Educación en Catalunya

La 'generación Lamine Yamal' llega a la selectividad: "Estamos hartos de que nos digan que no tenemos futuro"

Cuatro estudiantes que el próximo miércoles empiezan la selectividad en Catalunya pasan revista a su escolarización, marcada por los recortes y el aumento de la diversidad en el aula

Los alumnos cuestionan la falta de orientación y de motivación que inculcan los docentes, admiten el uso descontrolado de la IA y muestran hartazgo ante los discursos apocalípticos de los adultos

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Kore, Alba B., Alba C. y Gerardo, la semana pasada en el institut Josep Serrat i Bonastre.

Kore, Alba B., Alba C. y Gerardo, la semana pasada en el institut Josep Serrat i Bonastre. / Marc Asensio

Helena López

Helena López

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Les llamaremos 'generación Lamine Yamal' porque nacieron en 2007, como el astro de Rocafonda. El dato biográfico es clave porque también podríamos llamarles la generación de las crisis. Al fin y al cabo, nacieron cuando las 'subprime' encendieron la mecha de la recesión económica mundial; accedieron al sistema educativo en 2010, justo cuando el Govern de Artur Mas decretaba los primeros recortes. Y a lo largo de su escolarización han vivido tres leyes educativas distintas y una revolución demográfica que ha cambiado para siempre la composición de las aulas: en apenas una década, el alumnado de origen migrante ha pasado del 10 al 20%. ¿Cómo han vivido ellos todos estos cambios? ¿Qué suspenden y qué aprueban de su paso por la escuela?

Alumnos de bachillerato del Institut Josep Serrat i Bonastre, afrontan la selectividad. AUTOR: Marc Asensio Barcelona, Catalunya, España, sociedad, educación, selectividad, estudios, bachillerato, estudiantes, alumnos, Institut Josep Serrat i Bonastre de Barcelona.

De izquierda a derecha, Kore Atoche, Alba Benavente, Alba Coll y Gerardo Esquivel. / Marc Asensio

A pocos días de que más de 42.000 chavales [entre ellos, Pau Cubarsí, compañero de alegrías de Yamal] descubran, al fin, en qué consiste exactamente la temida 'nueva selectividad', charlamos sobre el sistema educativo con Alba Coll, Gerardo Esquivel, Kore Atoche y Alba Benavente. Acaban de terminar el Bachillerato en el instituto Josep Serrat i Bonastre, sobre la plaza de Lesseps, en Barcelona, y estos días exprimen las clases de preparación de la selectividad, en las que están descubriendo "un mundo nuevo", explican.

"La diferencia entre el ambiente en el aula durante el curso y el de ahora es abismal, durante el año las clases eran ruidosas, era complicado avanzar, pero, estos días de preparación de las PAU he visto eran silenciosísimas, todo el mundo concentrado; se nota que vas porque quieres, se muestra el interés que tienes", relata Gerardo, quien llegó de El Salvador con 11 años y ha estudiado en este instituto la ESO y el Bachillerato científico. Quiere estudiar Ingeniería Electrónica en Telecomunicaciones y se está esforzando para que le alcance la nota.

Hay muchas otras cosas con las que se podría mejorar el rendimiento escolar que no requieren tanta inversión como unas pizarras digitales que casi no se usan

Gerardo

Sus compañeras Alba Coll, Alba Benavente y Kore lo viven exactamente igual. "Durante el curso, había momentos en que las clases parecían particulares porque solo tres o cuatro alumnos estábamos prestando atención y los demás estaban pasando o haciendo otra cosa con el ordenador; y claro, en ese contexto, los profesores prefieren concentrarse en los alumnos que de verdad están escuchando", prosigue Gerardo mientras sus compañeras asienten.

"Se pasan el día diciéndonos que nuestro trabajo no los va a quitar la IA, que no vamos a tener jubilación… es un poco deprimente"

Alba B.

"Hay mucha gente a la que no le interesa lo que está estudiando. Es impresionante. En el Humanístico, casi la mitad de alumnos no sé qué hacían en Bachillerato", se pregunta Alba Coll. Su amiga Alba Benavente tiene una teoría: "Muchos padres están obsesionados en que sus hijos hagan Bachillerato aunque ellos no quieran –dispara–. Probablemente serían más felices haciendo otra cosa que quizá les gustaría más, pero los meten aquí, que no les interesa nada, y acaban fastidiando a todo el mundo. Eso lo he visto muchas veces". También está la cuestión de falta de plazas públicas en la FP, que empuja a no pocas familias a matricular a sus hijos en Bachillerato por no poder pagar una FP privada.

Alba Benavente comparte su propia experiencia: "Ha sido increíble el cambio que he notado de estudiar toda la ESO algo que no me gustaba a un Bachillerato Artístico con asignaturas que me encantan". "En la ESO tenía una media de 5, justísimo, y, de golpe, aquí he sacado una media de casi un 8", relata. Al principio, de hecho, no se lo creía. "Cuando llegué al instituto [estudió la primaria y la ESO en otro centro] no me sentía capaz de sacar estas notas, me habían dicho que yo no valía para estudiar, me hicieron creer que no era capaz", recuerda la joven, a las puertas de entrar en la universidad, donde quiere estudiar Bellas Artes.

Alba B., alumna de Bachillerato del Institut Josep Serrat i Bonastre.

Alba Benavente, alumna de Bachillerato del Institut Josep Serrat i Bonastre. / Marc Asensio

De forma espontánea, prácticamente sin tener que preguntarles nada, los cuatro jóvenes van poniendo sobre la mesa todos los temas que han marcado la actualidad educativa durante los últimos años. Un 'timeline' en el que ellos han sido los protagonistas –y los máximos conocedores de lo que sucede realmente en el aula–, a pesar de que pocas veces se les pregunta. Temas, además, que van enlazando. El primero, la urgencia de mejorar la orientación para evitar la desmotivación del alumnado, que termina provocando el cansancio de los docentes.

Buen recuerdo del 'aula de acogida'

En la misma conversación, Gerardo abre el melón de las pantallas. "Pusieron las pizarras digitales supuestamente para mejorar el rendimiento, y casi no se usan; las he visto utilizar quizá una vez al mes y por lo visto son caras. Hay muchas otras cosas con las que se podría mejorar el rendimiento escolar que no requieren tanta inversión", considera el joven, quien guarda un buen recuerdo de su paso por el 'aula de acogida' a su llegada en Catalunya.

Gerardo, alumno de segundo de Bachillerato del Institut Josep Serrat i Bonastre, afrontan la selectividad. AUTOR: Marc Asensio Barcelona, Catalunya, España, sociedad, educación, selectividad, estudios, bachillerato, estudiantes, alumnos, Institut Josep Serrat i Bonastre.

Gerardo Esquivel, alumno de segundo de Bachillerato del Institut Josep Serrat i Bonastre. / Marc Asensio

A ojos de este joven fanático de las Matemáticas, la escuela catalana acoge bien. Habla por su experiencia, salta a la vista que positiva. "Conozco a la misma gente española que de otros países –cuenta–; obviamente te tienes que esforzar más. Yo fui al 'aula de acollida' todo 1º de ESO y el primer trimestre de 2º, y después ya está. Ir al 'aula de acollida' fue importante para mí para aprender el Catalán necesario para poder seguir las clases". Los datos globales, eso sí, son menos optimistas. Un informe reciente de la Universitat de Girona (UdG) apunta a que uno de cada tres alumnos catalanes extracomunitarios deja los estudios tras la ESO, una tasa que triplica a la de los nacidos en la UE.

Hay gente que está muy desinformada y a veces escuchas unas locuras que piensas: ¿y esta persona va a poder votar?

Kore

A la pregunta –esta vez sí– sobre si consideran contradictorio que se prohíba el uso del móvil en el instituto mientras el Departament llena la escuela de pantallas, Alba Benavente responde que el wifi está controlado.

"Tú buscas cualquier cosa que lleva la palabra 'game' y no te deja entrar; ¡nada! Lo que me parece irónico es que prohíban los juegos, pero ChatGpt no; a ChatGpt puedes entrar tranquilamente", apunta. "Bueno, siendo la generación que somos, por mucho que nos quieran controlar, siempre encontraremos la vía", añade.

"Tú le puedes decir a ChatGpt resuélveme este problema como si fueras una chica de segundo de Bachillerato, y te lo resuelve así"

Alba C.

Sobre ChatGPT tienen opiniones distintas. Alba Benavente no lo usa porque va contra sus principuis, responde, contundente. "La gente del Artístico le vemos más cosas malas que buenas. Se está aplicando sin ningún control. Yo he visto a gente durante exámenes que hacía una foto y ChatGPT le resolvía el examen", explica. Alba Coll le da la razón con la cabeza: "Tú le puedes decir 'ChatGPT, resuélveme este problema como si fueras una chica de segundo de Bachillerato', y te lo hace. Haces una foto a escondidas del examen en papel y ya está. Aunque haya mucho control con el móvil, la gente encuentra la manera de usarlo, yo me quedo flipando cada día".  

Alba C., alguman del Institut Josep Serrat i Bonastre, afrontan la selectividad. AUTOR: Marc Asensio Barcelona, Catalunya, España, sociedad, educación, selectividad, estudios, bachillerato, estudiantes, alumnos, Institut Josep Serrat i Bonastre.

Alba Coll, alumna de segundo de Bachillerato del Institut Josep Serrat i Bonastre. / Marc Asensio

"En Bachillerato yo creo que los profes ya lo asumen y piensan que allá ellos, que al fin y al cabo se están autoengañando. A estas alturas ya les da bastante igual, piensan que ya nos lo encontraremos en la selectividad", prosigue Alba Coll, a quien le gustaría estudiar Periodismo en la UPF (aunque tiene plan B y plan C, por si las moscas).

El abismo de los 18

Además de llegar a la selectividad y, si todo va bien, a la universidad, los 18 marcan oficialmente la llegada a la vida adulta, algo que los chavales viven con cierto respeto. "Se pasan el día diciéndonos que la inteligencia artificial nos quitará el trabajo, que no vamos a tener jubilación… Los mensajes que nos llegan son un poco deprimentes", apunta Alba Benavente. "Estamos hartos de que nos digan que no tenemos futuro", coinciden. "Yo tenía mucho miedo de cumplir los 18 porque sentía que al llegar a la mayoría de edad ya no me podía escapar. Ya me puedo sacar el carnet de conducir, ya puedo trabajar, ya puedo votar, ya puedo estar en una mesa electoral... De golpe se me cayó el mundo encima", admite Alba Benavente. 

Kore, estudiante de segundo de Bachillerato del Institut Serrat i Bonastre de Barcelona.

Kore Atoche, de segundo de Bachillerato del Institut Serrat i Bonastre de Barcelona. / Marc Asensio

"Poder votar nos hace ilusión y, a la vez, nos da miedo, ahora que la extrema derecha está subiendo muchísimo entre los jóvenes. Hay mucha gente que está desinformada y a veces escuchas unas locuras que piensas: ¿y esta persona va a poder votar?", reflexiona Kore, futura estudiante de Comunicación Audiovisual si nada falla.

"Hemos tenido la suerte de tener el profe de Historia que hemos tenido, que siempre nos dejaba claro que él quería que tuviéramos una mirada crítica de las cosas"

Alba B.

Sus tres compañeros coinciden con ella. "Hay gente que defiende que el franquismo fue una época igualitaria y buena, es flipante", apunta Alba Benavente. "Sí, sí, que dicen que con Franco estábamos mejor… Recuerdo un día que no podíamos avanzar temario porque mucha gente preguntaba qué es exactamente la democracia. Personas que cumplirán 18 este año y podrán votar...", prosigue Kore, quien coincide con sus amigos en la necesidad de fomentar el espíritu crítico.  "Nosotros hemos tenido la suerte de tener el profe de Historia que hemos tenido, que siempre nos dejaba claro que él quería que tuviéramos una mirada crítica de las cosas; nos explicaba muy bien lo que pasó y cómo todo el mundo lo vivía", agradecen a su profesor.

Por último, reinvindican la necesidad de fortalecer el sistema público de salud mental más allá del instituto. "Un amigo hace tiempo me dijo que pensaba que ir al psicólogo debería ser obligatorio para todo el mundo, y estoy de acuerdo con él, como una revisión general al dentista, pero en el cerebro", plantea Gerardo.

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