfico de coches por el centro de la ciudad y a día de hoy hay zonas que son prácticamente peatonales.

Otra opción es replantear completamente el concepto de movilidad. París, por ejemplo, está intentado apostar por el proyecto de la ciudad de los 15 minutos para que los ciudadanos puedan tener al alcance de un paseo todas las necesidades y servicios esenciales como el trabajo, la compra, la educación, los centros de salud o los espacios de ocio. Este modelo conseguiría, por un lado, reducir el número de desplazamientos y, por el otro, favorecería aquellos más sostenibles ya sean peatonales, en bicicleta o en transporte público.

Ciudades como Shanghái, Melbourne o Portland ya tienen proyectos en esta línea.

Recursos circulares

Una ciudad más sostenible también es aquella que sabe aprovechar (y reaprovechar) mejor sus recursos. Cada vez son más, por ejemplo, las asociaciones y entidades que están desplegando proyectos con energías renovables en sus edificios ya sea para autoconsumo o para crear verdaderas comunidades energéticas.

En el Prat de Llobregat se ha creado una comunidad energética integrada por los vecinos, el propio ayuntamiento y las empresas locales para abastecer el municipio de energía limpia.

En estos momentos se estima que en Gran Bretaña existen más de 400 comunidades energéticas y en Australia, un centenar más. 

"También hay cada vez más proyectos circulares para mejorar el uso del agua", comenta Berta Roset, investigadora del Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals (ICTA-UAB) y vicepresidenta  del Col·legi d’Ambientòlegs de Catalunya (COAMB). "A veces se trata de algo tan sencillo como replantear si realmente necesitamos agua potable para ciertos usos o si podemos tirar de agua regenerada. O si, por ejemplo, podemos mejorar las redes de distribución de agua en los edificios para reaprovechar las aguas grises para, por ejemplo, las cisternas", añade. En Sant Cugat hace veinte años que se reutiliza el agua de las duchas para los inodoros. 

Hay otros muchos ejemplos sobre cómo reaprovechar propios recursos ambientales para mejorar la vida en las metrópolis. Toronto, por ejemplo, utiliza las gélidas aguas del lago Ontario para aclimatar los edificios de la ciudad y, con ello, ha consolidado el sistema de enfriamiento más grande del mundo. En la localidad china de Guangzhou, el despliegue de un sistema de refrigeración centralizada ha logrado bajar los termómetros entre dos y tres grados.

Pequeños (grandes) cambios

No todas las recetas para crear ciudades más sostenibles pasan por proyectos a gran escala. Hay muchas soluciones que se pueden impulsar desde los hogares y las escuelas. Ya son muchos los centros escolares que, por ejemplo, cuentan con menús basados en productos de temporada y proximidad y, en muchos casos, con un consumo reducido de carne para minimizar así la huella de estos productos. En las escuelas españolas existen cientos de proyectos para crear huertos o puntos de compostaje, construir refugios para la biodiversidad e incluso impulsar proyectos de ciencia ciudadana para entender los impactos de la crisis climática y, en la medida de lo posible, trabajar en posibles soluciones.  

Las asociaciones de vecinos juegan un papel clave en el diseño de ciudades sostenibles. En Barcelona, por ejemplo, una entidad vecinal impulsó un proyecto para renaturalizar los alcorques de los árboles.

En Brooklyn una grupo de vecinos decidió crear un gigantesco huerto urbano en la azotea de una nave industrial y ahora no solo intercambian las frutas y verduras que cultivan entre otros, sino que también hacen trueques con otro tipo de productos.

En la ciudad brasileña de Sao Paulo, una entidad de vecinos ha reconvertido un espacio abandonado en un parque urbano con vegetación nativa. Cada uno de estos proyectos ciudadanos suma su granito de arena para crear entornos más sostenibles y saludables.

"No existe una única receta para crear ciudades más sostenibles pero sí un inventario de soluciones a pequeña y gran escala con un potencial revolucionario", explica Javier Peña. Lo importante, según argumenta este divulgador ambiental, es "aterrizar estos proyectos sobre el terreno" y "mostrar cómo están mejorando la vida de los ciudadanos". "Todos estos ejemplos nos permiten visualizar qué significa realmente hacer frente a la crisis climática. No se trata de hablar de sacrificios, sino de todo lo que ganamos con estos modelos de ciudad", añade.

Un reportaje de El Periódico

Textos: Valentina Raffio
Fotografías: Jordi Cotrina, Ferran Nadeu, Manu Mitru
Diseño: David Jiménez
Coordinación: Rafa Julve