Políticas de igualdad
Trabajadoras sexuales sobre la abolición en Catalunya: “Nos hará más pobres, pero no se acabará con la prostitución”
Tres colectivos cuestionan que las medidas abolicionistas logren acabar con el trabajo sexual y mantienen que crean un escenario más inseguro y precario para ellas
El plan catalán de igualdad incluye la abolición de la prostitución

Prostitutas a la espera de clientes en el centro de Barcelona / Manu Mitru


Patricia Martín
Patricia MartínPeriodista
Escribo en la sección de Sociedad, normalmente sobre temas sanitarios, de mujeres, violencia machista, infancia o consumo; aunque también he trabajado en otras secciones de El Periódico, como Política o Tribunales. Mi trayectoria profesional comenzó en medios locales, incluida una emisora regional de la 'Cadena Ser', y trabajé también para 'El País' y 'Cinco Días'.
¿Qué opinan las trabajadoras sexuales sobre la abolición de la prostitución que se propone impulsar por primera vez el Govern? Janet Mérida, portavoz del colectivo del Raval (Barcelona), entiende que la intención del Executiu de implementar este tipo de medidas en el plan estratégico de políticas de igualdad acabará "empobreciendo" más a las trabajadores sexuales y añadirá "precariedad" a sus vidas, pero no servirá en absoluto para erradicarla.
De hecho, Mérida considera que la iniciativa acabará en "agua de borrajas" y que el "colectivo resistirá", al igual que ya lo hizo con "el envite del PSOE en la pasada legislatura", en referencia al intento del Gobierno de Pedro Sánchez de aprobar una ley abolicionista que ha decaído en varias ocasiones por falta de apoyos. Esta trabajadora sexual entiende el anuncio como un señuelo para "dar aire a Sánchez" y "cambiar el foco" sobre los problemas como el apagón, el 'caso Ábalos' o el caos en los trenes. "Al final, es violencia institucional contra personas que, dentro del contexto capitalista, ejercen trabajo sexual. No me preocupa, siempre buscamos herramientas que bloqueen las políticas punitivas", afirma.
"Un bonito sueño que no se cumplirá"
También Conxa Borrell, una de las fundadoras del sindicato OTRAS de trabajadoras sexuales, considera que la intención de Salvador Illa de incluir "la lucha contra la explotación reproductiva y sexual", en referencia a los vientres de alquiler y la prostitución, entre las líneas maestras del Plan de Igualdad, adelantado por EL PERIÓDICO, es un "bonito sueño", pero "no se cumplirá" y no servirá para acabar con el sexo de pago.
"Este tipo de políticas acaban favoreciendo al cliente porque obliga a las trabajadoras que quieren seguir ejerciendo a bajar precios para sobrevivir en un ambiente hostil"
"Ninguna de las medidas destinadas a acabar con la prostitución aprobadas en los últimos años ha servido de nada", sentencia. Y recuerda que en Suecia, país paradigma de la abolición, sigue habiendo sexo de pago. El problema, añade, es que con políticas destinadas a su erradicación, como multar a los clientes, que son defendidas por el PSOE en España, "se roba el pan a las trabajadoras sexuales".
Multas a clientes
En su opinión, este tipo de iniciativas, en vez de desincentivar y acabar con la demanda, "favorecen al cliente" porque obliga a las trabajadoras que quieren seguir ejerciendo a "bajar los precios" para sobrevivir en un ambiente hostil. "Solo traen más pobreza, más inseguridad en la calle y más empoderamiento del cliente", opina.
"Las medidas abolicionistas hacen que la prostitución sea más clandestina y se perpetúe el estigma y la violencia"
A su vez, Kenia García, trabajadora sexual e integrante del colectivo Prostitutas de Sevilla, alerta de que muchas ordenanzas municipales ya proponen multar a los clientes y eso "no impide la prostitución, solo la desplaza a clubes, casas de citas o los pisos donde las trabajadoras ejercen por cuenta propia". Asimismo, avisa de que "criminalizar al cliente" es "criminalizar los ingresos de las trabajadoras sexuales", porque a quien se persigue para intentar desincentivar la demanda es "a ellas".
"Lo único que consiguen las medidas abolicionistas es que la prostitución sea más clandestina, se empobrezca más a las personas que la ejercen, se perpetúe el estigma y la violencia que sufren". Y, a su juicio, tampoco sirve para acabar con la trata y la explotación sexual, dado que ambas "se desarrollan en la clandestinidad y, por tanto, se necesitan otras políticas".
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