Avanzar en el diagnóstico precoz del cáncer de ovario; inventar una tecnología que mejore la calidad del aire; impulsar una física con implicaciones prácticas, y diseñar una inteligencia artificial con perspectiva de género e impacto en la salud. Con motivo del Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, estos son algunos de los avances que 10 investigadoras de primer nivel desearían dejar como legado a las nuevas generaciones de mujeres. Bienvenidos al futuro.

Un reportaje de Michele Catanzaro
Ilustraciones de Laia Julve

El cáncer de ovario tiene un índice de mortalidad muy elevado porque resulta muy difícil detectarlo. "Me gustaría ver más avances en diagnóstico poco invasivo, que permitieran la detección temprana", afirma Laura Lechuga, investigadora del Institut Català de Nanociències i Nanotecnologia (ICN2).

El covid, insiste la investigadora, ha puesto de manifiesto la importancia del diagnóstico por medio de gotas de sangre y orina, método que beneficiaría de forma especial a las mujeres. "Nosotras hemos sido las grandes ignoradas en el estudio de síntomas y en el diagnóstico", explica la investigadora.

Las epidemias afectan de forma distintas a las mujeres y a otros grupos vulnerables. Rachel Lowe, del Barcelona Supercomputing Center (BSC), desarrolla sistemas que simulan eventos meteorológicos que pueden desencadenar brotes infecciosos y que, por ejemplo, ya se han empleado para enviar alertas tempranas de riesgo de dengue en Vietnam.

“Me gustaría que consiguiéramos datos suficientemente detallados para entender esos impactos diferenciales y poder activar alertas que permitan diseñar intervenciones específicas para esos grupos", explica Lowe.

"Mi esperanza está puesta en los nuevos fármacos. Con cada nuevo medicamento ganamos años de vida de las pacientes", afirma Cristina Saura, jefa de la Unidad de Cáncer de Mama de Vall d’Hebron. "Al incluir pacientes en los ensayos clínicos, ya se están beneficiando de ellos", añade la investigadora.

Saura considera que en su campo de trabajo se esperan resultados sobre todo de los ADC (Antibody Drug Conjugates), tratamientos biológicos que usan anticuerpos para ser más selectivos en atacar el cáncer.

Quizá un día se pueda limpiar el aire de virus y contaminación de la misma forma en que se depura el agua para potabilizarla. Esa es la visión de Margarita del Val, del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBMSO).

"Me gustaría que el aprendizaje de la transmisión del covid-19 por aerosoles nos traiga tecnología para medir y mejorar la calidad del aire: medidores de CO2, filtros HEPA [recogedores de partículas de alta eficiencia], rayos ultravioleta, etcétera", explica del Val. La científica espera que estos sistemas y no las mascarillas se erijan un día en la primera línea contra los virus.

La eclosión de 'softwares' como el chatGPT preanuncia que la inteligencia artificial será determinante en los próximos años. "Esos sistemas se alimentan de textos escritos mayoritariamente por hombres, lo que introduce un sesgo", constata Caterina Biscari, directora del Sincrotrón ALBA.

"A mí gustaría que hubiera más presencia femenina en todos los niveles de la inteligencia artificial, desde los equipos que trabajan en la información que la alimenta, el código y las cuestiones éticas", afirma la científica.

Alrededor del sexto mes de vida se producen cambios importantes en la adquisición del lenguaje, relacionados con el desarrollo del cerebro. En los últimos años, ha habido avances importantes en técnicas que permiten medir la actividad cerebral del bebé y relacionarlos con comportamientos como el movimiento de los ojos.

"Entender la correspondencia entre bases neurales y conductuales en bebés sin patologías permitirá tener diagnósticos más precisos de trastornos del neurodesarrollo, como por ejemplo la dislexia", afirma Núria Sebastián, de la Universitat Pompeu Fabra.

"Me gustaría que hubiera un nuevo descubrimiento en el gran colisionador de hadrones del CERN [Centro Europeo para la Investigación Nuclear o Laboratorio Europeo de Física de Partículas Elementales], que ayudara a trazar el futuro de la física fundamental. Nos faltan pistas sobre la naturaleza de la nueva física que estamos buscando", admite Martine Bosman, investigadora del Institut de Física de les Altes Energies (IFAE).

Bosman mantiene que avances de este tipo también acaban teniendo un impacto social. De hecho, recuerda que la física de partículas desarrolló las técnicas de diagnóstico por imagen que permitieron crear, por ejemplo, las mamografías.

Una vacuna universal que sirva contra todos los virus respiratorios –gripe, coronavirus, sincitial, etcétera– es el grial de la virología contemporánea. Pero Júlia Vergara-Alert, del Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentàries (IRTA), apunta a otra vía prometedora: la terapia dirigida a los huéspedes.

"Los virus se dirigen a determinados receptores en la célula. Se trataría de buscar qué receptor es común entre diferentes virus e ir a bloquearlo", explica esta investigadora. Vergara-Alert también aboga por incrementar el monitoraje de infecciones en los animales.

Una de las herramientas para investigar el cerebro es la realidad virtual. Esta permite estudiar en particular la forma en la que se representa en el cuerpo al que pertenece. “La realidad virtual nos permite sentir que somos otra persona y, así, poder ver el mundo a través de sus ojos, enriquecer nuestra perspectiva y nuestra empatía”, explica Mavi Sánchez Vives, del Institut d’Investigacions Biomèdiques Agust Pi i Sunyer (IDIBAPS).

"Esta tecnología se puede usar para mejorar nuestra salud y relaciones. En este sentido, la realidad virtual permite de forma inmersiva ponernos en situaciones sociales incómodas con el objetivo de aprender a no reaccionar con violencia. Así, esta tecnología también puede contribuir a "crear entornos que faciliten la igualdad y la inclusión, o a rehabilitar comportamientos violentos", afirma la investigadora.

La inteligencia artificial está contribuyendo de forma inesperada a la solución de problemas biomédicos. Por ejemplo, el programa AlphaGO ha conseguido descifrar la estructura de todas las proteínas de los seres vivos, algo que puede acelerar el desarrollo de medicamentos.

"La inteligencia artificial se está usando ya para diagnosticar cánceres de forma más precoz, buscar mutaciones o detectar hábitos de vida que aumentan el riesgo", explica María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, que aboga por evitar los sesgos de género en su desarrollo.

Un reportaje de EL PERIÓDICO

Textos: Michele Catanzaro
Ilustraciones: Laia Julve