Acceso a la universidad

Preparar la selectividad más difícil a contra reloj y con ChatGPT de 'coach': "Pido modelos de exámenes a la IA... y tomo tila"

En la recta final de las PAU, los chavales acusan la presión y la incertidumbre ante las pruebas más abiertas de los últimos años

MULTIMEDIA | Por qué tu hijo se prepara así la selectividad?

Alumnos de Bachillerato preparan la selectividad en la Biblioteca Jaume Fuster de Barcelona. AUTOR: JORDI OTIX

Alumnos de Bachillerato preparan la selectividad en la Biblioteca Jaume Fuster de Barcelona. AUTOR: JORDI OTIX

Antonio Gallardo

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En la cuenta atrás para la selectividad, las aulas, las bibliotecas y hasta los chats de IA bullen de nervios, apuntes y estrategias de última hora. Para los alumnos recién aprobados de Bachillerato, las Pruebas de Acceso a la Universidad (PAU), que empiezan el próximo día 11 en Catalunya, son mucho más que un examen. Y más si cabe este año, cuando se enfrentan a unas pruebas más inciertas y difíciles a raíz de los cambios introducidos, que dejan atrás la opcionalidad (elegir entre el examen A y B, lo que reduce a la mitad el temario a estudiar) y aumentan en competencialidad. Más que nunca, la selectividad es sobre todo una prueba de resistencia mental y emocional. Para algunos, también es una crítica pendiente al sistema educativo.

“Sí, tengo que tomar tila por las noches, porque no duermo”, admite Mar Peinado, estudiante del Bachillerato de Artes Escénicas en el ITAEP de Barcelona. “Es mi futuro y siento mucha presión.” Mar, dice, se enfrenta a exámenes teóricos que poco tienen que ver con su formación práctica, lo que da munición a una de las críticas más frecuentes: la falta de personalización en las pruebas.

Mar, alumna de Bachillerato de Artes Escénicas.

Mar, alumna de Bachillerato de Artes Escénicas. / Jordi Otix

“Si tengo dudas o no entiendo una corrección, utilizo el chat para que me lo explique: también le pido modelos de exámenes y hago tres ejercicios al día sin parar”

— Mar

Horarios y rutinas estrictas

Una queja que también comparte Mauro, estudiante del Bachillerato Tecnológico en el colegio Virolai. “Hay exámenes que cuentan más que otros, y eso quizá debería cambiar”, afirma. A pesar de la dificultad de estos días para compaginar estudios con otras actividades como el fútbol, Mauro ha organizado su preparación con horarios y rutinas estrictas. “Se me hace bastante difícil, pero intento no fallar”.

Lluc, de 20 años, se centra en la parte específica de la prueba.

Lluc, de 20 años, se centra en la parte específica de la prueba. / Jordi Otix

“Tengo una presión tan grande encima que no me falta motivación para estudiar, estoy encerradísimo y solo estudio"

— Lluc

Más allá de eso, si hay un aliado inesperado en esta carrera final, esa es la inteligencia artificial. Berta y Martina, estudiantes de Biosanitario y Científico-Tecnológico respectivamente, aseguran que combinan los apuntes del profesor con ejercicios de selectividad y explicaciones de ChatGPT. “Si tengo dudas o no entiendo una corrección del examen, utilizo el chat para que me lo explique”, apunta Berta. Mar también lo usa: “Le pido modelos de exámenes pasados y hago tres ejercicios al día. Sin parar”.

Martina, estudiante de Bachillerato de 18 años.

Martina, estudiante de Bachillerato Científico-Tecnológico. / Jordi Otix

“La selectividad no me parece mal porque al final hay que seleccionar a la gente, pero me gustaría que se introdujeran cambios para rebajar la presión"

— Martina

“La selectividad no me parece mal porque al final hay que seleccionar a la gente", reflexiona Martina, a quien le gustaría, eso sí, que se introdujeran cambios para que "no hubiera tanta presión”. Para Mauro, la selectividad no es del todo justa. Y para Mar, la prueba no debería tratar igual a estudiantes con formaciones tan distintas.

Pese a las diferencias, todos coinciden en algo: no hay una única forma de vivir este momento. Algunos improvisan, otros se organizan al milímetro. Unos duermen poco y otros lo viven más al ralentí. Pero todos corren contrarreloj hacia un examen que, para bien o para mal, marcará sus próximos pasos.

Berta, alumna del Bachillerato Biosanitario.

Berta, alumna del Bachillerato Biosanitario. / Jordi Otix

“Si tengo dudas o no entiendo una corrección del examen, utilizo el chat para que me lo explique”

— Berta

Sin vida social

Lluc, de 20 años, ha decidido centrarse únicamente en la parte específica de la prueba. Su preparación se basa en una fórmula clásica: teoría y práctica. “Primero leo la teoría y luego hago muchos ejercicios”. Su mayor preocupación es Tecnología, una asignatura que no ha tocado en mucho tiempo. Aunque espera que el nivel de la selectividad no sea especialmente exigente, no baja la guardia: “Tengo una presión tan grande encima que no me falta motivación para estudiar”. Ha renunciado por completo a su vida social durante estas semanas: “Estoy encerradísimo y solo estudio”.

“Tengo el pensamiento constante de que, si no estoy estudiando todo el día, no llegaré a interiorizarlo todo”

— Maria

Maria, de 18 años y estudiante de Bachillerato Científico, también se siente atrapada en un 'modo estudio' constante. “Estoy repasando todo lo que entra, haciendo ejercicios de Mates y Química y usando exámenes de otros años”, explica. Como muchos otros, ha sustituido Google por ChatGPT para resolver dudas al momento. Aunque no está de acuerdo con la selectividad, reconoce que no tiene una solución clara: “Es muy estresante para el alumno, pero tampoco se me ocurre otro sistema”. Su motivación viene de la propia ansiedad: “Tengo el pensamiento constante de que si no estoy estudiando todo el día, no llegaré a interiorizarlo todo”.

Mauro, alumno del Bachillerato Tecnológico-Artístico.

Mauro, alumno del Bachillerato Tecnológico. / Jordi Otix

“Tras la sele, nos vamos de Interrail por toda Europa, ya lo tenemos pagado"

— Mauro

Adrià, de 17 años, combina las rutinas intensas con cierta serenidad, aunque la presión externa le pesa. “Creo que lo llevo bastante bien, pero siempre está esa sensación de que la vida entera gira alrededor de la sele”, admite. Estudia por la mañana y por la tarde repasa con amigos. Ha optado por centrarse en Física y Matemáticas, dejando de lado materias como Catalán y Castellano. “Haría algo más específico por carrera. Si quiero hacer Medicina, no tiene sentido hacer exámenes tan genéricos”, propone.

Las vacaciones, aún lejanas

También Aitana, de 17 años y estudiante del Bachillerato Tecnológico, cuestiona el modelo actual. “Te lo estás jugando todo en un examen y eso es asfixiante, porque no sabes qué puede pasar”, afirma. Su preparación es meticulosa: clases de repaso, revisión del temario por la tarde y maratones de estudio el fin de semana. Futura aspirante a la UPC o a la Politécnica de València, intenta enfrentarse a su asignatura más difícil, Física, con vídeos del profesor y ejercicios de convocatorias anteriores.

Aitana, estudiante de Bachillerato Tecnológico.

Aitana, estudiante de Bachillerato Tecnológico. / Jordi Otix

“Te lo estás jugando todo en un examen y eso es asfixiante, porque no sabes qué puede pasar"

— Aitana

Aunque el Interrail por Europa o los viajes con amigos aparecen en el horizonte como una luz al final del túnel, la mayoría todavía no se permite pensar en ello. “Me gustaría ir de viaje, pero ahora mismo no puedo estar pensando en eso”, dice Mar. Mauro, en cambio, ya lo tiene todo planeado: “Tenemos ya pagado un Interrail por toda Europa”.

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