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Violencia contra menores

Dos años esperando justicia por los abusos sexuales de un familiar: "La lentitud genera más dolor"

Yareli, de 27 años y vecina de Pont de Vilomara, denunció en enero de 2024 las agresiones que sufrió cuando tenía 10 años

Fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya aseguran que el caso se encuentra dentro de los plazos habituales

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Yareli ha decidido alzar la voz para denunciar la lentitud de la justicia después de denunciar un caso de abusos sexuales

Yareli ha decidido alzar la voz para denunciar la lentitud de la justicia después de denunciar un caso de abusos sexuales / Mireia Arso

Laura Serrat

Manresa
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“La justicia es excesivamente lenta y es muy duro porque no sabes cuándo se podrá cerrar esta herida”. Yareli, una vecina de 27 años del Pont de Vilomara (Bages), ha decidido alzar la voz para denunciar la lentitud del sistema judicial casi dos años después de que ella y su prima presentaran una denuncia por los abusos sexuales continuados presuntamente cometidos por parte de un familiar cercano.

La joven ha querido explicar el proceso judicial que están viviendo, después de que el viernes publicara un vídeo en Facebook para exponer la situación. La denuncia se interpuso en enero de 2024, pero varios recursos presentados por la defensa para intentar archivar la causa han retrasado el proceso. Fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya aseguran que el caso se encuentra dentro de los plazos habituales. Aun así, la víctima denuncia la impotencia que le genera la incertidumbre de no saber si la causa seguirá adelante. “La lentitud solo genera más dolor.”

Casi 20 años de silencio

Los hechos ocurrieron entre los años 2007 y 2008, cuando Yareli tenía entre 9 y 10 años. Tal como relata en la denuncia, durante aquel período se quedaba a dormir en casa de ese familiar de lunes a viernes debido a los horarios laborales de sus padres. En un primer momento, explica que dormía en la misma habitación que su bisabuela, pero con el tiempo acabó durmiendo en la habitación de su hermano, y fue entonces cuando comenzaron los abusos, según relata.

En la denuncia explica que los abusos siempre se cometían cuando su familiar volvía a casa borracho después de pasar por un bar del pueblo y entraba en su habitación. Normalmente, recuerda que esperaba a que el hermano y el resto de familiares durmieran para entrar y tener conductas de carácter sexual y de superioridad, que podían incluir desde tocamientos hasta masturbarse delante de la menor. Según consta en la denuncia, estas conductas fueron reiteradas durante los días que se quedaba a dormir.

Ayuda psicológica

Al año siguiente, explica que convenció a sus padres para no volver a su casa, pero no se vio con fuerzas de contar nada sobre los abusos. “Me sentía muy culpable y no quería causar dolor a mi familia”. A pesar del silencio, aquellos abusos tuvieron un profundo impacto en su bienestar emocional durante los años posteriores. “Pasé episodios de depresión y ansiedad y empecé a sentirme mal con mi cuerpo, hasta el punto de padecer anorexia”. En ese momento empezó a ir al psicólogo, pero dice que le costaba mucho recuperarse porque no expresaba el origen del malestar.

No fue hasta 2023, después de ser madre, que se vio obligada a contarlo a la familia. “Cuando nació mi hijo, me surgieron todos los miedos. Me costaba mucho dejarme ayudar y mis padres no entendían el porqué hasta que se lo expliqué”. Una vez lo confesó a la familia, descubrieron que una prima también había sido víctima de abusos, y fue entonces cuando decidieron presentar una denuncia a los Mossos, en enero de 2024.

Heridas que no se cierran

Inicialmente, el caso lo asumió el juzgado de instrucción número 3 de Manresa, que en marzo del mismo año lo archivó al considerarlo prescrito. Según fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya, se calificó como un caso de abusos sexuales con penas de entre uno y tres años, lo que suponía que el delito había prescrito en 2019. Aun así, el juzgado de instrucción número 7, que investiga la causa de su prima, pidió reabrir el proceso y unificar los dos casos. El acusado recurrió a la Audiencia de Barcelona para reclamar el archivo, pero el juez ordenó continuar la investigación.

Desde el TSJC aseguran que la causa avanza dentro de los plazos habituales y que, en ningún momento, se ha paralizado. También remarcan que en estos procesos se procura ser lo más garantista posible con todas las partes. Aun así, para Yareli la espera es dolorosa. “Sabía que sería lento, pero se me ha hecho muy duro. Ves sufrir a tu familia, cómo se abren heridas que no se habían cerrado”.

A pesar de todo, dice que hablar del tema y publicar el vídeo en las redes la ha ayudado a sentirse más liberada. “Cuando colgué el vídeo, al día siguiente me sentí más ligera. Recibí muchos mensajes de apoyo del pueblo, y eso me ha ayudado mucho. Aunque siento vergüenza, sé que no soy yo quien debe tenerla”.

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