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Los mismos nudos aparecen a lo largo de 12 milenios
La mayor base de datos de nudos documentados a lo largo de la historia revela que la sociedades más alejadas usaron las mismas ataduras.

El nudo marinero conocido como vuelta de escota. / WIKIPEDIA
La vuelta de escota, el nudo de rizo, el nudo simple, la alondra… estos nudos encabezan un listado de una treintena de ataduras que han ido apareciendo una y otra vez a lo largo de la historia en todo el mundo. Así lo revela la mayor base de datos de nudos documentados en 86 culturas a lo largo de 12 milenios. Ese repositorio fue presentado y analizado por arquólogos y matemáticos en un artículo en la revista 'Cambridge Archaeological Journal'.
De la gran variedad de nudos útiles posibles, los que realmente se han ido empleando son un conjunto limitado, que se encuentra en todos los sitios.
El primer testimonio
La humanidad anuda fibras de plantas, tendones, cueros y cuerdas para atar animales, juntar objetos, tejer ropa, decorar o fabricar redes para pescar. El primer testimonio directo son unas marcas halladas en las cuentas de un collar de hace 70.000 años, en una cueva sudafricana. Sin embargo, es probable que las cuentas se ataran con nudos desde decenas de miles de años antes.
Los autores del trabajo juntaron 338 nudos documentados con dibujos, esculturas, fotografías, etcétera, en 86 sociedades del mundo en los últimos 12.000 años. Fue una obra titánica de búsqueda en archivos, porque la mayoría de nudos están hechos de material deperible.
“Nos hemos asegurado que tenemos una amplia cobertura cultural”, explica Felix Riede, aqueólogo de la Universidad de Aahrus (Finladia) y coautor del trabajo. Para ello, usaron la “muestra cross-cultural estándar”, un listado de sociedades que maximiza la diversidad cultural y geográfica.
Codificación matemática
Luego, el equipo recurrió a la “codificación de Gauss”, un método matemático que permite traducir en una secuencia de números los cruces que se hacen para formar un nudo. La codificación genera un número cada vez que una cuerda se cruza con sí misma, y le atribuye un signo positivo o negativo según que pase por arriba o por abajo. “Eso fue todo un reto. Muchos nudos no están bien documentados y no es fácil codificarlos”, explica Riede.
Después de transformar los nudos en secuencias numéricas, los investigadores aplicaron un algoritmo que se emplea, por ejemplo, para comparar cadenas de ADN y descubrir los parecidos que tengan.
“Los nudos que ellos analizan tienen los extremos abiertos, mientras los que se estudian en la teoría matemática siempre tienen los extremos cerrados”, observa Federico Cantero, investigador del Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT), no implicado en el trabajo. Además, Cantero observa que la codificación de Gauss puede cambiar según de donde se mire el nudo. Por ejemplo, algunos nudos generan códigos distintos si se observan por delante o por detrás.
Eso, a priori, podría engañar al algoritmo que los compara. Sin embargo, Riede explica que codificaron todas las proyecciones posibles de cada nudo y que usaron el código completo para compararlas.
Nudos universales
El equipo encontró que su base de datos está dominada por un subconjunto de 33 nudos que aparecen una y otra vez. La vuelta de escota, por ejemplo, está documentada en 29 culturas y se encuentra desde las redes de pesca hasta las de volei.
Al contrario, los nudos característicos de una cultura individual son muy pocos. Entre ellos, una variante muy compleja de la vuelta de escota que sólo se da en Oceanía o un nudo equimal que sólo se halla en poblaciones árticas.
“Hay infinitos nudos matemáticos posibles”, afirma Marithania Silvero, matemática de la Universidad de Sevilla, no implicada en el trabajo. Por ejemplo, la tabla de Rolfsen, una clasificación de nudos matemáticos con hasta 10 cruces publicada en 1976, contiene unos 200. “Si subimos a 16 cruces ya hay millón y pico”, afirma Silvero. “Los nudos que aparecen en la cultura suelen ser los que tienen simetrías especiales”, observa esta experta.
Millares de nudos
Pero incluso ciñéndose a estos últimos, el número supera con creces los de la base de datos. “El libro de nudos de Ashley [la enciclopedia de referencia del sector] contiene millares de nudos. Sin embargo, las culturas han optado por un conjunto mucho más pequeño”, observa Riede.
Las que aparecen en la base de datos son ataduras conocidas por ser versátiles, resistentes y a la vez fáciles de desatar si es necesario. Por ejemplo, hay muchos nudos de rizo, pero casi no aparece el nudo de la abuela, una variante del primero que es más sujeta a deshacerse. Sin embargo, también existen nudos de gran utilidad, como el as de guía, que no aparecen en la base de datos.
Entonces, ¿cómo se seleccionó ese conjunto en particular? Riede excluye que esos tipos se hayan generado en diversas sociedades y luego se hayan difundido, porque en los datos no hay traza de agregación a nivel regional. Quedan dos posibilidades. O bien se inventaron en tiempos remotísimos y desde entonces se fueron diseminando en todo el mundo. O bien se descubrieron de forma independiente en culturas totalmente alejadas.
Que los nudos más usados a escala global sean pocos, no quiere decir que sean los únicos empleados. “Con 8 o 10 nudos tienes suficiente para ir tirando con un barco de vela, pero conocer muchos nudos siempre fue una señal de reconocimiento”, afirma Enric Garcia Domingo, diector del Museu Marítim de Barcelona, no implicado en el trabajo. “Un marinero de primera tenía que saberse muchos nudos”, concluye.
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