Gestión hídrica
Las obras de las nuevas desalinizadoras, más cerca: el Gobierno formaliza el convenio con la Generalitat
De las cloacas al grifo: Catalunya tratará de convertir aguas residuales en agua potable sin paso previo por el río

Imagen aérea de la planta desalinizadora del Llobregat. / El Periódico

El Consejo de Ministros ha dado luz verde oficial al acuerdo de la Moncloa y la Generalitat para construir las dos nuevas desalinizadoras catalanas, una en Blanes (Tordera II), y la otra entre Cubelles y Cunit (Foix). Se trata de una inversión estratégica que busca reforzar la garantía de abastecimiento en un contexto de hipotéticas nuevas sequías y estrés hídrico en buena parte de la región mediterránea.
La firma del convenio entre el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y el Govern, que permitirá financiar y ejecutar las instalaciones, ya tiene el visto bueno del Ejecutivo central. La inversión total asciende a 513 millones de euros, sufragados principalmente con fondos de la sociedad estatal Acuamed y del Plan de Recuperación, mientras que la Generalitat, a través del ente público de abastecimiento de agua Ter-Llobregat (ATL), se encargará de los anteproyectos y las expropiaciones, con un coste estimado de unos 20 millones.
Un paso más
Esta firma acumulaba retrasos y llevaba tiempo pendiente de firmarse hasta que en las últimas semanas, una reunión de la consellera de Territori, Habitatge i Transició Ecològica, Sílvia Paneque, en Madrid desencalló el trámite. El plan forma parte de la estrategia planteada por el Govern para aumentar la capacidad de desalinización en las cuencas internas de Catalunya, pero la construcción de estas dos futuras plantas lleva tiempo sobre la mesa.
La Generalitat, que ha seguido utilizando las desalinizadoras a un rendimiento considerable en época de embalses llenos, considera que es necesario disponer de las nuevas estaciones para reducir la dependencia de las lluvias y seguir reduciendo el trasvase del río Ter hacia Barcelona, además de disminuir las extracciones de acuíferos costeros, muchos de ellos degradados por la intrusión salina, y los ríos.
Gasto energético
Las nuevas instalaciones (Tordera II y Foix) permitirán aumentar de forma sustancial la producción de agua desalinizada en el sistema catalán y dar más resiliencia al suministro urbano y agrícola — junto con la reutilización de aguas regeneradas y la reducción de pérdidas en las redes de distribución— en los periodos de sequía. Aun así, pese a que Catalunya avanzará hacia un modelo más diversificado y menos expuesto al régimen de lluvias, si todas las plantas se ponen en marcha, el consumo energético y los costes económicos aumentarán.
Pese a que las desalinizadoras tienen instaladas placas fotovoltaicas, todavía están lejos de autoabastecerse con energía limpia. En total, cuanto en 2029, si se cumplen los plazos, entren en funcionamiento, la comunidad autónoma dispondrá de cuatro grandes desalinizadoras: El Prat de Llobregat, Foix, Tordera I y Tordera II. Más adelante, también se prevé abordar la creación de una estación de desalinización en el norte de la Costa Brava.
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