Selectividad y deporte
El reto de hacer 2º de Bachillerato (y la selectividad) siendo jugadores del Girona y el Uni
Pau Funallet y Aina Cargol, compañeros de promoción en el colegio Maristas de Girona, están a punto de examinarse de las PAU
Después de un año "muy duro" haciendo malabares con sus compromisos deportivos, tienen claro que quieren ir a la universidad para tener un "as en la manga" por si algún día las cosas no salen como esperan
¿Cómo aprovechar las becas para estudiantes deportistas en EEUU?

Pau Funallet (esquerra) i Aina Cargol (dreta) / Meritxell Comas
El portero del juvenil del Girona FC, Pau Funallet, y la jugadora de la cantera del Uni Girona y del Bàsquet Girona U18, Aina Cargol, son compañeros de promoción en los Maristas. Ahora, tras un segundo de Bachillerato “muy duro” debido a sus compromisos deportivos, se preparan para una Selectividad que debe ser su “as en la manga” por si las cosas no salen como esperan. Aunque ambos persiguen el sueño de convertirse en deportistas profesionales, Funallet quiere estudiar Administración y Dirección de Empresas a distancia “porque de forma presencial sería imposible”. Cargol ha conseguido una beca para estudiar Bioquímica en la Universidad de San Francisco mientras juega en el equipo de baloncesto de la institución.
Cuando Pau Funallet supo que el Girona se clasificaba para la Champions League, fue consciente de que debía cambiar de instituto porque “tendría que faltar mucho a clase”. Cada día subía y bajaba desde Argentona para entrenar con el juvenil del Girona (es portero) y decidió matricularse en los Maristas y trasladarse a vivir a la residencia del club, ubicada en el mismo centro educativo. “Pensé que los profesores tendrían más empatía para poder compaginar ambas cosas; tenía claro que los estudios también eran una prioridad para mí”, asegura.
No quería que el fútbol me condicionase los estudios
Y es que su equipo tenía el privilegio (y la responsabilidad) de disputar la UEFA Youth League, un debut en Europa por la puerta grande que les haría enfrentarse a rivales soñados como el PSG, el Liverpool, el Feyenoord o el Olympiacos. Él estaba a punto de comenzar 2º de Bachillerato, un curso decisivo que debía ser el pasaporte hacia su otro sueño: estudiar Administración y Dirección de Empresas (ADE).
Pero al inicio de la temporada todo se complicó. «Me llamaron para entrenar algunos días con el primer equipo, las sesiones eran por la mañana y me perdía las clases, por la tarde entrenaba con el juvenil y ese ritmo tan frenético, sumado a los desplazamientos, afectó a mi rendimiento académico», explica. Ahí se agobió: «Estaba preocupado porque realmente quería aprovechar la oportunidad que me estaban dando de poder compaginar el fútbol con los estudios», señala. Siempre había tenido muy claro que «no quería que el fútbol condicionara mis estudios», asegura.
Y se propuso sacar horas de donde fuera para aprobar. "Me he llevado los apuntes a los desplazamientos y al hotel, en ratos muertos o antes de ir a dormir, ya fuera en París o en Atenas, me ponía a repasar", recuerda. Sobre todo, filosofía y geografía. Una vez en Girona, aprovechaba las noches para ponerse al día con las asignaturas: "Cuando volvía de entrenar me ponía a estudiar, estaba agotado pero el café me ha ayudado mucho", confiesa. Los desplazamientos también le han hecho perder exámenes, que los profesores han reprogramado.
Ahora, sin entrenamientos desde la semana pasada, se prepara para la selectividad "como cualquier otro chico", con la incertidumbre de no saber cómo será el nuevo examen. Estos días aprovecha para asistir a las clases de repaso que organiza el centro.
Los horarios de los entrenamientos también obligaron a la olotense Aina Cargol a faltar "bastante" a clase: "Al principio de la temporada entrenábamos mucho por las mañanas y también tuve que viajar bastante; me proporcionaban el material y tuve que trabajar de forma muy autónoma desde casa para ponerme al día". Más adelante, los entrenamientos pasaron a ser por las tardes y tuvo que aprender a "ser eficiente" con el poco tiempo del que disponía: "Me di cuenta de que, cuanto menos tiempo tenía, más trabajaba", asegura. Los apuntes viajaban con ella y hacía los trabajos desde el autobús. "Poder compaginar el baloncesto con los estudios era muy importante para mí y, aunque ha sido un curso muy intenso, he intentado restarle importancia a la situación para sentirme bien conmigo misma", confiesa.
El baloncesto, sin embargo, le ha ayudado a prepararse para la Selectividad: "Me ha enseñado a saber detectar en qué necesito invertir más tiempo, a ser constante, a no frustrarme y a saber actuar bajo presión", afirma.
A principios de agosto se marchará a San Francisco, donde tiene una beca para estudiar Bioquímica y jugar al baloncesto en el equipo de la universidad. "El deporte profesional es muy volátil; las jugadoras veteranas se sacaban una carrera a distancia en 12 años, y en Estados Unidos tienen esta fórmula de poder estudiar una carrera como una persona normal y compaginarlo con el deporte".
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