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¿Llueve más o llueve peor?

El calentamiento global afecta a la distribución de las precipitaciones en fenómenos extremos, pero la tendencia sigue siendo hacia un clima más seco

Afectación de las lluvias de la dana Alice en Godall (Montsià), este lunes.

Afectación de las lluvias de la dana Alice en Godall (Montsià), este lunes. / ACN

Laura Cercós Tuset (Verificat)

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Las lluvias intensas de la dana Alice han traído un nuevo otoño de récord. En algunos puntos se han registrado máximos históricos y se han producido graves destrozos materiales. Como en Mas de Barberans, en la comarca del Montsià, donde el 12 de octubre en el momento de máxima intensidad cayeron 44,4 l/m² en 30 minutos y se acumularon un total de 195,2 l/m², ambas cifras categorizadas como situación de peligro alto según el Servei Meteorològic de Catalunya (Meteocat)

Tras el octubre del año pasado, el más lluvioso desde 1961, es fácil pensar que la lluvia es más frecuente, y deja atrás la larga sequía que terminó hace pocos meses. Sin embargo, datos y estudios científicos recientes describen mejor lo que está pasando en nuestra región.

La lluvia en el Mediterráneo

Después de un verano muy caluroso, se han producido fuertes chubascos y fenómenos meteorológicos extremos en el litoral mediterráneo. En declaraciones a Verificat, Marc Prohom, jefe de Climatología del Meteocat, señala que "lluvias de esta intensidad se han producido en el pasado, y es propio de nuestro clima, al igual que tenemos sequía”. 

Las precipitaciones en el clima mediterráneo son irregulares a lo largo del año, con déficit en verano, y una alta variabilidad. Si analizamos los datos, la precipitación acumulada media en la España peninsular desde 1961 hasta septiembre de 2025 fluctúa por encima y por debajo del valor climatológico normal, el valor medio calculado a partir de datos históricos. Se percibe una variabilidad propia del Mediterráneo que da la impresión de que hay muchos años lluviosos, pero en realidad es una alternancia de extremos sin un aumento de la precipitación sostenido en el tiempo.

Un estudio internacional liderado por el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y publicado en la revista 'Nature', indica que las lluvias en el Mediterráneo se han mantenido estables en los últimos 150 años dentro de la variabilidad. Sergio Vicente, investigador del IPE-CSIC y líder del trabajo, señala a Verificat que “analizando las series históricas diarias en centenares de observatorios, no aparece una tendencia a intensificarse, ni una mayor frecuencia de eventos de precipitación extrema generalizada”.

Sin embargo, Vicente puntualiza que los datos analizados son diarios, y no por horas. Datos digitalizados subdiarios permiten detectar tendencias de fenómenos de duración muy corta, pero en Catalunya, por ejemplo, los registros a nivel horario no empezaron hasta finales de los 90. Estos datos sí que apuntan a una reciente tendencia al alza, sobre todo en el sur como en Terres de l’Ebre. “Son más frecuentes y de intensidades que no se habían registrado”, añade el jefe de climatología del Meteocat, Marc Prohom.

¿Aumentan los fenómenos extremos?

Borrascas, como las danas, son responsables de estas lluvias intensas, características del otoño mediterráneo. Sergio Vicente explica que el fenómeno de la dana de 2024 en Valencia “fue muy extremo” y más severo, “pero también porque han cambiado los cauces, las edificaciones en zonas inundables…”. “No podemos decir que estos fenómenos no se han producido antes”, asegura. 

Aunque es difícil analizar, comparar y detectar tendencias en estos fenómenos, sí que hay indicios teóricos de que la intensidad puede crecer con el calentamiento global. La intensidad de la lluvia depende de factores termodinámicos como la humedad, la presión atmosférica y la temperatura. “Al aumentar la temperatura, el aire retiene más agua, y cuando aumenta la temperatura del mar, el agua evaporada y la energía también es mayor”, explica a Verificat Daniel Argüeso, climatólogo de la Universidad de las Islas Baleares especializado en fenómenos extremos y cambio climático.

El registro de la temperatura del mar permite confirmar con más seguridad que estamos ante un calentamiento global innegable. Según datos del programa Copérnicus, las temperaturas de la superficie del mar han aumentado globalmente una media de más de 0,4 °C desde 1993, una tendencia que se espera que continúe y que es mayor en mares como el Mediterráneo.

Hacia un clima más seco

A pesar de dos otoños consecutivos récord en precipitación, el clima mediterráneo sigue encaminándose hacia un futuro más seco. “La sequía y las lluvias intensas pueden convivir”, asegura Prohom. “Esta combinación es cada vez más frecuente con períodos de sequía largos”.

Los modelos prevén un descenso de las precipitaciones en el Mediterráneo, y expertos consultados por Verificat coinciden en que la lluvia se vería distribuida en fenómenos cada vez más extremos, y quizá en épocas menos habituales, como en verano. 

Sergio Vicente puntualiza que “la sequía no se debe solo a las precipitaciones”, sino también al incremento de demanda atmosférica (cantidad de agua que puede absorber) y a una mayor evaporación y estrés de los cultivos por las altas temperaturas. “Esto seguirá incrementando y hará que las sequías sean más secas”, concluye. 

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