Medio ambiente

La caza para reducir la población de conejos vierte toneladas de plomo al medio natural en Lleida

El Departament d'Interior afirma que la cantidad de plomo no excede los umbrales recomendados y subraya que los Agents Rurals han dejado de utilizar este material

La escasez generalizada de conejos amenaza aves rapaces protegidas

Una cazadora, durante una batida en el sur de España.

Una cazadora, durante una batida en el sur de España. / Agencias

Guillem Costa

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Barcelona
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La lucha contra la densa población de conejos en algunas comarcas de Lleida tiene efectos sobre la biodiversidad. Uno de ellos es la elevada cantidad de plomo presente en la munición de escopeta que se ha vertido en el medio natural: unas 15 toneladas en tan solo dos años, según los cálculos de un informe del Departament d’Interior i Seguretat. Desde 2023, está prohibido usar cartuchos tóxicos, como es el caso del plomo, en todas las zonas húmedas para evitar que aves acuáticas como los patos ingieran los perdigones al confundirlos con pequeñas piedras y sufran graves intoxicaciones.

No obstante, esta normativa, en los hábitats terrestres, tan solo es una recomendación. Por tanto, cuando se capturan conejos en áreas agrícolas de Lleida, a menudo se usa este material, pese a las sugerencias internacionales. En Catalunya, la principal arma empleada para controlar la población de este animal es una escopeta de cartucho del calibre 12, con cargas de hasta 36 gramos de plomo. El estudio constata que entre 2021 y 2022 se capturaron más de 318.000 conejos en la región. En caso de que la eficacia aproximada en los disparos fuera del 50%, el plomo dispersado en el medio alcanzaría estas 15 toneladas.

Aun así, el plomo dispersado en los campos de cultivo se mantiene, por ahora, dentro de los límites legales establecidos por el Real Decreto sobre nutrición sostenible: 55 gramos por hectárea y año. Estos niveles, aunque legalmente aceptables, no eliminan la preocupación sobre su persistencia en el medio. El plomo es un metal pesado que no se degrada con el tiempo y su acumulación progresiva en el suelo puede tener efectos a largo plazo difíciles de revertir. Su presencia y su impacto sobre la fauna silvestre y los organismos del suelo siguen generando críticas de los sectores ecologistas.

Nuevos materiales

Desde marzo de 2023, está declarada la emergencia cinegética en seis comarcas de Lleida por los daños agrícolas causados por esta especie. Sin embargo, ha crecido la preocupación por el riesgo que supone el plomo para el suelo y los ecosistemas. En el Parlament, los Comuns registraron una pregunta al Govern para conocer los detalles del informe realizado por los Agents Rurals.

En dicho escrito, la conselleria asegura que el Grupo Especial de Captura de Animales (GECA) del cuerpo, desde hace dos años, utiliza únicamente munición sin plomo en todas sus actuaciones, también en la región de Lleida. Este cuerpo ya hacía uso de munición no tóxica en zonas húmedas desde 2017, en línea con las normativas europeas que prohíben el plomo en estos espacios naturales desde 2023. Pero la transición hacia municiones alternativas todavía no es generalizada en el ámbito privado, que sigue utilizando mayoritariamente cartuchos de plomo en las cacerías autorizadas para reducir los conejos.

Fosfuro de aluminio

Además de capturas convencionales y sistemas de control con inteligencia artificial, el Ejecutivo catalán planteó también el uso de fosfuro de aluminio, un biocida "peligroso" solo autorizado de forma excepcional cuando se ponen en riesgo infraestructuras como las vías del tren o las autopistas. Esto sucede cuando los conejos cavan sus madrigueras en los taludes que sustentan estas vías.

Para determinar cómo y dónde aplicar este veneno, cuya utilización se incluyó en el acuerdo del Govern con la entidad 'Revolta Pagesa', se ha encargado un estudio que, en este caso, está llevando a cabo el Departament d'Agricultura, Ramaderia, Pesca i Alimentació. Cabe recordar que el conejo, un animal clave para el ecosistema mediterráneo, pese a estar en auge en ciertas zonas agrícolas de las comarcas del este de Catalunya, está en declive en el resto de territorios y en toda la Península.

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