Inmigración

Serigne Mor Mbaye, psicólogo senegalés: "Los migrantes no se podrán integrar si no abordamos sus traumas del viaje"

Psicólogo clínico, forma a sanitarios y trabajadores sociales en salud mental y migración

Así se autofinancian las mujeres subsaharianas en Catalunya: "Es nuestra única forma de tener libertad económica y emprender"

Serigne Mor Mbaye, psicólogo clínico senegalés, el pasado miércoles en Barcelona.

Serigne Mor Mbaye, psicólogo clínico senegalés, el pasado miércoles en Barcelona. / Jordi Otix

Elisenda Colell

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La primera vez que dejó Senegal y pisó Europa, para estudiar en Tolouse (Francia) a los 17 años, Serigne Mor Mbaye buscó, desesperado, un pedazo de tierra para poder soplarla. Era el ritual de su abuela para alejar los miedos. “Los ritos y las tradiciones son fundamentales para la salud mental”, cuenta este profesor de Psicología Clínica de la Universidad de Dakar que esta semana ha visitado Barcelona para formar sanitarios y trabajadores de asuntos sociales, en un acto organizado por la Asociación de Dones Migrades Subsaharianes (Adis).

¿En qué consiste esta charla? Los inmigrantes que llegan en patera a España acumulan un elevado nivel de estrés postraumático. No se integrarán si no se aborda esta realidad. Darles la bienvenida no es hacer un centro, sino cuidar sus mentes. No hablamos de un lujo ni un privilegio, es un derecho. Este año ya he ido cuatro veces a Canarias a formar a médicos y trabajadores sociales para que entiendan de qué manera los africanos viven el estrés postraumático antes del viaje, durante y después.

¿Antes del viaje? La mayoría de los chicos llegan de Mali, Guinea, Senegal o Burkina Faso, lugares con problemas económicos, conflictos armados o crisis climáticas. Han visto la muerte y escapan de la guerra y de la pobreza. Esto ya provoca un trauma.

Serigne Mama Mor Mbaye, psicólogo clínico senegalés, el pasado miércoles en Barcelona.

Serigne Mor Mbaye, psicólogo clínico senegalés, el pasado miércoles en Barcelona. / Jordi Otix

¿Y después? Cuando salen de su país viven mucha angustia. El viaje es comunitario, la familia lo prepara y organiza. Pero cuando salen están solos. El proyecto se vuelve individual y allí ya aflora la angustia, el miedo, la desesperación… Tienen que afrontar que pueden morir.

¿Y cuándo llegan a Europa? Creen que la vida será fácil, una idea que no es real y entonces llega la frustración. No tienen papeles, no hay trabajo, y ya tienen traumas previos. Esto complica mucho su vida aquí. Pero también hay que tener en cuenta la representación cultural de la salud mental.

¿En qué sentido? En África la depresión está muy enmascarada. Las personas que tienen un trastorno de salud mental están marginados, se ve como algo malvado. Para el africano, la depresión, el malestar emocional es culpa de algo externo. Todas las culturas tienen un sistema de representación de la salud mental, con prácticas y ritos. Cuando salen en la patera usan amuletos y hacen rituales de protección para su seguridad. Las prácticas culturales sirven para sobrepasar una situación traumática. Un chaval en Canarias estuvo dos días sin ducharse porque el Marabú se lo había dicho, para él era importante. Es algo que los psicólogos europeos desconocen.

¿Qué debemos hacer? Entender cómo han vivido el viaje, qué traumas han sufrido. Solo así podremos ayudarles a superar el trauma y ser resilientes. Hay que hacer grupos focales, reunirlos para hablar, darles la palabra. Aquí no hablan, no se les escucha, están centrados en sobrevivir y toda la problemática personal, estos traumas, no se abordan.

¿Creemos que lo harán solos? Sí. Y me sorprende que los catalanes lo vean así. En 1936 ustedes se exiliaron al sur de Francia, a Rusia, a América Latina… Conocéis el exilio y la migración, sabéis que no fue fácil atravesar el Pirineo a pie. Sois un pueblo de exiliados. Es esencial que la gente que trabaja con migrantes, en los centros de acogida, conozcan la cultura, lo que han vivido, qué traumas han pasado para poderlos acompañar. Yo conocí muchos exiliados en Tolouse y Montpellier.

Serigne Mama Mor Mbaye, psicólogo clínico senegalés, el pasado miércoles en Barcelona.

Serigne Mor Mbaye, psicólogo clínico senegalés, el pasado miércoles en Barcelona. / Jordi Otix

E imagino que a muchos senegaleses en Canarias. Y muertos. El año pasado murieron 20.000 personas en el Atlántico intentando llegar. Yo vivo en un pueblo pesquero y hay muchas mujeres con depresión porque sus hijos han muerto en el mar. A diario me dicen: “Mi hijo salió hace tres meses. Estas mujeres han perdido a los hijos, se sienten culpables porque ellas les organizaron el viaje. Y cuando mueren no lo saben a ciencia cierta, no pueden enterrarlos, se pasan años esperando la llamada diciendo que al fin llegaron a Europa.

Muchos son niños… La situación tan precaria en el país de origen hace pensar a las familias que lo mejor para ellos es que viajen a vuestro país. Lo hacen para protegerles, hacerles migrar es mejor que quedarse donde están. Aunque si ustedes no pueden formarles, no pueden educarles, no pueden integrarles, retórnenlos con su familia. En Canarias los veo saturados, no les forman, no les ayudan… ¿Qué harán estos niños?

¿África está perdiendo su juventud? Nuestro país debe hacerse cargo y responder a las demandas de nuestros jóvenes. Y si no lo hacen, tienen todo el derecho del mundo a irse. Hace 30 años, en mi pueblo nadie se iba porque eran todos pescadores. Tras los acuerdos de pesca, no hay peces y emigran. Si hubiera trabajo, oportunidades formativas, no se irían. También digo que Europa les necesita, su pirámide demográfica no es la nuestra. Y, en nuestro caso, los migrantes aportan divisas y se encargan de todo aquello que no asume el Estado, aportan mucho a nuestra sociedad.

barcelona 4/06/2025 Sociedad Serigne Mama Mor Mbaye, psiquiatra senegalés que viene a Barcelona a dar una charla sobre salud mental de personas migrantes. AUTOR: JORDI OTIX

Serigne Mor Mbaye, psicólogo clínico senegalés, el pasado miércoles en Barcelona. / Jordi Otix

¿Qué efecto tiene la migración a edades tan tempranas? Los niños sufren violencia física y sexual durante el viaje. Hay niños de Nigeria que en Senegal son explotados sexualmente para pagar la patera. Llegan a los centros de acogida españoles con una fragilidad enorme, su mente está menos desarrollada, no tienen tantos recursos de resiliencia y nadie atiende esta realidad. Este es el drama, que les dais comida, techo y ropa, pero no os fijáis en su trayectoria mental. Está en peligro su integración y adaptación, por eso es tan importante que los centros de menores se hagan cargo de ello.

¿Por qué? Si viven aislados son tan frágiles que disocian, caen en adicciones, drogas, pueden desarrollar esquizofrenia. Si forman una familia se dan situaciones de violencia que no entendemos. Estos son efectos del estrés postraumático. Deben compartir lo que han vivido, sentirse parte de la comunidad.

Se habla mucho de los guetos de las personas migrantes. Es normal. Viven explotación laboral, delincuencial, sexual… Están cargados de traumas. La forma de sobrellevar su situación mental es con el repliegue de identidad, te quieres rodear de los tuyos, volver a tus orígenes.

¿Los problemas de integración son de salud mental? Un padre que acumula traumas, dolor... ¿qué tipo de padre será? No pueden atender a sus hijos. Por eso hay violencia y conflictos en estas familias. Los niños nacen aquí y viven un conflicto entre la familia y la sociedad de acogida, hay una disociación cultural entre la cultural.

¿Y cómo se aborda? Acompañar a los padres, que entiendan que sus hijos son diferentes, que tendrán su propia cultura y la deben respetar. Deben aprender a negociar con sus hijos en vez de imponerles su cultura. Abrir su mente. . Lo que no puede ser es que los padres migrantes amenacen a sus hijos con que, si se portan mal, los devolverán a Senegal. Los que se aíslan tienen miedo. Los que se abren, no.

Pero se puede ver como un control racial. Los padres migrantes aquí están solos. Deben sentirse parte del proceso. Si no son peligrosos, como la ablación, está bien hacer ritos con los niños. Pero no se les pueden imponer solo porque han sido su estrategia de sobrevivir a sus traumas.

Ahora se habla mucho del velo islámico. Todas las culturas tienen su identidad, y los migrantes la replican. Que lleven velo, que coman cuscús no es malo. Lo importante es que vayan a la escuela, que hablen la lengua, que conozcan la historia y la cultura del país de acogida. Pero también que el país de acogida conozca la de los migrantes para que se sientan respetados. Hay que viajar más, hay que descubrir a los demás.

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