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Matrícula viva

Más de 27.000 alumnos llegaron el año pasado a Catalunya con el curso ya empezado

Un total de 50.489 escolares cambiaron de centro entre septiembre de 2024 y junio de 2025

Casi 75.000 alumnos se han incorporado a la escuela catalana a lo largo de este curso

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Una profesora acompaña a los alumnos y alumas, en la escuela Rocafonda de Mataró.

Una profesora acompaña a los alumnos y alumas, en la escuela Rocafonda de Mataró. / Marc Asensio Clupes

Helena López

Helena López

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Un total de 27.254 alumnos se incorporaron por primera vez al Servei d'Educació de Catalunya con el curso 2024-2025 ya empezado, fuera de los rígidos periodos de matriculación ordinarios, lo que se conoce como "matrícula viva". Según datos de la Conselleria d'Educació i FP, estos nuevos alumnos o bien llegaron a Catalunya desde un país extranjero u otro lugar del resto de España o, se entiende que de forma residual, hasta ese momento habían estado escolarizados en un colegio privado extranjero o en un centro no autorizado por el Departament.

Estos datos hacen referencia al alumnado escolarizado por primera vez en el circuito de educación obligatorio, tanto en primaria como en secundaria, tanto en centros públicos como en centros concertados.

Movimientos internos

En total, según explican fuentes de Educació, el flujo de la matrícula viva del curso comprendido entre el 15 de septiembre de 2024 y el 1 de junio de 2025 ascendió a 77.743 incorporaciones, aunque especifican que esta cifra no es equivalente al número de alumnos, dado que un mismo escolar puede generar "más de un flujo" a lo largo del curso. Por tanto, además de los más de 27.000 alumnos nuevos, se produjeron 50.489 cambios de centro a lo largo del curso escolar.

Estos cambios de centro a medio curso están muy vinculados a la precariedad en la vivienda, según explicó la consellera Esther Niubó

Estos cambios de centro a medio curso están muy vinculados a la precariedad en la vivienda, según explicó la propia consellera Esther Niubó en la rueda de prensa de inicio de curso, que señaló que la fragilidad habitacional de muchas familias generaba movimientos a mitad de curso, lo que les había llevado a, por primera vez, incorporar la matrícula viva en la planificación escolar. Es decir, no elaborar la planificación a partir de una foto fija sino teniendo en cuenta las entradas y salidas constantes de niños en las aulas.

El reto de 'volver a empezar'

El principal impacto de esta inestabilidad lo sufren los niños que experimentan estos cambios -algo que llevan meses denunciando desde la plataforma Docents per l'Habitatge-, pero no solo. Esas idas y venidas -muy vinculadas al 35% de pobreza infantil registrada en Catalunya- afectan también al conjunto de la escuela, con vínculos que se deshacen y con un 'volver a empezar' constante en el aula.

De eso hablaba Alfons Espinosa, coautor del libro 'Quan les cançons de casa no sonen a l'escola' en una entrevista con EL PERIÓDICO a principio de curso en la que explicaba que antes, un alumno compartía aula con los mismos 30 niños durante toda la escolaridad, pero la realidad ahora es muy distinta, y los niños que comparten aula cambian año a año, fruto de esas constantes salidas y llegadas.

Se refería también a esa realidad el maestro de la escuela Diputació de Barcelona Pep Roca, hace pocas semanas en un reportaje en este diario. La movilidad escolar -en Barcelona especialmente intensa y muy vinculada a trabajos y vidas precarias- hace no solo que lleguen niños durante todo el curso, en cualquier momento, sino también que se marchen. "Es duro sentir que todo el trabajo hecho con un alumno se pierde. Ver cómo se esfuerzan y avanzan y, después, perderles la pista provoca un sentimiento de impotencia", ponía sobre la mesa Roca.

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