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Colectivos vulnerables

Seis meses de demora en la atención a las personas sin hogar del aeropuerto de Barcelona

Operación policial en el aeropuerto de Barcelona para desalojar a un centenar de personas sin hogar

El Govern se hará cargo de los 'sintecho' del aeropuerto de Barcelona y de los que viven en terrenos de Aena

Julia de 54 años, en el aeropuerto de Barcelona.

Julia de 54 años, en el aeropuerto de Barcelona. / Zowy Voeten / EPC

Elisenda Colell

Elisenda Colell

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La prometida acción social que acordaron Generalitat, Aena y los ayuntamientos de Barcelona y del Prat para las personas sin hogar que viven en las dos terminales del Aeropuerto de Barcelona, y en los terrenos adyacentes, ha tardado seis meses en aplicarse. Según informan fuentes de Aena, el equipo de atención social empezó a trabajar el pasado uno de octubre, hace dos semanas. En estos seis meses, en donde se expulsa cada noche de las terminales a las personas que no tienen tarjeta de embarque, el número de personas sin hogar ha bajado de los 160 a los 70, según indica la empresa gestora del aeropuerto. Fuentes conocedoras de este acuerdo explican el retraso, de medio año, por la tardanza que las administraciones firmaran el documento, que se demoró hasta el pasado mes de septiembre.

Pedro, uno de las personas sin hogar que aún sigue durmiendo en el aeropuerto, denuncia que Aena les está haciendo la vida aún más difícil: afirma que cada vez hay menos bancos y más dispositivos de limpieza, que mojan el lugar donde duermen y sus pertenencias. La empresa explica que son actuaciones habituales para asegurar la higiene en estos espacios. "Nos quieren echar a cualquier precio", se queja Pedro.

Una mujer sin hogar duerme en el exterior de la terminal 1 del aeropuerto de Barcelona.

Una mujer sin hogar duerme en el exterior de la terminal 1 del aeropuerto de Barcelona. / Zowy Voeten / EPC

La presencia de personas sin hogar en el aeropuerto de Barcelona hace años que dura, pero la problemática se disparó a partir de 2023, el año en que ya no se renovó el contrato que regulaba la presencia de educadores sociales que les atendían. Cada vez eran más las personas que optaban por dormir dentro de las terminales, la mayoría enfermas y mayores de 60 años, dadas las condiciones climáticas y de seguridad que ofrece el aeropuerto en comparación con la calle, aunque algunos de estos sintecho y también los propios empleados del aeropuerto denunciaban que se producían actos incívicos y delincuenciales y problemas de higiene.

La solución que propuso Aena fue una operación de limpieza, durante la noche del pasado 25 de febrero. Los vigilantes de seguridad y los Mossos desalojaron de la terminal a todas las personas sin hogar, sin ofrecer ninguna alternativa habitacional. La desesperación y frustración con la que lo vivieron los afectados, especialmente los mayores y los enfermos, desató críticas de entidades sociales y la oposición.

En proceso de firma

El Govern se comprometió el pasado mes de abril a hacerse cargo de ellos. Concretamente, anunció una partida de medio millón de euros para que el Ayuntamiento de Barcelona y el de El Prat asumieran la atención social de estas personas. Un convenio anual renovable año a año. Han tardado seis meses desde que anunciaron dicho acuerdo para que, el pasado uno de octubre, pisaranla terminal, los educadores sociales de Barcelona que deben atender a estas personas. La tardanza se explica por el proceso de firma de los documentos. Fuentes de El Prat señalaban, en verano, a Barcelona. "Cada Administración tiene sus ritmos de tramitación", respondían en agosto desde la Conselleria de Drets Socials. "Estamos en proceso de firma", apuntaban entonces desde Aena. Finalmente, Jaume Collboni, alcalde de Barcelona, firmó el acuerdo el pasado 10 de septiembre.

Dominic, un hombre de 78 años con graves problemas de mobilidad, recoge sus pertenencias tras ser expulsado de un vestíbulo de la terminal T1.

Dominic, un hombre de 78 años con graves problemas de mobilidad, recoge sus pertenencias tras ser expulsado de un vestíbulo de la terminal T1. / Zowy Voeten / EPC

La vida ha seguido cuesta arriba para las setenta personas que aún duermen en las terminales, según cifra Aena. La operación de desalojo se repite cada noche. Aquellos que descansan apoyados en la pared, en las sillas o tumbados en el suelo y que no tienen tarjeta de embarque, deben abandonar el recinto. Este diario lo pudo comprobar a finales de agosto: a los pocos minutos para la una de la madrugada, Dominique, un señor a punto de cumplir los 80 años, plegaba su saco de dormir, recogía su muleta del suelo y con graves dificultades echaba a andar apoyado en un carro. "Yo me encierro en el baño hasta que se vayan", susurraba.

Sin bancos

Otro ejemplo son, Pedro y Emilio, dos hombres jubilados, que, aún a día de hoy, duermen en el aeropuerto. En agosto, lo hacían en la parada de taxis y autobuses de la terminal 1. Era lo único que habían encontrado, después que Aena retirara siete bancos de sus instalaciones exteriores. "A partir de las doce ponen un vigilante a la puerta y nos dicen que no podemos entrar si no tenemos tarjeta de embarque. ¡No nos dejan hacer ni nuestras necesidades, es humillante", lamentaba Emilio, camarero retirado de la Barceloneta. Pero desde inicios de octubre ya no tienen ni esa opción.

"A las diez de la noche se ponen a rociarnos con agua para limpiar los bancos. Y a las dos de la madrugada vienen los de seguridad para tirarnos un líquido con un 'spray' para echarnos", describe Pedro. Dice que terminan empapados, ellos y sus pertenencias. "Solo nos dejan la opción de dormir en el párquing, lo hacen para joder", se queja Pedro. "Estoy muy cansado de estar aquí", sigue el hombre. "Empezé a trabajar en 1966, soy español y he trabajado toda mi vida... ¿por qué nos tratan así?", se pregunta. "Para ellos no somos personas, somos bichos, somos despojos humanos", se queja Emilio, que cada noche, antes de acurrucarse, se acuerda de sus tres nietos, con quien ya no tiene relación. "¿Qué más van a hacer con nosotros? ¿No dijeron que nos ayudarían?", sigue Pedro.

Emilio y Pedro, dos hombre sin hogar que duermen en los exteriores del aeropuerto de Barcelona.

Emilio y Pedro, dos hombre sin hogar que duermen en los exteriores del aeropuerto de Barcelona. / Zowy Voeten / EPC

"Yo creo que alguien ha prohibido a los servicios sociales que vengan a ayudarnos", opina Júlia, una peruana de 54 años, con artrosis y obesidad, desde un patio exterior, donde está el estanco y se abarrotan los fumadores. Su marido duerme encima de una esterilla. Ella no puede. Los vigilantes de seguridad la miran pero no le dicen nada. Su vida se tambaleó cuando, en una habitación realquilada, vio a su madre morir por el coronavius. Ha trabajado cuidando ancianos y ejerciendo la prostitución, ahora va y viene a Barcelona, recibe ayudas para comer de Cáritas, se ducha cada día en las playas o con garrafas en el párquing de la terminal. "¿Ellos tienen derecho a botarnos?", se pregunta.

Un infierno cuando llueve

Las escenas de gente durmiendo en los alrededores de la terminal son constantes. Hay quien se esconde en las escaleras del aparcamiento. "Esto de que nos despierten para que salgamos es una tortura china, sin dormir es imposible vivir", dice Jordi, un vecino de barrio de Sant Antoni que hace tres meses fue desahuciado después una subida "impagable del alquiler.

El drama sigue también para los que viven en los terrenos de Aena. Tras las lluvias de julio, Abdul clamaba por una ayuda. "Yo ya no puedo más, está todo empapado, húmedo... yo no puedo seguir viviendo aquí. ¿No dijeron que nos ayudarían?", se preguntaba el hombre. Tampoco a Abdul, que vive en una chabola en un terreno propiedad de Aena, le han dado una respuesta. Y eso que ha ido, desesperado, a los servicios sociales de El Prat. "Yo ya no aguanto más, cada vez que llueve es el infierno".

Dos viajeros observan una persona sin hogar que duerme en un banco en los exteriores de la terminal T1 del aeropuerto de Barcelona.

Dos viajeros observan una persona sin hogar que duerme en un banco en los exteriores de la terminal T1 del aeropuerto de Barcelona. / Zowy Voeten / EPC

Según las cifras de la Generalitat, la mayoría de las personas que duermen en el aropuerto son personas mayores de 60 años, nacionales, con papeles y empadronados, pero sin nadie que les acompañe, tan siquiera un trabajador social de referencia. Más de la mitad tienen patologías, entre ellos trastornos de salud mental. En Madrid, con una problemática similar, este verano los servicios sociales alojaron a 51 personas sin hogar procedentes del aeropuerto de Barajas. En las próximas semanas, el servicio de educadores que ya trabaja en el lugar debería empezar a desplazarles en equipamientos sociales.

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