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Gripe aviar desatada y Donald Trump en el poder: la tormenta perfecta
El H5N1 está descontrolado en el mundo, pero la mayor preocupación de los epidemiólogos es EEUU, con 1.000 rebaños de vacas contagiados y gobernado por negacionistas contrarios a la investigación científica
Gripe aviar: ¿la pandemia que viene?

Recogida de aves muertas por la gripe aviar / Agencias


Juan Fernández
Juan FernándezPeriodista
Las películas de miedo son fácilmente reconocibles por la musiquilla de fondo: sabes que estás viendo una cuando el sonido muestra oscilaciones inquietantes, y que la escena es peligrosa cuando el tono se vuelve amenazante. A partir de ahí, el susto de muerte puede aparecer detrás de cualquier cambio de plano.
Si hubiera que contar en un filme la evolución de la gripe aviar de los últimos meses, el género más adecuado sería sin duda el del terror y la secuencia que vivimos en este momento pediría aumentar los tonos graves de manera progresiva, como ocurría en la película 'Tiburón' cuando el escualo rondaba la costa.
Es lo que llevan a pensar los sucesivos brotes del virus que han venido dándose recientemente y lo que sugieren los expertos que se dedican a rastrear este patógeno: el peligro es cada vez más amenazante y en cualquier momento puede desatarse la escena del pánico. O no.
Las autoridades sanitarias brasileñas avisaban a mediados de mayo de la aparición de un brote de gripe aviar en una importante explotación avícola del estado sureño de Río Grande do Sul. La nueva irrupción de esta enfermedad animal, que ha supuesto el inmediato sacrificio de 17.000 pollos y la salida de los mercados internacionales del principal productor de huevos y carne de ave del mundo, se suma a la veintena larga de brotes que se han registrado en lo que va de 2025 en lugares tan distantes como China, Estados Unidos, Camboya y Reino Unido, y se añaden a los que se dataron el año pasado, en el que se produjo una auténtica explosión de casos. Una explosión no solo geográfica, sino también, y esto es lo que más preocupa a los científicos, zoológica.
Nueva versión
La gripe aviar, que viene siendo rastreada por los veterinarios desde que fue detectada por primera vez en una granja de pollos del norte de Italia en 1878, cada vez es menos aviar y más general. Lo que durante décadas fue una enfermedad animal circunscrita a plumíferos de crianza o a escasas especies voladoras silvestres, a partir de 2021, tras la aparición de una nueva versión del virus causante de la dolencia –el temible H5N1–, se ha ido convirtiendo en una plaga que afecta ya a 480 tipos diferentes de aves con presencia en los cinco continentes.
Pero el verdadero giro de guion de la película de la gripe aviar que tiene sorprendidos a los epidemiólogos ha sido la facilidad que este patógeno ha manifestado para contagiar a multitud de especies no avícolas que hasta ahora se habían mantenido inmunes a la enfermedad y que en los últimos meses se han visto afectados en todo el mundo.
Medio centenar de mamíferos diferentes han sido registrados ya con el virus en su organismo. Algunos son salvajes y propios de hábitats remotos como los osos polares, los leones marinos, los delfines o los pumas, pero otros son domésticos y cercanos al ámbito humano como los gatos, los perros, las vacas o los ratones.
Los especialistas describen la situación actual como de "auténtica panzootia", término utilizado por los científicos para referirse a las pandemias que se desatan entre múltiples especies animales. A algunas las mata, a otras solo les provoca síntomas variables, pero esta nueva escala que ha adquirido la gripe aviar ha convertido un asunto veterinario en una preocupación de salud general por una simple cuestión matemática. "Cada vez que un virus salta de una especie animal a otra y se adapta a ella, aumentan las posibilidades de que genere una versión que logre adaptarse a los humanos y transmitirse entre nosotros, sobre todo si ese nuevo animal infectado vive en nuestro entorno cercano", explica Raúl Rivas, catedrático de microbiología de la Universidad de Salamanca.
Letalidad
Hasta ahora, la relación del virus de la gripe aviar con las personas ha sido de temerosa cautela. Desde que se registró el primer humano afectado por esta enfermedad –un varón en Hong Kong en 1997–, el H5N1 ha sido localizado en casi un millar pacientes en todo el mundo. El dato suena tranquilizador –no son demasiados casos en tan proolongado espacio de tiempo–, pero esconde otro mucho más inquietante: la mitad de los que contrajeron esta dolencia vírica, que en ocasiones solo causó cuadros de conjuntivitis y problemas respiratorios, acabaron muriendo. Las dos últimas víctimas han sido un hombre de 65 años del estado norteamericano de Luisiana que falleció en enero pasado y una niña de tres años que murió en marzo en México.
Que la tasa de letalidad de la gripe aviar ronde el 50% hace que esta enfermedad se sitúe entre las amenazas más serias que existen para la salud humana. Sirva de referencia el virus del covid –pandemia y confinamientos de por medio– apenas mató a tres de cada 100 personas infectadas. Si una nueva versión del H5N1 lograra transmitirse entre humanos, partiría de un índice de mortalidad mucho más alto y preocupante.
Hasta la fecha, la naturaleza química de este patógeno nos ha mantenido alejados de ese temible escenario. Si bien los receptores del virus de la gripe estacional –a cuya familia pertenece el H5N1– lograron adaptarse hace muchos años a los humanos para introducirse en nuestras células y multiplicarse, el virus de la gripe aviar no consigue acoplarse por una cuestión de acidez: los receptores humanos tienen un ph de entre 5 y 5,5, y el ph de las proteínas que envuelven el virus es superior a 5,8. "Que 27 años después de infectar al primer humano no haya logrado generar una versión capaz de transmitirse entre nosotros es una buena señal. Quiere decir que al virus le cuesta adaptarse a nuestras células. Pero esto no nos libra de que cualquier día pueda aparecer esa versión que lo consiga", advierte Antoni Trilla, epidemiólogo del hospital Clinic de Barcelona.
Ante esa sombría perspectiva, los ojos de todos los virólogos y epidemiólogos están hoy puestos en el contagio entre vacas lecheras que se desencadenó en varias granjas de Kansas y Texas en marzo de 2024 y que desde entonces no ha parado de crecer, llegando a afectar hoy a 1.065 explotaciones ganaderas de 17 estados de todo el país.
El virus no las mata, pero afecta a la producción de leche, que queda infectada, y además se transmite a gran velocidad entre las reses. "Es la primera vez que el H5N1 se propaga tan rápido entre animales de una especie no avícola, lo que revela su adaptación a este nuevo huésped. Llama la atención su alta presencia en la leche, algo que podría facilitar su contagio a otras especies si la beben sin pasteurizar", señala Elisa Pérez-Ramírez, veterinaria del CSIC especializada en virología.
Menos vigiancia
Sin embargo, la principal preocupación de esta científica –y del resto de especialistas consultados en este reportaje– no tiene que ver con los animales, sino con las personas. "La peor noticia es que esto esté ocurriendo mientras el Gobierno norteamericano reduce los presupuestos para el control epidemiológico. Esas medidas están facilitando el descontrol del virus", dice en relación a los recortes en las partidas dedicadas a vigilar la salud pública impuestos por Donald Trump.
Desde su llegada a la Casa Blanca, el Departamento de Agricultura y el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés, una auténtica referencia mundial para el seguimiento de estas patologías sin fronteras) han sufrido despidos de personal y una severa reducción de gastos.
Tras estas decisiones no hay afán de ahorro, sino pura desconfianza en la ciencia. El propio secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., declarado negacionista de la pandemia, se ha manifestado partidario de beber leche cruda y de dejar que el virus circule libremente por las granjas para lograr la inmunidad de rebaño, algo que apoya la secretaria de Agricultura, Brooke Rollins, y que pone los pelos de punta a la comunidad científica. "Gripe aviar descontrolada y Donald Trump en el poder: es la tormenta perfecta", resume Salvador Macip, investigador médico de la Universidad de Leicester y la Universitat Oberta de Catalunya.
Un estudio publicado en marzo en la revista científica 'The Lancet' avisaba de que el H5N1 está "a una sola mutación" de poder esquivar el sistema inmunológico humano y adaptarse a nuestro organismo. ¿Estamos en la antesala de la próxima pandemia?
Ningún experto se atreve a dar una respuesta concluyente. "Los virus de la gripe siempre han sido los más claros candidatos a generar escenarios pandémicos. Sin embargo, el covid lo causó un coronavirus, no uno de la familia influenza. En esto de los virus y las pandemias, siempre hay tapados y sorpresas", aclara Raúl Rivas.
La letalidad que hasta la fecha ha mostrado el H5N1 causa inquietud, pero no todo son malas noticias: "Si finalmente logra adaptarse a los humanos, su capacidad para hacer daño bajará para poder ser contagioso. En caso contrario se transmitirá peor que el covid", pronostica Salvador Macip, quien subraya "una ventaja" de este patógeno frente a otros de cara a una hipotética pandemia: "A los virus de la gripe los conocemos bien, esto nos permitiría tener pronto una vacuna".
Sea cual sea la evolución que experimente el H5N1 en los próximos meses, a esta hora el diagnóstico común incide en la sensación de incertidumbre. "Lo que estamos viendo hoy no lo habíamos visto antes con este virus. Nos movemos entre la preocupación y la alarma", confiesa Elisa Pérez-Ramírez. El epidemiólogo Antoni Trilla lo describe gráficamente: "Es como estar viendo una película de terror a cámara lenta. Pero no conocemos el final".
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