Alimentación

Los hogares catalanes gastan 330 euros al año en comprar comida que acaba en la basura

En la producción, distribución y comercialización de los alimentos descartados se genera tanto CO2 como el equivalente a 21.700 vuelos entre Barcelona y Bruselas

Las familias catalanas desperdician al menos un 10% de los alimentos que compran

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Una mujer observa una bandeja de fresas a punto de caducar en una tienda de Barcelona.

Una mujer observa una bandeja de fresas a punto de caducar en una tienda de Barcelona. / Jordi Otix / EPC

María Jesús Ibáñez

María Jesús Ibáñez

Barcelona
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En un momento en el que tan importante es mitigar el impacto ambiental de la actividad humana –en el que las tasas de pobreza siguen enquistadas y, aunque la inflación parece algo más controlada, persiste la preocupación por el presupuesto de la cesta de la compra– los hogares catalanes están gastando 330 euros al año en alimentos que no se consumen y que terminan en la basura, según los datos presentados este miércoles en la 'Diagnosis del derroche alimentario en los hogares de Catalunya en 2024'. El estudio concluye que el desperdicio de comida le cuesta cada año a los catalanes un total de 902,85 millones de euros.

Son alimentos muchas veces aprovechables, perfectamente consumibles, pero a los que en estos momentos no se les da una segunda oportunidad, ha lamentado el conseller de Agricultura i Alimentació, Òscar Ordeig, en una visita al Banc dels Aliments de Catalunya, una de las entidades que, según las leyes contra el desperdicio alimentario autonómica y estatal, deberá ser destinataria de parte de estos sobrantes. "Prevenir el desperdicio alimentario hará que seamos una sociedad más sostenible social, económica y ambientalmente, y, en esta senda, el trabajo de la Fundación Banc dels Aliments es imprescindible", ha destacado Ordeig, quien ha recordado que, en cuanto se despliegue la nueva legislación, las grandes empresas y supermercados tendrán que firmar convenios con entidades del tercer sector para hacerles llegar productos frescos excedentarios.

Impacto sobre el planeta

Durante los procesos de producción (tanto en el campo como en la industria transformadora), de distribución y de comercialización de todos esos alimentos descartados se emitieron gases de efecto invernadero equivalentes a un total de 462,34 toneladas de CO2, señala el estudio diagnóstico, que han elaborado el Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentàries (IRTA) y el Centre de Recerca en Economia i Desenvolupament Agroalimentari (CREDA). Es el equivalente, ha subrayado el conseller, a 21.700 viajes en avión entre Barcelona y Bruselas.

El dato de las emisiones incluye no solo la comida que acaba en el cubo de basura, sino también los alimentos líquidos y las bebidas que se tiran por el fregadero. De ese valor, el 70,3% proviene de los alimentos no cocinados; el 19,4%, de alimentos cocinados derrochados directamente del plato, y el 10,3%, de alimentos cocinados desperdiciados después de que se hayan guardado unos días en la nevera. El análisis, que evalúa y cuantifica el impacto del desperdicio alimentario en los hogares catalanes, será complementado con otros estudios en el sector productor (para saber cuánto se pierde en el campo, la granja y la pesca), en la industria alimentaria, en la hostelería y comedores colectivos y en el comercio. Del resultado de estos estudios se podrá obtener, por primera vez, la fotografía del despilfarro alimentario en Catalunya, primer paso para poner en marcha a continuación el reglamento que permita prevenirlo y reducirlo.

Plan estratégico para 2026

"La hoja de ruta para lograr una soberanía alimentaria pasa, sin lugar a dudas, por mejorar el aprovechamiento de los productos alimenticios que producimos y consumimos, y por recuperar el valor de los alimentos en la sociedad", ha insistido el titular de Agricultura, que ha adelantado que su departamento está trabajando también en un plan estratégico para la prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentarios en Catalunya, que se presentará a principios de 2026.

En un primer avance del estudio del IRTA y el CREDA el pasado febrero, Ordeig ya avanzó que actualmente se desperdician de media 21,56 kilos anuales por habitante en Catalunya. Con este volumen, indicó entonces el conseller, se podrían alimentar 274.948 personas durante un año, lo que significaría cubrir las necesidades alimentarias del 14% de la población catalana en riesgo de pobreza.