El juez procesa al líder de la trama pederasta del Raval por violar y grabar a siete menores

El Juzgado de Instrucción número 7 de Barcelona ha procesado a Teófilo Lapeña, el electricista acusado de liderar una red de pederastia en el Raval, por agredir sexualmente e inducir a la prostitución a siete menores. El sospechoso también está acusado de grabarlos sin su consentimiento para elaborar pornografía.

Junto a Lapeña se sentará en el banquillo F. M. A. E. O., otro hombre que también participó en las agresiones sexuales –la edad mínima de consentimiento se sitúa en los 16 años. El juez, por su parte, ha exculpado a otros cuatro sospechosos que participaron en conversaciones pederastas con Lapeña, tal como descubrieron los Mossos d'Esquadra, pero no llegaron a materializarse en encuentros.

Lapeña tiene otros procedimientos abiertos después de que los Mossos lo acusaran de liderar una red de pederastia desde su piso del Raval. Para ello, usaba como "reclamo sexual" a una menor que en aquellos momentos se encontraba bajo guarda de la DGAIA con el fin de captar a otras víctimas menores y a hombres a través de Instagram y de aplicaciones de citas. Por las agresiones sexuales a esta joven, que comenzaron cuando ella tenía 12 años, la Fiscalía le pide una pena de 107 años de cárcel. El juicio por esta causa se celebrará el próximo año en la Audiencia de Barcelona.

Nuevo procesamiento

De momento, el principal acusado y cerebro de la trama está procesado por tener y grabar relaciones sexuales con siete menores entre agosto de 2016 y mayo de 2022 a cambio de dinero y drogas, y de ofrecerlos a otros hombres. Con una de las víctimas, las agresiones, con penetración, comenzaron cuando tenía 14 años y se alargaron hasta que cumplió 16. En ellas, en ocasiones, participaron otros hombres, como F. M. A. E. O., el segundo procesado en esta causa. Lapeña "grabó varios de estos encuentros sexuales sin conocimiento del menor y le ofreció dinero a cambio de mantener relaciones", según el juez.

Con otro menor, Lapeña tuvo relaciones desde los 14 hasta los 17 años y lo ofrecía al segundo acusado a cambio de dinero que luego se repartían. El cabecilla también le dio droga a cambio de sexo y lo grabó sin consentimiento, igual que hizo con otros dos menores de 15 años.

Según el juez, con uno de los menores "la relación tuvo un carácter especialmente vejatorio", ya que, siguiendo prácticas masoquistas, le colocó un collar de perro y "le hizo caminar a cuatro patas por la habitación" y "beber cerveza de un cuenco". Lapeña grabó el encuentro sin conocimiento del menor.

También mantuvo relaciones sexuales con otros chicos de 16 años –edad mínima para el consentimiento sexual– que grabó y difundió en chats y aplicaciones de internet, actos tipificados como pornografía. "Los indicios que existen en la causa son más que suficientes para procesar al investigado", señala el juez en su auto.

De hecho, cuatro víctimas explicaron "de forma clara y contundente que mantuvieron relaciones sexuales con Teófilo cuando contaban con menos de 16 años y han dado detalles suficientes del modo en que ocurrieron los hechos", señala el auto. El juez también señala que el "investigado F. M. A. E. O., aparece, en el teléfono de Teófilo", en vídeos con víctimas. Los Mossos lo acusan de cometer agresiones sexuales a menores.

Cuenta falsa

La investigación a esta red de pederastas comenzó después de que la menor bajo el paraguas de la DGAIA, vecina de L'Hospitalet de Llobregat, denunciara a Lapeña después de haber mantenido relaciones no consentidas durante más de un año. De hecho, las agresiones empezaron cuando la víctima tenía 12 años. El acusado grabó los encuentros y tomó fotografías. Con esas imágenes abrió cuentas falsas en Instagram y redes sociales en las que se hacía pasar por ella. De este modo, buscaba atraer a otros menores y a hombres a los que ofrecía la posibilidad de mantener sexo con ella.

A partir del análisis del teléfono de Lapeña, los Mossos descubrieron que el principal acusado había mantenido encuentros sexuales con otros menores, algunos de ellos de 14 o 15 años, a cambio de droga y dinero, y que los había ofrecido a otros hombres. También filmó estos encuentros y los difundió por grupos de telefonía móvil, tal como detectaron los agentes al examinar sus dispositivos.

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