Muerte de un migrante en Málaga
Abdou Ngom, el artesano azulejero de Senegal que se ahogó con el sueño europeo
Sin contrato, sin papeles ni tarjeta sanitaria, el protagonista del abrazo con una voluntaria de la Cruz Roja en la playa del Tarajal murió el pasado martes en una habitación compartida tras haber sido atendido de urgencias en el Hospital de Málaga
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Luna, voluntaria de la Cruz Roja, consolando a un migrante en Ceuta. / EFE / Reduan
Su abrazo con Luna, la voluntaria de la Cruz Roja que le arropó en la playa del Tarajal de Ceuta, el 18 de mayo de 2021 dio la vuelta al mundo. Ese abrazo, immortalizado por la agencia EFE, fue un símbolo. Contra las proclamas de odio, mostraba la humanidad ante la acogida de las personas migrantes. Pero la historia de Abdou Ngom va mucho más allá. Artesano azulejero, huérfano de padre y madre y criado por su abuela, dejó Malika (Senegal) en 2017. Según cuenta su familia, murió el martes 3 de junio, solo, en la cama de un piso realquilado en Málaga, donde hoy le lloran sus amigos y familiares. Todos pendientes de la autopsia, explican que no tenía tarjeta sanitaria, ni contrato de trabajo, ni papeles.
"No estaba empadronado ni tenía tarjeta sanitaria, ni papeles ni contrato"
"Su muerte es responsabilidad del Estado: su cadáver pesa sobre la democracia española y sus políticas racistas", denuncia Bombo Ndir, miembro de la comunidad senegalesa en Catalunya que está ayudando a la familia y el entorno de Abdou para lograr, almenos, repatriar el cadáver a su país natal.
Abdou, este hombre senegalés de 36 años que deja huérfana a una niña en Marruecos, murió el pasado martes, según explica desde Málaga su tío Mamadou Laye Gadiaga a EL PERIÓDICO. Su muerte trascendió el sábado cuando la periodista Ana Jiménez, que lo entrevistó en 2021 en Casablanca, informó del trágico suceso. Fue en plena fiesta musulmana del cordero, conocida como Tabaski en Senegal, con lo que el impacto en la comunidad es aún mayor.
Familiares y amigos están pendientes de la autopsia e intentando recaudar fondos para repatriar el cadáver de Abdou a su país
Las asociaciones de migrantes, ahora movilizadas en la campaña para sufragar la repatriación del cadáver, recuerdan que hay muchos como Abdou. Y que, en el fondo, su historia evidencia las enormes dificultades a las que se enfrentan los migrantes en España. "Europa lo había expulsado, invisibilizado y olvidado. No fue un accidente. Es un sistema que mata", considera Omar Diatts, portavoz de la Coordinadora de Entidades Senegalesas en Catalunya.
Dos intentos en 2021 y 2024
Abdou se fue de Malika en 2017 con su hermano porque ambos querían dar una vida mejor a su abuela, la mujer que había criado a estos dos huérfanos. Vivió en Marruecos trabajando como albañil, pero en 2021 decidieron dar el salto hasta España. Hijo de una población pesquera, el 17 de mayo caminó ocho horas por la orilla marroquí e hizo dos más a nado hasta el Tarajal. Vio morir a su hermano en esta travesía. Exhausto y desconsolado en aquella playa, se abrazó a Luna, que después fue víctima de insultos y ataques racistas.
Tras aquel abrazo, Abdou no pudo ni siquiera pedir asilo. No recibió asistencia humanitaria. Había entrado a España de forma irregular junto a 8.000 personas más: sin visado ni oferta laboral. A las pocas horas, él y otros muchos fueron deportados a Casablanca (Marruecos). Ya entonces varias oenegés llevaron este caso al Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) por considerarlo una devolución ilegal.
"Hacía semanas que no estaba bien. Fue a Urgencias del Hospital de Málaga. Le atendieron, le hicieron radiografías, le dieron medicación y se fue a casa"
Abdou lo volvió a intentar. Ya lo avisó en una entrevista a TVE: quería volver a España. Por eso, en noviembre de 2024, se metió dentro de una patera para llegar a las Islas Canarias. Es la ruta migratoria más mortífera en Europa: en la primera mitad de 2024 se saldó con 5.000 muertos. Él vivió. Llegó a Lanzarote y después un amigo que había conocido en Marruecos, Mbayé, lo acogió en Barcelona. Fueron pocos días porque Mbayé encontró trabajo en la construcción en Málaga, donde ambos empezaron a trabajar a inicios del pasado enero.
"No tenía contrato de trabajo", afirma contundente Bombo Ndir, que ha estado en contacto con la familia del fallecido. Según ella, Abdou trabajaba sin contrato, cosa que también le impedía cotizar, tener permiso de residencia ni de trabajo. Es decir, carecía de derechos como ciudadano residente en España.
"Le dolía mucho el pecho"
Su tío Mamadou Laye Gadiaga cuenta que hacía semanas que Abdou no se encontraba bien. "Le dolía mucho el pecho", explica. Su amigo dejó unos días el trabajo en la obra para estar con él y cuidarle. "No estaba empadronado ni tenía tarjeta sanitaria", apunta Ndir. Esto significa que no tenía médico de referencia, no podía acceder a la atención primaria gratuita. Y cuando ya no pudo más, hace aproximadamente una semana y media, pidió ayuda en urgencias en un hospital de Málaga.
"Le atendieron de urgencia, le hicieron radiografías, un TAC y le dieron medicación", cuenta su tío. Tras esa visita, se fue a casa. "El martes Abdou se encontraba mejor y le dijo a su amigo que se fuera al trabajo. Pero cuando este regresó a casa se encontró muerto a Abdou en su cama, solo", sigue el tío.
Las entidades reclaman transparencia a la Administración. "Queremos saber qué ha pasado porque hay muchos como Abdou"
Este lunes, la Cruz Roja se ha trasladado al piso donde vivía Abdou en Málaga para atender a familiares y compañeros de piso a los que había conocido en Marruecos. Su entorno ha activado varias cuentas bancarias para recaudar los 8.000 euros que cuesta la repatriación del cuerpo, mientras espera los resultados de la autopsia. También están intentando sufragar el viaje de su mujer y su hija, residentes en Marruecos, hasta Senegal para que puedan asistir al funeral. Parte de los donativos vienen de la cofradía islámica Layen, de la que Abdou y su familia formaban parte y que está movilizando a la comunidad senegalesa en toda España.
Las entidades reclaman transparencia a la Administración sobre este caso. "Queremos claridad, queremos saber qué ha pasado. Necesitamos que haya presión y que las autoridades nos expliquen qué ha pasado. Porque como Abdou hay muchos, y tenemos muchos problemas para que los inmigrantes puedan vivir dignamente", señala Diatts. "Ahora se ha muerto y hablamos de ello porque salió en una foto con una voluntaria de la Cruz Roja, pero ¿cuántos mueren trabajando en el campo o en la obra porque no le importan a nadie?", lamenta Maria Creixell, miembro de la Coordinadora Obrim Fronteres.
Igual que su llegada a España, la muerte de Abdou también ha sido otro símbolo. Pero esta vez del fracaso de la acogida, de la vida en la marginalidad en la que tantos se ven obligados a sobrevivir, aunque no todos lo consiguen.
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