La crisis climática hunde la pesca de Barcelona

Textos: Valentina Raffio
Fotos: Ferran Nadeu


"El mar es el cementerio donde va a parar todo lo que hacemos mal en tierra", explica resignado José Manuel Juárez, Patrón Mayor de la Cofradía de Pescadores de Barcelona. La crisis climática ya ha llegado a las aguas del Mediterráneo y los pescadores, cuya supervivencia depende directamente del mar, son los primeros que están sufriendo las consecuencias de esta crisis. "Muchos dicen que los pescadores se han cargado el mar. Y no. No es así. Somos los primeros afectados por el cambio climático y nadie se acuerda de nosotros", argumentan varios pescadores del puerto barcelonés.

Esta es la panorámica que dibujan los pescadores de Barcelona sobre el impacto de la crisis climática en el sector.

Menos peces y más pequeños

1."Ya no se pesca igual que antes", repiten una y otra vez todos los pescadores de Barcelona. "Hay cada vez menos peces. Muchos de los caladeros donde más se pescaba ahora están casi vacíos y tenemos que buscarnos la vida en otras partes", relata Miguel Cabrera, patrón de varias embarcaciones, mientras revisa sus redes tras un día de pesca. Tras más de 26 años en la mar, este pescador también explica que los peces están cambiando su comportamiento. Especies como la sardina, que antes se encontraban lejos de la costa, ahora se están acercando. Otras nadan a más o menos profundidad. Y otras son cada vez más escasas

También preocupa que, según explican los mismos marineros, los peces pescados en el Mediterráneo son cada vez más pequeños. Como el boquerón, por ejemplo. "El cambio climático está acelerando el ciclo vital de los peces. El aumento de la temperatura del mar o los cambios de salinidad obligan a estos animales a reproducirse antes. Y esto provoca peces más pequeños y con menos grasa muscular y omega 3", explica la bióloga Anna Soler-Membrives, de la Universitat Autónoma de Barcelona (UAB). "Aun así, tras más de una década de estudios hemos podido corroborar que los peces y crustáceos que se pescan en Catalunya gozan de buena salud. Están sanos a pesar de todo", añade.

Más días de mala mar

2.El "arte de la pesca", como lo llaman los marineros, también se está viendo afectado por el avance de la crisis climática. Cada vez hay más días de mala mar. Y cuando los hay, el trabajo se desploma (y los pescadores se quedan sin jornal).  "Antes el mal tiempo era estacional. Tenías una semana de temporales y luego volvía el buen tiempo. Ahora las tormentas llegan sin avisar y se lo cargan todo", argumenta Juárez con la voz de alguien que lleva toda una vida dedicada al sector pesquero. "No solo hay más días malos. También hay temporales más fuertes que arrastran muchísima basura al mar y complican mucho la pesca", añade.

Una sola noche de mal tiempo consigue diezmar las capturas del día. En un día de mala mar durante la temporada baja, por ejemplo, todos los barcos de cerco de Barcelona consiguen reunir, con suerte, una veintena de cajas de poco más de 200 kilogramos de pescado. Esta cifra palidece ante los 10.000 kilogramos que, de media, se recogen en un día bueno. O los más de 15.000 kilos que se recolectan en temporada alta. El impacto de temporales como el Gloria es todavía mayor. "Los pescadores de arrastre tardan hasta cinco días en recuperar su actividad. Los de cerco tienen que esperar hasta diez días para poder pescar con normalidad", explica Juárez.

Basura y microplásticos

3. Los peces que se pescan durante la noche salen a flote envueltos de la celulosa blanca que desprenden toallitas y compresas. Las especies que se pescan de día, a través del arrastre, salen envueltos de la basura que se posaba sobre el fondo marino. Este es el sombrío panorama que los pescadores se encuentran día sí y día también en la costa. Los registros hablan de que, de media, cada año se vierten 570.000 toneladas de plástico en el Mediterráneo. El equivalente a 34.000 botellas al mar cada minuto.

La basura que recogen los pescadores es tan solo la punta del iceberg de un problema mucho más grande. Según explica Soler-Membrives, el Mediterráneo está lleno de microplásticos. "Una parte llega de la industria. Otra llega del desgaste de las ruedas de los vehículos. Y una gran parte viene directamente de la industria textil; de las lavadoras que ponemos en nuestras casas", explica la científica. Según un estudio liderado por su grupo de investigación, en estos momentos el 85% de las gambas que se pescan en Catalunya tienen trazas de microplásticos. Aunque, por suerte, todo apunta a que los crustáceos consiguen eliminar periódicamente estos deshechos. La contaminación les afecta, cómo no, pero por ahora consiguen esquivar la baza.

Una crisis tras otra

La contaminación y el cambio climático están hundiendo, todavía más, a un sector ya de por sí en crisis. Según explican varios pescadores desde el puerto de Barcelona, el "arte pesquero" está de capa caída. Falta relevo generacional. El desánimo entre los pescadores es cada vez más grande. Y la normativa, cada vez más restrictiva, hace temer que al sector solo le queden unos años de vida. "Bruselas quiere que pasemos de pescar 25.000 a 1.500 kilos a la semana. Si esta propuesta se acepta será nuestra ruina", lamenta el Patrón Mayor de la Cofradía de Barcelona. 

El sector pesquero en Barcelona está bajo mínimos. En los 90, hace tan solo 30 años, en la ciudad había unos 70 barcos pesqueros y más de 1.000 personas trabajando directamente del mar. Ahora, la flota pesquera se ha reducido a tan solo diez barcos y el recuento de pescadores apenas alcanza los 180 en total. "El único sector primario que hay en Barcelona es la pesca y está a punto de desaparecer", sentencia José Cabrera, pescador jubilado, con más de 40 años de experiencia en el mar y actual representante del sector del cerco de Barcelona. 

"La nueva normativa europea pide bajar los cupos de pesca de 25.000 a 1.500 kilos a la semana", denuncian los pescadores.

"Si un atún se enreda en tu red y lo pescas accidentalmente tienes que tirarlo muerto al mar porque sino te pueden caer miles de euros de multa. Te quedas con la red destrozada, cientos de euros en pérdidas y ni siquiera puedes trocear el animal para que tus marineros se lleven un trozo a casa", relata el pescador. Estas quejas resuenan en prácticamente toda la lonja barcelonesa. El malestar es común entre los pescadores. "El problema es que las normativas las diseña alguien que nunca ha visto el mar", añade Miguel Cabrera, sobrino de José, como voz de la quinta generación de pescadores de la familia. 

"Entré en este oficio porque me gusta, es mi vocación. Pero si tuviera que volver a empezar no estaría aquí. No se augura un buen futuro para esto"
José Carlos Laza Recio, patrón
"La administración nos trata como delincuentes, cuando solo somos pescadores que queremos hacer nuestro trabajo"
José Cabrera, representante del sector del cerco
"Tengo 44 años. En teoría, me quedan 14 años para jubilarme. Pero tal y como está la cosa, no creo que me jubile aquí. Barcelona va a perder su sector pesquero"
Miguel Cabrera, patrón
"No tiene sentido hablar de economía social, de prácticas sostenibles y de comercio de proximidad y no apoyar el sector pesquero de Barcelona"
José Manuel Juárez, Patrón Mayor de la Cofradía de Pescadores de Barcelona

"Cuanto más mal estás más te aprietan", reflexiona Jose Carlos Lanza, patrón del Verónica I. "Muchos echan la culpa a los pescadores del mal estado de la mar. ¿Pero por qué nadie habla de las millones de toneladas de cemento que han caído en el litoral en tan solo unas décadas? ¿Por qué nadie se queja de los superyates que tenemos aparcados aquí mismo? ¿Y de la contaminación que se vierte al mar? Si los pescadores de Barcelona desapareciéramos mañana al día siguiente esto estaría inundado de yates", comenta el patrón.

El diagnóstico final de la pesca en Barcelona es lúgubre. Lanza lo resume, como dice el refrán, con un "entre todos la mataron y ella sola se murió".


Este reportaje se ha publicado en EL PERIÓDICO el 23 de octubre de 2021