Gestión del litoral
Decenas de clubs náuticos catalanes buscan resquicios legales para esquivar la ley de Costas y evitar su cierre
Las entidades presentan recursos y alegaciones a la espera de que el Congreso de los Diputados apruebe una excepción legal para que estos equipamientos puedan continuar con su actividad
El Gobierno pone nueva fecha al desalojo al 'Club de Mar' de Sitges: el 20 de octubre

La terraza del Club de Mar de Sitges. / FERRAN NADEU

Hace meses que decenas de clubes náuticos están en riesgo de ser demolidos en Catalunya por la aplicación de la ley de Costas, que ejecuta el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. La situación límite para estas instalaciones ha encendido las alarmas en un sector muy arraigado al litoral catalán. Desde el Alt Empordà hasta el Ebro, más de 40 entidades afectadas ven peligrar su continuidad por una normativa que limita la ocupación del dominio público marítimo-terrestre.
Esta normativa, ideada para que el espacio público de la playa deje de estar ocupado por edificios privados, impide renovar la mayoría de las concesiones. Y de hecho, en los últimos años, varios clubes históricos o restaurantes costeros emblemáticos ya han desaparecido. Es el caso del Club Nàutic de Pineda de Mar (Maresme), que fue el primero en desaparecer tras la aplicación de la ley, seguido, en la misma comarca, por el de Cabrera de Mar, demolido en 2021, o en 2023, el restaurante Palomares de Vilassar de Mar.
"Junts per Catalunya está negociando con el ministerio para tratar de encontrar una solución para el Club de Mar de Sitges"
Otros, como el Club de Mar de Sitges, uno de los casos más mediáticos, afrontan órdenes de desalojo inmediatas. En realidad, esta entidad fundada en 1952 llegó a tener directamente una fecha de demolición en junio. Pero entonces, el derribo se logró posponer a través de vías legales y el club salvó el verano. Ahora, la justicia ha puesto día y hora al desalojo, el próximo 20 de octubre, paso previo a la demolición. "En estos momentos, Junts per Catalunya está negociando con el ministerio para tratar de encontrar una solución contra reloj", detalla Gemma Marcé, presidenta, en conversación con EL PERIÓDICO. Los posconvergentes se han tomado el asunto casi como "algo personal".

Las instalaciones del Club Náutico Bétulo de Badalona, uno de los clubes que apuran la vía judicial para evitar el cierre de sus instalaciones. / ZOWY VOETEN
Pendientes del Congreso
En los próximos meses, el Congreso de los Diputados debatirá una proposición de ley impulsada por el PP que creará una excepción legal para que los clubes de playa tradicionales puedan esquivar de forma unitaria la ley de Costas y ser preservados. Incluso se ha planteado incluir en el actual reglamento una moratoria para que los clubes marítimos puedan mantener su actividad. Esta posibilidad tiene el apoyo tanto de ERC como de Junts, pero aún no se ha concretado. En paralelo, la Generalitat ha intentado proteger a diversos clubes con la figura de Bien Cultural de Interés Local (BCIL). No obstante, esta catalogación es insuficiente mientras no se eleve a la categoría nacional (BCIN).
Clubs como el de Calafell o Tamariu han recurrido las órdenes mientras el de Pals propone seguir con una instalación desmontable
Ante este escenario poco claro, cada entidad busca su propio resquicio legal para sortear la actual vulnerabilidad jurídica. En algunos casos, la demarcación de Costas del Estado ha rechazado las alegaciones de ayuntamientos y entidades deportivas y ha procedido a demoler algunas edificaciones que ocupaban el espacio público de la playa. En otros casos, los clubes con órdenes de desalojo están pendientes del pronunciamiento de los tribunales a la espera de un cambio de la ley. El objetivo común de todos los recursos presentados es ganar tiempo mientras la política no determine el desenlace de la disputa, que también marcará el modelo de gestión del todo el litoral mediterráneo.
El Club de Mar de Sitges no tiene tiempo para esperar a que la propuesta legislativa se tramite en el Congreso
Pero algunos locales, como el Club de Mar de Sitges, no tienen tiempo para esperar a que la propuesta se tramite en el Congreso y temen que, cuando llegue la aprobación, ya sea demasiado tarde para ellos.

La zona de tumbonas del Club de Mar de Sitges. / FERRAN NADEU
Marcé se queja de que la aplicación del marco legal, según su punto de vista, es arbitrario: "El aviso nos ha llegado a nosotros pero todavía no a los restaurantes colindantes". El caso de Sitges no es aislado. En Badalona, el Club Nàutic Bétulo, declarado bien de interés local, también tiene orden de desmantelamiento, mientras que el Club Nàutic Vilassar de Mar y el de Torredembarra se enfrentan a la imposibilidad de renovar sus concesiones. Otros, como el de Calafell o el de Tamariu, mantienen litigios abiertos con la Administración para intentar conservar sus sedes. El Club de Vela de Canet de Mar espera desde hace tiempo la luz verde para rehabilitar su sede mientras que el de Pals plantea colocar una instalación estable pero desmontable.
"Tal vez los lugares donde se practican deportes náuticos se puedan rediseñar y mantener la concesión pero con estructuras no rígidas"
Jorge Guillén, investigador del CSIC especializado en la gestión de las playas, ve con buenos ojos este tipo de medidas como la que reclama el Club de Windsurf de Pals: "Tal vez los lugares de reunión donde se practican deportes náuticos se puedan rediseñar y pueden mantener la concesión del terreno pero con estructuras no rígidas". "Cuatro paredes de ladrillo, en el contexto climático actual, no tienen ningún sentido", considera.

Fachada del Club Náutico Bétulo de Badalona, uno de los clubes que apuran la vía judicial para evitar el cierre de sus instalaciones. / ZOWY VOETEN
La amenaza de los temporales
Guillén subraya que la ley de Costas afecta a todas estas entidades porque ocupan un espacio público de la zona marítimo-terrestre. "¿Pero qué implica salvar estos clubes alegando que son patrimonio cultural y social?", cuestiona el científico. "Si se preservan, luego habrá que protegerlas para que un hipotético temporal no los arrase al cabo de un tiempo", advierte. "Creo que habría que justificar muy bien cada caso porque no todos son especiales a nivel cultural y no es fácil hacer una normativa general para mantenerlos a todos", opina.
La asociación que engloba a la mayoría de estos clubes remarca que casi todos son plataformas sin ánimo de lucro y que ocupan tan solo el espacio necesario para desarrollar su función social y de formación. "Muchos imparten cursos de vela a escolares y si sus sedes se reducen a los tamaños que marca la ley se compromete su viabilidad", sostiene la federación de clubes.
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