Qué es el triple impacto: cómo transformar vidas y hacer crecer las empresas
“Hacer el bien y hacerlo bien”, en palabras de Sir Ronald Cohen, considerado el padre de la inversión de impacto, es la filosofía que resume un modelo empresarial que busca equilibrar el crecimiento económico con un impacto positivo en la sociedad y en el medio ambiente, con el objetivo de dar soluciones a retos globales de manera sostenible en el tiempo.

Reforestación en Asturias dentro del proyecto Motor Verde, de Fundación Repsol / Fundación Repsol
En los foros empresariales, e incluso en los medios de comunicación, cada vez es más recurrente la expresión “triple impacto” o “estrategias ESG” (medioambiental, social y de gobernanza, por sus siglas en inglés), pero ¿qué quiere decir esto? Se trata de una forma de entender el desarrollo empresarial basándose en tres pilares inseparables: debe generar beneficios económicos, tener un impacto positivo en la sociedad y reducir la huella ambiental. Una tendencia del presente que contribuye a abordar los retos del futuro, contando con las empresas como un importante actor para el cambio.
¿Y si ponemos los pies sobre la tierra? ¿Cómo se materializa esto? Por ejemplo, reforestar zonas quemadas generando empleo local y dinamizando la economía rural es un buen ejemplo de este modelo. Esto es lo que está consiguiendo el proyecto Motor Verde, liderado por Fundación Repsol y la empresa de ingeniería forestal Grupo Sylvestris. Una de las personas que lo ha vivido en primera persona es Sergio Álvarez, que ha trabajado en una de las reforestaciones que se ha realizado en Grandas de Salime, en Asturias. En esta zona se está recuperando un entorno de gran valor paisajístico y medioambiental, en mitad del Camino de Santiago, que fue arrasado por un incendio en 2017. Tal y como lo relata él mismo: “Vi en muy pocas horas cómo el incendio acababa con todo lo que había. Un proyecto como este, que va a ayudar a regenerar toda esta zona, con la ilusión de volver a verla como era en su día… me siento muy orgulloso”.
Con Motor Verde no solo se está generando un impacto medioambiental, al recuperar la biodiversidad en zonas incendiadas o baldías, plantando nuevos árboles de especies autóctonas que absorberán CO₂ de la atmósfera, sino que además se consigue un importante impacto social, creando empleo para muchas personas como Sergio, que residen en zonas rurales, donde las oportunidades laborales son escasas. Esto permite a más personas trabajar en sus lugares de origen e incluso atraer más población, lo que contribuye a revitalizar la economía en estos entornos, dando pie a la creación de nuevos negocios o aumentando los servicios.
Desde su puesta en marcha en 2021, el proyecto Motor Verde ha reforestado más de 5.000 hectáreas en toda España y ha generado más de 2.000 oportunidades de empleo rural, especialmente para personas en situación de vulnerabilidad.
Todo esto es posible gracias al impulso de Fundación Repsol a la empresa Grupo Sylvestris, que con su participación ha conseguido multiplicar su impacto y también su valor económico.
Fundación Repsol, pionera en España
Fundación Repsol es una fundación pionera en aplicar esta visión del triple impacto en España, impulsando proyectos que mejoran vidas y protegen el entorno, además de generar beneficios económicos, que es lo que les hace ser sostenibles en el tiempo. Esto lo hace en línea con su estrategia, focalizada en avanzar hacia una transición energética que no deje a nadie atrás. “Apoyamos iniciativas que desarrollan su actividad en aspectos clave que favorecen la transición energética, como son la movilidad sostenible, la eficiencia energética, la reducción de emisiones o la economía circular” señala Javier Torres, director de Repsol Impacto Social de Fundación Repsol, quien está a cargo de esta línea de actuación.
A la inversión en Grupo Sylvestris, con quien desarrollan el proyecto Motor Verde, Fundación Repsol suma otras tres empresas en las que participa.
La compañía de paquetería Koiki, donde se apuesta por un modelo de negocio innovador, basado en el reparto a pie o bicicleta y llevado a cabo por personas con discapacidad o en situación de vulnerabilidad. Un ejemplo es Ismael, quien lleva subido al patinete eléctrico de Koiki más de 5 años y, según señala él mismo: “¡Me encanta este trabajo! No lo cambiaría por nada… Lo que más me gusta son los compañeros”.
Con su apoyo a Hispaled, Fundación Repsol impulsa los sueños y propósitos de una empresa de inserción especializada en la fabricación e instalación de tecnología LED. Nació en 2009 desarrollando tecnología propia -especialmente para la iluminación de ciudades- y sus fundadores siempre buscaron mejorar la empleabilidad de jóvenes en riesgo de exclusión. Un triple impacto que personifica a la perfección el joven Ouassim: “Desde que estoy formándome en Hispaled como instalador eléctrico, ha cambiado mi vida: primero, la estabilidad económica, porque a la vez que aprendo estoy trabajando, y lo segundo, aprender a trabajar en equipo”.
Además, está el impulso a GNE Finance. Una compañía que ofrece soluciones para mejorar la eficiencia energética de edificios de viviendas, ayudando a las familias con menos recursos en las gestiones con la administración y búsqueda de financiación para acometer las reformas necesarias para mejorar el confort en sus hogares.
Todas estas iniciativas comparten un mismo ADN: el compromiso con un impacto positivo a tres niveles, el medioambiental, el social y el económico. Como señala Javier Torres, “creemos que, si una empresa de triple impacto crece económicamente, su impacto ambiental y social se multiplicará. Esta es nuestra filosofía”, algo que Fundación Repsol ha sabido materializar en cifras.
Triple impacto, una tendencia de y para el futuro
Junto a Fundación Repsol, cada vez más entidades ven las oportunidades para avanzar en este camino, y es que este modelo empresarial se ha convertido en un estándar para organizaciones comprometidas con un desarrollo responsable. Movimientos globales como las Empresas B (B Corp) o incluso las nuevas taxonomías europeas buscan reconocer a organizaciones que cumplen con estándares elevados en términos de impacto social, ambiental y económico, algo que cada vez reclaman más clientes, inversores o accionistas.
En un mundo cada vez más consciente de los desafíos ambientales y sociales, las empresas tienen la oportunidad de ser agentes de cambio. Adoptar este enfoque contribuye también a la creación de un futuro más inclusivo y sostenible para todos, por lo que no solo beneficia a las empresas, sino que también tiene el potencial de transformar positivamente muchas vidas.
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