Efectos de la hiperpaternidad
Los padres helicóptero llegan a la universidad: "Vienen a pedir explicaciones sobre las notas"
Profesores universitarios sufren visitas incómodas o reciben correos de progenitores que exigen soluciones a problemas académicos de sus hijos, mayores de edad
Las empresas tienen dificultades para encontrar a universitarios capaces de resolver problemas y ser autónomos

Estudiantes universitarios de Ingeniería, en un descanso en el campus de UPC. / Elisenda Pons

El profesor Daniel Arias Aranda, catedrático de Organización de Empresas en la Universidad de Granada, estaba un día trabajando en su despacho del campus cuando la madre de una alumna entró de sopetón, cerró la puerta y comenzó a lanzarle gritos y reproches sobre lo poco que estaba aprendiendo su hija en sus clases. En otra ocasión, un padre hizo lo mismo pero sin elevar el tono. Se limitó a dejarle encima de su mesa su tarjeta de inspector de Hacienda, como insinuando “cuidado con mi hijo, que te puedo buscar un problema fiscal”.
Una profesora de la UB explica que una alumna vino a una tutoría acompaña de su padre y su novio
Hace unas semanas, Arias Aranda estaba tomando un café con el vicedecano de Prácticas de la facultad de Educación de Granada, Pedro Valdivia, que le contó que acababa de poner en la puerta de su despacho un cartel que decía: “El vicedecanato de Prácticas no atiende a padres. Todo el alumnado matriculado en Prácticas es mayor de edad”. Arias Aranda aplaudió la iniciativa y le pidió permiso para publicarlo en su perfil de Twitter (ahora X). A los pocos minutos, un torbellino arrasó la red social con cientos de comentarios de docentes asegurando que, efectivamente, los campus tienen un problema serio con los padres y las madres helicóptero, esos que sobrevuelan constante sobre sus hijos e hijas y les solucionan cualquier mínimo incidente para que no tengan problemas ni les falte de nada.
“No son casos mayoritarios, pero tampoco infrecuentes. Que vengan los padres de universitarios a pedirnos explicaciones sobre la manera de dar las clases, los exámenes y las notas de sus hijos o las matrículas es una tendencia al alza”, advierte el catedrático de Granada. Toda una legión de docentes opinan igual que él.
“Colgar ese cartel es muy valiente”, corrobora Encarnación Carrasco, coordinadora del grado de Mestre de Educació Primària de la Facultat de Educació de la Universitat de Barcelona (UB). Carrasco asegura que, de vez en cuando, padres helicóptero le escriben a su correo electrónico pidiéndole alguna gestión para su hijo universitario. “Yo les pregunto si es menor edad. Está claro que la hiperpaternidad se nos ha ido de las manos”, añade. Otro ejemplo le da la razón: el abuelo que a principio de curso acompañó a su nieto en tren a la Universidad de Girona, donde estudia el chico, para hacer con él el recorrido y asegurarse de que aprendía el camino.
“Hay que apoyar y ayudar a los hijos siempre, pero esas familias les están haciendo un flaco favor. Les están sobreprotegiendo y convirtiendo en personas dependientes, que es una forma de maltrato”, concluye Arias Aranda, autor del ensayo ‘Querido alumno, te estamos engañando’.
"Si a un alumno se le pasa el plazo para matricularse en las prácticas o en una asignatura, es su problema, no de su madre. Lo tiene que solucionar él"
"La hiperpaternidad se nos está yendo de las manos"
Normativa española
Aunque hay campus, como la facultad de Ingeniería Informática de LaSalle-Universitat Ramon Llull, que en el primer curso celebran reunión informativa de padres y madres, los docentes subrayan que la ley española de protección de datos impide facilitar ninguna información sobre una persona mayor de edad. Los centros tienen una normativa especial para los alumnos y alumnas que, nacidos a final de año, entran en la universidad con 17 años. “En esos casos, sí que podemos tener relación con los progenitores y ofrecerles detalles de la vida académica. Así está planteado en los reglamentos. Pero a partir de cumplir 18, la normativa es totalmente diferente”, añade. Una vez que el alumno es mayor edad, a no ser que tenga necesidades especiales, es ya el único responsable de su vida universitaria. “Si se le pasa el plazo para matricularse en las prácticas o en una asignatura, es su problema, no de su madre. Lo tiene que solucionar él”, insiste.
La excepción de la salud
Una vez que cumple los 18, también puede haber excepciones si los problemas del alumno vienen derivados de un asunto de salud. “Hace tiempo recibí en mi despacho a una madre que me pidió un cambio de clase para su hija, que sufría un trastorno de la conducta alimentaria y solo podría seguir asistiendo a la facultad con un nuevo turno horario. Por supuesto que lo hice. En el acto de graduación, la madre vino a darme las gracias y yo le dije: ‘Te entendí perfectamente. Yo también soy madre’. Fue un momento precioso, pero ese caso no tiene nada que ver con los padres que te envían un e-mail exigiendo cosas sin sentido y pidiendo trámites que sus hijos son perfectamente capaces de hacer ellos solos”.
Hace unos cuantos cursos, Carrasco recibió en su correo una petición de una alumna para una tutoría. La profesora no dio crédito cuando la vio llegar acompañada de su novio y su padre. En plena pandemia y con las universidades cerradas físicamente, la docente de la UB convocó una reunión 'on line' con el alumnado para templar los ánimos. “Ese encuentro era para los estudiantes, pero una madre empezó a hablar y fue muy tenso. Nos recriminó que estábamos gestionando todo muy mal y que no había derecho”, recuerda.
Los docentes destacan que el problema de las familias helicóptero no nace en la universidad sino en secundaria
Los docentes destacan que el problema de las familias helicóptero no nace en la universidad sino en la educación secundaria. "Son madres y padres que se dedican a decir a los profesores de instituto que no tienen ni idea de dar clase. Cuando sus hijos entran en la universidad, no diferencian", comenta el catedrático de Granada.
Efectivamente, la periodista y escritora Eva Millet, una de las primeras divulgadoras en alertar en España del problema de la hiperpaternidad, recuerda que los hiperpadres se involucran tanto en el aprendizaje académico de sus hijos que se han convertido en la pesadilla de muchos docentes. “Son capaces de presentarse ante la dirección requiriendo que les asignen unos profesores específicos a fin de tener la mejor educación posible”, explica la autora en su manual 'Hiperpaternidad'. Igual que Arias Aranda, Millet reconoce que cuestionar el trabajo de maestros y profesores está a la orden del día.
Al periodista y escritor estadounidense Hodding Carter (1907-1972), ganador de un premio Pulitzer, se le atribuye una preciosa frase: “Solo dos legados duraderos podemos dejar a nuestros hijos: las raíces y las alas”. El testimonio de los docentes universitarios deja claro que a las familias les cuesta mucho entregar alas a sus hijos.
Torbellino en Australia
Pero el problema no es exclusivo de España. El estado de Queensland (Australia) ha protagonizado una tormenta educativa sin precedentes después de un problema con los exámenes de acceso a la universidad. Docentes de nueve escuelas de bachillerato se equivocaron con el temario e impartieron clase sobre Augusto César en lugar de Julio César, que era el tema estrella de la prueba de Historia. El error se desveló pocos días antes del examen y los chavales apenas tuvieron tiempo de estudiar a Julio César.
El ministro de Educación de Queensland, John-Paul Langbroek, calificó el incidente de “extremadamente traumático” para los alumnos y anunció una investigación. Las familias también se quejaron de que la confusión interfirió con la preparación de otros exámenes y generó ansiedad entre sus hijos e hijas.
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