En Catalunya

Ocho de cada diez denunciados por agredir a personas sintecho son menores: "¡No me mires, basura!"

Veintinueve varones y dos mujeres fueron detenidos o imputados en 2024, más del doble que el año anterior

Los Mossos crean una unidad contra el auge de los delitos de odio

Una persona sin hogar en los soportales del paseo de Picasso, en Barcelona.

Una persona sin hogar en los soportales del paseo de Picasso, en Barcelona. / EFE

Germán González

Germán González

Barcelona
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Los Mossos d'Esquadra detuvieron, entre octubre y noviembre del año pasado, a seis sospechosos de entre 18 y 19 años que presuntamente habían apaleado a un mínimo de cuatro personas sin hogar. Les causaron lesiones, como hemorragias y hematomas, en cabeza, ojos y nariz. Algunas de las víctimas no quisieron denunciar por las condiciones de vulnerabilidad social en las que viven.

Junto a la juventud de los detenidos, los investigadores señalaron que siempre actuaban igual: llegaban en coche a una zona de barracas en la que duermen personas sin hogar, se bajaban del vehículo con la cara tapada para evitar ser reconocidos y, sin mediar palabra, más allá de insultos, empezaban a golpear en grupo a las víctimas de forma muy violenta. Al terminar, huían rápidamente del lugar en el coche.

Los Mossos lograron localizar y detener a los sospechosos gracias a la descripción de las víctimas y a imágenes captadas del vehículo. Los agentes explican que presuntamente cometieron estas agresiones para dañar a personas sin hogar por su condición de serlo, un tipo de odio y discriminación llamado aporofobia.

Más casos

La aporofobia se ha convertido en uno de los delitos de odio y discriminación que más han crecido entre los jóvenes. El año pasado, se denunciaron 17 casos ante los Mossos d'Esquadra en Catalunya que provocaron la detención o imputación de 29 hombres y dos mujeres por delitos relacionados con ataques, tanto físicos como verbales, a personas sin hogar. De estos 31 acusados, 24 eran menores de edad (ocho de cada 10). Otros seis tenían menos de 23 años y uno contaba con más edad.

"Los ven más como cosas que como seres humanos", afirman desde Mossos

El cabo Joan Miquel Martínez, jefe de la Oficina de Delitos de Odio y Discriminación del Área Central de Atención y Seguimiento a las Víctimas de los Mossos d'Esquadra, explica a este diario que el año pasado se confirmó un incremento de los jóvenes denunciados por aporofobia. En 2023 se denunciaron siete casos –con un total de 13 autores–, por lo que las cifras se han duplicado en un año. De estos 13 acusados, 6 contaban con entre 14 y 17 años.

Asimismo, Martínez remarca que la cifra oculta de este tipo de delitos "es muy elevada", ya que la estadística apunta a que solo se denuncian uno de cada 10 casos. Según este mando policial, varios factores que explican que personas tan jóvenes incurran en este tipo de delitos. Por un lado, apunta el policía, están la "influencia social" y la necesidad de pertenecer a un grupo, así como "la exposición a los discursos de odio en las redes sociales y la normalización de ciertos estereotipos". Además, la falta de empatía, junto con los prejuicios sociales y familiares hacia el colectivo, produce una "deshumanización" respecto a las personas que viven en la calle: "Los ven más como cosas que como seres humanos".

Efecto mímesis

En este sentido, Martínez alerta del "mimetismo" que acusan algunos denunciados al exponerse en redes a contenidos relacionados con ataques, acoso o agresiones a personas sin hogar. "Quieren reproducir acciones que han visto en vídeos o en alguna película", destaca el cabo, quien asegura que se suelen copiar patrones establecidos. Además, señala que, cuanta mayor exposición a contenidos aporafóbicos, más aumenta el riesgo de un proceso de radicalización.

Los padres de un chico denunciaron un vídeo con una agresión a una persona sin hogar que circulaba por su grupo de WhatsApp

Uno de los casos tratados por de la Oficina de Delitos de Odio y Discriminación es el de unos padres que encontraron en el grupo de WhatsApp de la clase de su hijo un vídeo de unos menores que creaban "un vínculo de falsa amistad con una persona sin hogar y, mientras dormía en la calle, le lanzaban petardos para molestarlo, para después decirle que habían sido otros chicos", explica el cabo. Gracias a la denuncia de los padres, se pudo localizar a unos menores en una localidad próxima a Barcelona y se les detuvo por este delito.

En otra denuncia, una mujer grabó desde su balcón cómo unos menores agredían con patadas y puñetazos a una persona sin hogar que dormía en un parque frente a su casa. A partir de su llamada, una patrulla se desplazó hasta el lugar y detuvo a dos sospechosos. La investigación posterior permitió arrestar a otros cuatro menores implicados en la agresión. Por eso, el cabo remarca la importancia de llamar al 112 si somos testigos de un delito.

"Os vamos a violar"

Martínez explica otro caso que ha llegado hasta su oficina en el que unos menores propinaron una paliza a dos personas sin hogar mientras lo grababan y gritaban: "Os vamos a gasear", "¿Quieres comer, muerto de hambre?", "A mí no me mires, basura" u "Os vamos a violar y subirlo a TikTok". El cabo entiende estos comentarios como una muestra del "proceso de deshumanización" hacia la gente vulnerable que vive en la calle. Aunque no es habitual, las víctimas de esta agresión denunciaron que uno de los sospechosos había grabado con su teléfono la paliza. De esta forma se consiguió localizar el vídeo en el teléfono de los jóvenes arrestados y se comprobó que se trataba de un delito de odio.

El cabo señala que los agresores van a por estas víctimas porque son las más "vulnerables e indefensas" y apenas tienen contactos sociales. Por eso, los sospechosos "se creen que no denunciarán". En este sentido, Martínez destaca el trabajo que realizan entidades como fundación Assis, Arrels o Cruz Roja, ya que los suelen acompañar a denunciar cuando han sido víctimas de un ataque.

"En principio tienen miedo a hablar con alguien uniformado pero, junto con personas de estas entidades, se deciden a dar el paso para que se pueda iniciar el proceso policial y judicial contra los autores de los delitos", indica Martínez, quien añade que "es difícil llegar a las víctimas" por su situación vital al residir en la calle y porque a menudo no hablar bien el idioma o tienen algún tipo de enfermedad.

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