Pobreza en Catalunya
La vida en un garaje de tres niños de L'Hospitalet: "¿Hasta cuándo tenemos que estar así?"
Younes Oucharaa, su esposa y sus tres hijos fueron desahuciados el pasado mayo y esperan desde entonces ayuda habitacional de los servicios sociales
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Younes Ouchaara, junto a su mujer y sus hijos en el lugar donde pernoctan desde el pasado 15 de mayo. / Manu Mitru


Elisenda Colell
Elisenda ColellPeriodista
Redactora de desigualdades y exclusión social. Premio 'Montserrat Roig', por mención especial del jurado (2024). Crecí en la redacción de informativos de la Cadena SER en Catalunya. Nací en Viu Comunicació y Cugat.cat.
Hace un mes y medio que tres hermanos de tres, cinco y nueve años nacidos en L'Hospitalet de Llobregat viven en una especie de garaje frente a su escuela, conviviendo con dos chatarristas sin hogar que les han cedido un trozo de su precario habitáculo. Víctimas de un desahucio el pasado 15 de mayo, esta familia sigue esperando ayuda de la Administración. El padre, Younnes Ouacharaa, y su mujer, desesperados, deciden exponer públicamente su caso a EL PERIÓDICO para que los servicios sociales, que les atienden desde hace más de un año, les busquen al menos un albergue donde dormir. Fuentes municipales aseguran que están en ello. De hecho, apuntan que la familia está la primera en la lista de suplentes de la Taula d'Habitatge. Y aclaran que la madre ha rechazado la oferta de un hostal para ella y los niños porque la familia quiere una alternativa en la que puedan vivir los cinco.

Younes Ouchaara, junto a su mujer y sus hijos en el lugar donde pernoctan desde el pasado 15 de mayo. / Manu Mitru
Hace más de veinte años que Younes Oucharaa llegó a España. Lo hizo con visado, comprando un falso contrato de trabajo de una de las subcontratas investigadas en las obras del Camp Nou. Fue una estafa, la primera de tantas, que al menos le permitió luego poder trabajar legalmente en bares y restaurantes de Barcelona. En 2016, empezó en un local de la Barceloneta regentado por un marroquí. "Me alquiló un piso en L'Hospitalet de Llobregat", añade. Cobraba 1.200 euros pero 500 se iban para pagar el piso. Allí nacieron y crecieron sus tres hijos. Vecinos de Santa Eulàlia, son conocidos por todos. Especialmente la mujer de Younnes, que ayudaba habitualmente a las personas sin hogar del barrio. "Les dábamos comida, ropa... cuando era Ramadán les traíamos la 'harira' para romper el ayuno o con las fiestas del cordero les dábamos un poco de carne", cuenta el padre.
Younnes Ouacharaa y su familia comparten un espacio de 10 metros cuadrados con jóvenes que viven de recoger chatarra
Hace un año, en mayo de 2024, Younnes contrajo una baja por un dolor de espalda que aún hoy le incapacita. Fue en aquél momento cuando su jefe le dijo que quería recuperar el piso. "Me dijo que me daría un año para buscar otro lugar, que no tenía prisa. Pero días después me encontré una carta del juzgado diciendo que me querían desahuciar", asegura. Explica que siguió pagando hasta que le tocó ir a la vista oral y se dio cuenta de que el desahucio era inminente. En junio de 2024 la familia pidió un piso de protección oficial a los servicios sociales de L'Hospitalet.

Younes Ouchaara, junto a su mujer y sus hijos en el lugar donde pernoctan desde el pasado 15 de mayo. / Manu Mitru
En marzo de 2025, el juzgado notificó a la familia que el 5 de mayo debía abandonar el piso. "Aquella noche preparamos las maletas y por la mañana dejamos a los niños en el cole. Intentamos hacer la máxima normalidad, no queríamos que lo vieran", dice el padre entre lágrimas cuando lo recuerda. Lograron repartir la ropa en casas de amigos, donde durante un tiempo también vivieron los tres niños y la mujer. El padre estuvo todo el tiempo en la calle. En concreto, durmiendo frente al patio de la escuela de sus hijos.
"Es imposible encontrar un piso que pueda pagar y en una habitación no nos dejan entrar con tantos niños"
A medida que pasaban los días, la situación se hizo insostenible. Ya no podían seguir en casas de familiares o amigos. "Vinieron a verme los chicos de la chatarra a los que mi mujer había ayudado y me ofrecieron ir a vivir con ellos", cuenta, entre lágrimas de nuevo. Se trata de un habitáculo de unos 10 metros cuadrados que bien podría ser un garaje, un trastero o incluso un local comercial. En realidad, tan solo es un lugar lleno de colchones, donde ahora los restos de chatarra conviven con tres mochilas escolares y juguetes de plástico. "¿Hasta cuándo tenemos que estar así?", se pregunta el padre, consciente de que sus hijos no pueden vivir en un lugar así.
Younnes se ha plantado en varias ocasiones ante la comisaría de la Guardia Urbana pidiendo una solución. "Siempre dicen lo mismo, que no pueden hacer nada", lamenta. Misma respuesta que le dan los servicios sociales. El padre, ahora de baja, cobra unos 900 euros al mes. "Es imposible encontrar un piso que pueda pagar, en una habitación no nos dejan entrar con tantos niños", explica.
Hace unas semanas le pareció encontró una solución desesperada: gastarse los pocos ahorros que le quedaban y pagar 1.200 euros para entrar en un piso 'ocupa'. "Estuvimos dos horas, enseguida llegó la policía y nos sacaron de allí", sigue. Volvieron a picar las puertas de la Guardia Urbana y volvieron a quedarse en la calle.

Younes Ouchaara, junto a su mujer y sus hijos en el lugar donde pernoctan desde el pasado 15 de mayo. / Manu Mitru
A este padre de familia se le agota la paciencia. La asociación Itaca, una entidad de apoyo a los menores en los barrios de Collblanc y La Torrassa que ya atendía a su hijo pequeño, es la única que les ha ofrecido comida y la posibilidad de que toda la familia se pueda duchar a diario. Esperan que del ayuntamiento les ofrezcan un techo. Asegura la familia que en el albergue hay plazas disponibles. Y no entienden por qué no les han permitido entrar en un espacio pensado para familias desahuciadas inaugurado hace dos semanas.
"No entiendo por qué los servicios sociales nos dicen que no pueden hacer nada. Sólo Itaca nos ha ayudado", se queja el padre. De una forma totalmente altruista, esta entidad pagó una noche de hotel a esta familia para que pudieran descansar. También han incluido a las dos hermanos mayores en las actividades de verano del casal para que no se queden todo el verano sin hacer nada, aunque servicios sociales no lo haya permitido ni autorizado.
Los niños apuran las horas de sol jugando en un parque frente al lugar en el que duermen. Cuando ven que su padre se vuelve a desmontar, le dan ánimos. Especialmente la más mayor, que ya empieza a ser consciente de todo lo que está ocurriendo. "¿Por qué no volvemos a casa?", se preguntan los más pequeños. El padre se derrumba. No sabe qué responder. Se limita a decir que no son los únicos, que los bajos de los locales en L'Hospitalet están llenos de familias con menores que como ellos han sido expulsadas del mercado de la vivienda como ellos. "¿Cómo es posible que mi hija me tenga que tranquilizar mientras en los servicios sociales saben lo que está ocurriendo y les da igual?", se pregunta el hombre.
Ouacharaa también está preocupado porque algunos padres de la escuela ya le han visto saliendo del local y le han preguntado por su situación. "La escuela lo sabe y me están ayudando en todo lo que pueden pero me da miedo que corra la voz y que se metan con mis hijos y se rían de ellos por esto, que demasiado están sufriendo".
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