¿Ahorro energético?
Cambio de hora: ¿Se duerme una hora más o una hora menos?
La confusión es habitual, pero la respuesta para el cambio de otoño es siempre un alivio para los amantes del descanso
¿Qué día es el cambio de hora en España para el horario de invierno?

Persona durmiendo intranquila
Con la caída de las hojas y la llegada de los días más cortos, octubre trae consigo uno de los rituales más conocidos y debatidos de nuestra sociedad: el cambio de hora. Cada año, la misma pregunta resurge en conversaciones, hogares y lugares de trabajo: ¿hay que adelantar o atrasar el reloj? La confusión es habitual, pero la respuesta para el cambio de otoño es siempre un alivio para los amantes del descanso. En esta ocasión, ganamos tiempo: se duerme una hora más.
Este ajuste, que nos hace transicionar del horario de verano al de invierno, no es un capricho, sino una práctica estandarizada en toda la Unión Europea con un objetivo histórico muy concreto. Sin embargo, lo que una vez fue una medida aceptada por sus supuestos beneficios, hoy se encuentra en el centro de un intenso debate que cuestiona su utilidad y pone sobre la mesa sus efectos negativos en la salud. A pesar de las propuestas para su eliminación, el cambio horario sigue vigente, por lo que es fundamental entender cómo y por qué se produce, y qué podemos esperar en el futuro.
La mecánica del cambio: ¿Cuándo y cómo se ajustan los relojes?
La regla en España, y en el resto de los países de la Unión Europea, es clara y constante. El paso al horario de invierno se realiza siempre durante la madrugada del último domingo de octubre. En ese momento, cuando los relojes marquen las 03:00 de la madrugada, deberán atrasarse para que vuelvan a ser las 02:00. Este simple gesto nos regala sesenta minutos adicionales esa noche, lo que se traduce en que oficialmente ganamos una hora de sueño.
Este proceso es el inverso al que experimentamos en marzo, cuando damos la bienvenida al horario de verano. En esa ocasión, a las 02:00 de la madrugada los relojes se adelantan a las 03:00, haciéndonos "perder" una hora de sueño. La lógica detrás de esta dualidad es maximizar el aprovechamiento de la luz solar durante las diferentes estaciones del año. En invierno, al atrasar la hora, conseguimos que amanezca más temprano por la mañana, alineando el inicio de la jornada con la luz natural.
El origen de una práctica controvertida
El objetivo principal que impulsó la adopción obligatoria de esta medida en 1981 fue el ahorro energético. La premisa original era sencilla: alinear la jornada laboral y social con las horas de luz natural, se reduciría la necesidad de utilizar iluminación artificial y, por tanto, se consumiría menos energía. Durante décadas, este argumento fue suficiente para justificar la práctica. Sin embargo, en la actualidad, numerosos expertos y estudios cuestionan que este ahorro sea realmente significativo. Los patrones de consumo energético han cambiado drásticamente, y muchos consideran que el impacto real de esta medida es ínfimo o, directamente, nulo.
Este cuestionamiento ha avivado un debate que va más allá de lo económico y se adentra en el campo de la salud pública. Organismos como la Sociedad Española del Sueño (SES) advierten de forma recurrente sobre los efectos negativos que esta alteración horaria provoca en el organismo. La adaptación de nuestro reloj biológico no es instantánea y puede causar síntomas como irritabilidad, falta de concentración, insomnio y una disminución del rendimiento laboral y académico. A largo plazo, algunos estudios incluso relacionan estos desajustes cronobiológicos con un mayor riesgo de desarrollar problemas de salud como ansiedad, depresión, obesidad e incluso enfermedades cardiovasculares.
El futuro incierto del cambio horario
Consciente de esta creciente controversia, la Comisión Europea planteó en 2018 la posibilidad de eliminar el cambio de hora de forma definitiva, tras una consulta pública en la que una abrumadora mayoría de los ciudadanos europeos se mostró a favor de su abolición. La propuesta inicial fijaba 2019 como fecha límite, que luego se pospuso a 2021. Sin embargo, la medida ha quedado estancada en un limbo regulatorio. El principal obstáculo es la falta de consenso entre los Estados miembros sobre qué huso horario adoptar de forma permanente: ¿el de verano o el de invierno?
En España, se creó una comisión de expertos que concluyó que no era aconsejable tomar una decisión unilateral sin un acuerdo a nivel europeo. Por ello, el Gobierno español continúa publicando el calendario de cambios horarios en el Boletín Oficial del Estado (BOE) con una previsión de cinco años. Según la última publicación, tenemos cambios programados hasta el 25 de octubre de 2026. Esto no significa que ese sea el final definitivo de la práctica, sino que, por ahora, la rutina de ajustar los relojes dos veces al año continuará hasta que Europa alcance una postura común.
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