Nombramiento papal
Dani Palau, el primer obispo de León XIV en España, ha convertido su parroquia en un refugio
Las vocaciones, la acogida de migrantes, temporeros y personas sin hogar serán sus prioridades
Quienes le conocen subrayan su implicación en todo tipos de proyectos sociales, culturales y ciudadanos
León XIV nombra al barcelonés Daniel Palau nuevo obispo de Lleida en su primera designación episcopal para España
Las iglesias de los pobres en Barcelona lloran al papa Francisco: "Nos puso en el centro del catolicismo"

Daniel Palau / Església de Barcelona


Elisenda Colell
Elisenda ColellPeriodista
Redactora de desigualdades y exclusión social. Premio 'Montserrat Roig', por mención especial del jurado (2024). Crecí en la redacción de informativos de la Cadena SER en Catalunya. Nací en Viu Comunicació y Cugat.cat.
"Tú primero. ¿Cómo estás?". Son las primeras palabras que uno escucha cuando se enuentra con Dani Palau, el hasta ahora párroco de Corbera de Llobregat (Baix Llobregat) y decano de la Facultad de Teología de Catalunya que este miércoles se ha convertido en el primer obispo que ha nombrado el papa León XIV en España. El nuevo obispo, al que muy pocos llaman Daniel, se hará cargo de la diócesis de Lleida. Hombre defensor de una Iglesia de los pobres y para los pobres, su nombramiento es un reflejo del rumbo que el Papa quiere dar a su pontificado.
Es un sacerdote con una alta formación académica que disfruta bajando al barro. No en vano, sus primeras palabras como obispo electo han sido para el drama de los temporeros en el Segrià. "Es un cura con bambas, que se arremanga, que igual te escribe un artículo académico como que te toca la guitarra, que lo ves en bici por la montaña y abre las puertas de su rectoría para aquellos que más lo necesitan", cuentan aquellos que lo conocen.
"Es un cura con bambas, que se arremanga, que igual te escribe un artículo académico como que te toca la guitarra y abre la rectoría a los necesitados"
Palau nació en 1972 en una familia cristiana del barrio de Sant Andreu de Barcelona vinculada a la parroquia del barrio. Estudió en la escuela Pare Manyanet y ya de pequeño participaba en las actividades pastorales. "Su relación con la fe, con Dios, viene desde la infancia. Y siempre fue muy normalizada. Igual que mantiene amigos que no han seguido este camino, u otros que se han casado, para él ser sacerdote era algo muy normal", explica Carles Muñiz, párroco de Piera, con el que tiene una estrecha relación. Palau decidió dar el paso y entrar en el seminario mientras estudiaba Historia, una carrera que terminó en 1995. Sant Just fue su primera plaza pero se ordenó sacerdote en Vilanova i la Geltrú.
"Siempre se ha implicado en los lugares donde ha estado. En Vilanova terminó siendo abanderado en los carnavales, ha estado en 'colles' de castellers y en Corbera impulsó la creación de un grupo de 'bastoners'", explican amigos que lo conocieron durante su primeros pasos en Sant Just.
"Siempre se ha implicado en los lugares donde ha estado. En Vilanova i la Geltrú terminó siendo abanderado en los carnavales"
En Corbera, plaza en la que estado más de una década, ven un antes y un después de su llegada en el pueblo. "Ha iniciado muchos proyectos culturales, el 'ball de cintes', el 'ball de pastorets', los 'bastoners'... a los 'diables' nos dejaba salir en 'correfoc' desde la iglesia, cosa que nunca se había hecho, impulsó un festival de música clásica en los locales de la iglesia, ayudó al 'esplai' de Corbera en sus tiempos más difíciles", recuerdan férreos ateos implicados en el tejido cultural del pueblo. Su último proyecto, crear las cervezas artesanas de Corbera con motivo motivo del 730 aniversario del templo.
Iglesia abierta a los necesitados
"No dejaba de ser un cura pero con él se podía hablar de todo, ha ayudado a mucha gente. Cualquier que tenía un problema sabía que podía picar a su puerta y que él estaría allí", explican desde el pueblo. Una de sus actuaciones fue compartir la rectoría de la parroquia y abrirla a personas migrantes sin papeles que estaban en situaciones de extrema vulnerabilidad. "No tan sólo les acogía en la urgencia extrema, les acompaña hasta que han logrado su autonomía", sigue Muñiz. Su implicación ha sido especial también para ayudar a los jóvenes. "Él lo dice siempre, usadme, para dar la cara, para pedir permisos... tiene la convicción de que su tiempo es para los demás".
"Él lo dice siempre, usadme, para dar la cara, para pedir permisos... tiene la convicción de que su tiempo es para los demás"
Son muchos los que le recuerdan en su época de conciliario de los 'esplais' del Moviment de Centres d'Esplais Cristians Catalans (MCECC), especialmente los de la zona norte de los municipios del Baix Llobregat. "Era el primero en ayudar, la alegría en las reuniones, el que nos levantaba el ánimo a todos cuando veíamos que costaba seguir adelante", explican exmonitores voluntarios, que aún hoy tienen guardado en la memoria el día en que Palau les invitó a una paella en la rectoría para tratar de limar asperezas y motivarles a que siguieran educando desde el voluntariado.
La realidad de Roma
A parte de historiador, Palau terminó en 2006 los estudios de teologia y de filosofía. En 2013 también fue doctorado en la Universitat Gregoriana de Roma. "Conoce mucho la realidad de Roma, ha visto lo que hay en el Vaticano y lo que hay fuera", explican sus amigos. Durante sus estudios en Roma residía en el Colegio Español, la residencia de la conferencia episcopal, pero allí también optó por la labor pastoral.
"En vez de estar apartado con sus estudios, decidió colaborar con lo que hiciera falta con algunas parroquias de Roma, incluso acompañó a un agrupamento escolta de allí con los que aún tiene relación", explica Muñiz. También amante de la música, fue alumno de piano en el Liceo de Barcelona.
En sus primera palabras, un tanto sorprendido, Palau este miércoles ya ha señalado algunos de sus retos: "Las vocaciones de la vida cristiana, la acogida de inmigrantes, los temporeros de la agricultura y las personas sin hogar", ha señalado. No es casualidad que su entorno lo vea muy fiel a la línea del papa Francisco. "Dani representa esta Iglesia pobre, comunitaria, alegre y de reconciliación. Es de los primeros de esta nueva generación de obispos que plasma una nueva forma de hacer. Su nombramiento nos indica que la vida de lujos y palacios de los obispos ha terminado", sentencia Muñiz.
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