El cambio climático, visto por los niños

Un reportaje de Valentina Raffio, Olga Pereda y Helena López con dibujos de Mikel (9 años), Quim (8 años), Laia (10 años), Lluc (5 años), Miquel (10 años), Didac (7 años), Aitana (6 años), Marina (11 años), Laia (8 años) y Paula (11 años)

La conversación sobre cambio climático suele estar monopolizada por los adultos. Pero son los niños, en realidad, los que tienen la última palabra sobre este fenómeno que marcará su futuro. "Yo no quiero vivir en un mundo donde no haya tortugas ni osos polares", reflexiona Lucía (8 años). "El cambio climático es culpa de las fábricas y de los coches, por eso tenemos que conseguir que paren de sacar humo", añade Nil (10 años) con sorprendente lucidez.

EL PERIÓDICO ha entrevistado a una decena de niños y niñas de entre 5 y 12 años para entender cómo perciben el cambio climático y, sobre todo, cuál es su receta para salvar el planeta. Los dibujos que ilustran este reportaje muestran cómo los niños ven el presente y, sobre todo, cómo es el futuro reclaman.

Coches, fábricas y mucha contaminación

A sus 8 años, Quim tiene claro que "el agua no cae del cielo", como recuerdan todas las marquesinas de los autobuses en Catalunya. También sabe que hay que cerrar los grifos al lavarse los dientes y que el ayuntamiento debería poner sensores para que no siga cayendo agua cuando ya han terminado de lavarse las manos en el cole. A él, como al resto de sus compañeros, el cambio climático le preocupa. Tanto es así que lo imagina como un planeta triste envuelto por la contaminación de coches, aviones y fábricas. "Los coches contaminan y los aviones más, tenemos que organizarnos para no dar tantos viajes", afirma.

Laia (10 años) también tiene claro que el humo de los coches y de las máquinas le está haciendo daño al planeta. Para ella, además, el cambio climático tiene el rostro de un oso polar posado sobre un diminuto bloque de hielo. O de una tortuga nadando en un mar contaminado y lleno de bolsas de plástico y de latas de refrescos. "A veces los humanos pensamos que estamos solos en el planeta y contaminamos como si nada", reprocha. "Pero si actuamos así nos fastidiamos a nosotros mismos y a los demás seres vivos", añade.

Dídac (7 años) ve el cambio climático como un mundo con fiebre. Axel (7 años) como un planeta llorando, con un enorme incendio por un lado y mucha lluvia por el otro. Laia M. (8 años) lo imagina como una ciudad llena de contaminación, con humo saliendo de las fábricas, los coches y los aviones. Y Aitana (6 años) dice que "hace demasiado calor y algunos animales están en peligro de extinción por nuestra culpa". "Por culpa de los humanos los animales lo están pasando mal", comenta.

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Preocupación

Todos los niños y niñas interpelados en este reportaje explican que han oído hablar del cambio climático en el colegio o en casa. También explican al unísono que es algo que les preocupa. Este fenómeno también fue capturado por el estudio pionero realizado por la investigadora Silvia Collado, doctora en Psicología Ambiental y profesora del departamento de Psicología y Sociología de la Universidad de Zaragoza. En este trabajo, publicado en 2021, Collado encontró que la preocupación era el sentimiento predominante entre los niños a la hora de hablar del cambio climático.

También son muchos los jóvenes que manifiestan síntomas de ecoansiedad a la hora de hablar de este problema. "Se trata de una sensación de malestar, nerviosismo, tensión, miedo, frustración y ansiedad ante los problemas ambientales y las consecuencias negativas que puede haber en el planeta", comenta la especialista. En su estudio, de hecho, el 50% de los jóvenes entrevistados confesaban tener miedo ante el impacto de la crisis climática en sus vidas y, en general, en su futuro.

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La mayoría de los niños afirma sentirse preocupado por el cambio climático y una parte muestra síntomas de ecoansiedad

"Es importante que los niños estén concienciados desde muy temprana edad sobre la crisis climática, pero tan importante es que les ayudemos a entender el problema como que les permitamos imaginar un mundo mejor", comenta Sera Huertas, educador ambiental. "Si solo hablamos de lo mal que está todo sin darles una solución, sin darles una esperanza, estamos quitándoles lo más importante, que es un horizonte de futuro", añade el especialista en comunicación climática.

Un futuro mejor

La lucha frente a la crisis climática pasa por imaginar un futuro mejor. Miquel (10 años), por ejemplo, dibuja el problema como un mundo gris, triste y lúgubre acechado por la contaminación. Pero junto a este, también imagina un horizonte más esperanzador donde brilla el sol. Es ahí donde pinta un paisaje luminoso con energías renovables, donde se respira un aire limpio y, en general, donde predomina un clima de amor y paz.

Esta mirada optimista también protagoniza el discurso de Francisco Javier Vera Manzanares, el joven ecologista colombiano que con tan solo 8 años empezó a luchar por los derechos del planeta y que ahora, con 13 años, se ha convertido en una de las voces más destacadas del movimiento ambientalista. "Para frenar la crisis climática necesitamos optimismo", explica en una entrevista con EL PERIÓDICO en la que defiende, por ejemplo, "un futuro lleno de acciones para salvar el planeta". Su llamada "ecoesperanza".

Los jóvenes activistas piden enfrentar el problema con "optimismo" y crear soluciones que ayuden a construir un futuro mejor

Son muchos los niños que, a la par que hablan de cuánto les preocupa el estado del planeta, también explican, ilusionados, cómo ponen su granito de arena para solucionar el problema. "Nunca llevo la merienda en plástico de un uso sino en un 'tupper'", afirma Mikel (9 años). "Yo apago las luces, nunca dejo el grifo abierto y procuro usar muy poco el aire acondicionado", añade Paula (11 años). "En casa nos organizamos para no dar tantos viajes, compartimos coche para ir a los partidos y para las vacaciones siempre intentamos ir en tren", argumenta Quim (8 años). Todos estos pequeños gestos contribuyen a cuidar el planeta pero, sobre todo, muestran cuál es el futuro que quieren los niños.

Los jóvenes activistas piden enfrentar el problema con "optimismo" y crear soluciones que ayuden a construir un futuro mejor

Son muchos los niños que, a la par que hablan de cuánto les preocupa el estado del planeta, también explican, ilusionados, cómo ponen su granito de arena para solucionar el problema. "Nunca llevo la merienda en plástico de un uso sino en un 'tupper'", afirma Mikel (9 años). "Yo apago las luces, nunca dejo el grifo abierto y procuro usar muy poco el aire acondicionado", añade Paula (11 años). "En casa nos organizamos para no dar tantos viajes, compartimos coche para ir a los partidos y para las vacaciones siempre intentamos ir en tren", argumenta Quim (8 años). Todos estos pequeños gestos contribuyen a cuidar el planeta pero, sobre todo, muestran cuál es el futuro que quieren los niños.

Un reportaje de EL PERIÓDICO

Textos:
Valentina Raffio, Olga Pereda y Helena López
Diseño:
Andrea Hermida-Carro
Coordinación:
Rafa Julve