Medio ambiente

La sequía provocó el año pasado 210 extinciones locales de mariposas en Catalunya

Entre 2021 y 2023 se vivió el periodo con menor abundancia de mariposas desde que se realiza su seguimiento

Un 70% de las especies de mariposas de Catalunya se encuentran en declive

Las mariposas tratan de resistir en entornos metropolitanos degradados

Las mariposas tratan de resistir en entornos metropolitanos degradados / IRENE VILÀ CAPAFONS

Guillem Costa

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Barcelona
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Catalunya ha registrado en 2024 el mayor número de extinciones locales de mariposas desde que se tienen datos: 210 desapariciones confirmadas en una sola temporada, coincidiendo con el impacto acumulado de la sequía. Así lo refleja el informe anual del Catalan Butterfly Monitoring Scheme (CBMS), el programa de seguimiento de mariposas que coordina el Museu de Ciències Naturals de Granollers.

“El estado de la vegetación es clave para el desarrollo de las mariposas”, explica Andreu Ubach, investigador del museo. “La disminución de la cantidad o la calidad de los recursos cuando no llueve afecta tanto a las larvas, que tienen menos alimento, como a los adultos, que encuentran menos néctar floral”, añade. Se trata de desapariciones locales que no tienen por qué ser definitivas.

El CBMS recopila datos desde 1994 gracias a censos semanales realizados por personas voluntarias. Las mariposas, como las aves, actúan como bioindicadores muy precisos del estado de conservación de los espacios abiertos y de la biodiversidad en general. En total, se han documentado 495 extinciones locales en estas tres décadas, casi la mitad de ellas ocurridas en los últimos cuatro años, un período marcado por condiciones meteorológicas extremas.

Aunque las lluvias del año pasado provocaron una recuperación parcial (el 52% de las especies registraron un incremento de población respecto al año anterior) casi la mitad de las especies continuaron descendiendo.

Cuatro años sin verse

La metodología del programa considera una extinción local cuando una especie deja de observarse durante al menos cuatro años en un punto donde previamente era habitual. Por tanto, muchas de las desapariciones registradas ahora son consecuencia directa del estrés ecológico acumulado en temporadas anteriores, en especial entre 2021 y 2023, cuando se alcanzaron los niveles más bajos de presencia de mariposas.

Entre las especies más afectadas se encuentran la Cupido minimus (14 extinciones), Fabriciana adippe (10), Brenthis daphne (10), Boloria dia (10) o Hesperia comma (9). En muchos casos, las pérdidas se concentran en la región mediterránea, mientras que las poblaciones de montaña han resistido mejor.

Según los datos del CBMS, de las 145 especies analizadas, 68 presentan una regresión moderada o fuerte, frente a solo 15 que muestran una tendencia positiva. Las cifras confirman una tendencia generalizada al retroceso en un 78% de los casos. El informe también señala que las variaciones anuales pueden ser grandes en los insectos, ya que cada año emerge una nueva generación, muy sensible a los cambios climáticos y en el paisaje.

Especies veraniegas

Algunas especies, sin embargo, se han beneficiado de las lluvias primaverales de 2024, especialmente aquellas que vuelan en verano y producen más de una generación anual. Las larvas de estas mariposas encontraron alimento en abundancia tras un inicio de primavera más húmedo. También han salido favorecidas las especies que hibernan como adultas y lograron reproducirse con éxito en cuanto mejoraron las condiciones, como la cleopatra (Gonepteryx cleopatra) y la mariposa del almez (Libythea celtis).

“Esperamos un verano lleno de mariposas”, anticipa Ubach, aunque añade que todavía es pronto para valorar si la recuperación se consolidará. Algunas especies primaverales, que ya partían de mínimos históricos en 2023, no han logrado una recuperación clara y podrían haberse visto afectadas por la persistencia de las lluvias, que acortaron su periodo de vuelo e incluso podrían haber favorecido infecciones fúngicas o parasitarias durante la fase de crisálida.