Infancia

La violencia hacia la infancia se extiende y se normaliza: el 37% de los menores reconocen que los adultos les critican, ridiculizan y humillan

Un informe de Educo constata que niños, niñas y adolescentes no se sienten respetados ni escuchados por los adultos

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Campaña de Educo 'El mejor trato'

Campaña de Educo 'El mejor trato' / FERRAN NADEU / VÍDEO: EDUCO

Olga Pereda

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Madrid
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El maltrato físico y los abusos a la infancia son agresiones evidentes. Unicef publicó en enero un análisis que revelaba que uno de cada cuatro adolescentes de entre 14 y 17 años ha sufrido algún tipo de maltrato directo o ha sido testigo de violencia entre sus familiares. Sin embargo, existen otros comportamientos, como ridiculizar o hacer callar de forma humillante, que no son agresiones físicas pero sí deberían considerarse una forma más de violencia. Lamentablemente, son conductas que están perfectamente normalizadas en la sociedad. El último informe de la organización no gubernamental Educo muestra que, efectivamente, más de uno de cada tres niños, niñas y adolescentes (37%) reconocen haber sido objeto de comentarios incómodos o molestos por parte de los adultos. Por ejemplo, ridiculizaciones, críticas en público y observaciones injustas. Si a ese dato se le suma la cantidad de menores que escuchan este tipo de comentarios no a ellos directamente sino hacia otros niños, el porcentaje se eleva al 80%.

Uno de cada menores encuestados asegura que, en los colegios, los adultos parece que les escuchan pero finalmente no tienen en cuenta sus propuestas

Miriam Torán, responsable de movilización social de Educo, explica que en los talleres que realizan los técnicos de la organización en defensa de la infancia constatan que los menores reclaman más coherencia y comportamientos ejemplares de trato respetuoso. El informe de la organización nace de una encuesta a 500 chicos y chicas de entre 11 y 17 años de todas las autonomías sobre el buen trato en los entornos educativos y, en general, sobre el comportamiento de los adultos hacia ellos. Presentado esta mañana en Madrid, el estudio se enmarca en la campaña ‘El Mejor Trato’ cuyo objetivo es conseguir una cultura de buen trato hacia la infancia y la adolescencia que promueva la empatía, la escucha activa, el respeto y la prevención de la violencia.

La campaña tiene por objetivo evitar, visibilizar y atajar comportamientos poco respetuosos hacia la infancia que están normalizadas. Por ejemplo, faltas de respeto, ninguneo, ausencia de escucha e, incluso, zarandeos. “Queremos que los adultos sean el reflejo de lo que se esperan de nosotros”, afirma uno de los chavales encuestados por Educo.

"Cuando no escuchamos a la infancia estamos limitando su capacidad de decisión y eso tiene un efecto directo en su autoestima"

— Miriam Torán, responsable de movilización social de Educo

Parte fundamental del buen trato pasa por garantizar la participación de los chavales y chavalas y que se confíe en ellos cuando plantean una propuesta para solucionar un problema. Sin embargo, más del 60% de los encuestados dejan claro que los adultos no están convencidos de su capacidad para resolver conflictos. “Cuando no los escuchamos estamos limitando su capacidad de decisión y eso tiene un efecto directo en su autoestima”, ha destacado Torán. Aunque los centros educativos son lugares donde la infancia y la adolescencia son mayoría, los niños y las niñas todavía sienten que tienen poca voz: uno de cada tres asegura que, en los colegios, los adultos parece que los escuchan pero finalmente no tienen en cuenta sus propuestas.

Conocer sus derechos

Para ejercer los derechos resulta fundamental conocerlos. Y aquí hay otro problema dado que la encuesta muestra que tres de cada cuatro niños manifiestan que nunca han oído hablar de los derechos de la infancia o los conocen muy bien. Reconocen que los han tratado en clase, pero que no se acuerdan. “Si los niños, niñas y adolescentes no conocen sus derechos, difícilmente podrán ejercerlos o reconocer si se están vulnerando. Es urgente que la educación en derechos no se quede en un tema puntual en el aula, sino que forme parte de una cultura de respeto y buen trato en todos los espacios donde crecen”, ha subrayado Torán. Hablar de derechos, ha añadido, no es una cuestión abstracta sino una herramienta concreta para proteger a la infancia de situaciones de maltrato, discriminación o silencio, y también para promover entornos más seguros, escuchados y participativos.

"A veces, los profesores utilizan palabras que no entendemos o van demasiado rápido. Con los políticos y las noticias pasa algo parecido"

— Adolescente encuestado en el informe de Educo

Que los niños y niñas tengan información adaptada a sus edades es clave para la protección de la infancia. Sin embargo, casi un tercio de los encuestados afirma no comprender correctamente el lenguaje de los adultos. En concreto, un 14% reconoce tener dificultades para comprender a sus docentes, porcentaje que se eleva al 16% cuando se trata de entender a los políticos y los medios de comunicación. “A veces, los profesores utilizan palabras que no entendemos o van demasiado rápido. Nos cuesta seguir el ritmo. Con los políticos y las noticias pasa algo parecido. Por eso, muchas veces no presto atención o busco información en redes sociales, aunque sé que no siempre es fiable”, afirma un adolescente en el informe.

No fiscalizar

Por otro lado, un 28% del alumnado asegura que cuando mejor se siente es cuando le dejan tranquilo pero le apoyan cuando lo necesita. “Nos llama especialmente la atención que los chicos y chicas verbalicen que cuando mejor están es cuando menos se los fiscaliza. En definitiva, piden abiertamente que no se esté tan encima, que se confíe en ellos y que ya pedirán ayuda cuando sea necesario”, ha explicado la responsable de Educo.

La encuesta incluye un capítulo concreto sobre los centros educativos, cuyo diseño es, según Educo, crucial para el bienestar de la infancia porque tiene un impacto directo en su desarrollo físico, cognitivo, social, emocional y creativo. A pesar de esta realidad, más de la mitad de los encuestados están convencidos de que los colegios e institutos no están diseñados para promover su bienestar ni están adaptados a las necesidades de todo el alumnado. Los chavales expresan su deseo de espacios más luminosos y de pasar más tiempo al aire libre. “Nos gustaría que las aulas fueran más amplias, con ventanas grandes. A veces nos sentimos cansados y creo que, si hubiera más luz y pudiéramos salir más al aire libre, aprenderíamos mejor”, reconoce otro adolescente en la encuesta.