Entrevista

Ferran Lalueza, profesor: "Los jóvenes no llaman por teléfono por miedo a mostrarse como son, pero en el trabajo deben hacerlo, no es una opción"

Experto de la UOC en comunicación de crisis, redes sociales y comunicación persuasiva en internet, puso el foco ya en 2021 sobre el fenómeno de la 'generación muda', esa que se pasa todo el día con el móvil en la mano pero con pánico a llamar

Jóvenes, la generación muda: ultraconectados pero incapaces de mantener una charla telefónica

Ferran Lalueza, investigador de la UOC.

Ferran Lalueza, investigador de la UOC. / Jordi Cotrina

Helena López

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–¿Qué le llevó a intentar entender a la 'generación muda'?

–Algo tan simple como que tengo dos hijos que hace cinco años estaban en plena adolescencia y detecté que cuando les llamaba nunca contestaban, y respondían siempre cosas como que lo tenían silenciado, que no tenían cobertura… Y lo bueno es que cuando les llamas y no contestan, al cabo de muy poco recibes un 'whatsapp' con un "¿qué querías?".

–Un clásico.

–Sí. Compartiéndolo con otros padres de adolescentes me di cuenta de que era algo generalizado y, con un compañero de la UOC que es psicólogo, decidimos investigarlo.

El miedo a mostrarse tal y como son de verdad es problemático y limita la capacidad de comunicarse en cualquier circunstancia

–¿Qué encontraron?

–Que ya había estudios previos, anteriores a 2020, que apuntaban a que los 'millennials' evitaban la comunicación en directo dando algunos motivos razonables. A nadie le gusta que interfieran en su vida cuando está haciendo una actividad concreta. Hay una parte práctica: la vida es más fácil si nadie te interrumpe con llamadas.

–Visto así...

–Pero a la vez vimos, sobre todo vinculado a la pandemia, que había otros estudios que evidenciaban que antes de una videoconferencia esta generación sentía angustia. No solo por hablar de forma síncrona, sino por verse en pantalla. Entonces lo analizamos y vimos que había una parte pragmática, que tenía sentido por un tema de comodidad, pero era algo que iba mucho más allá.

Los jóvenes han entrado en un círculo vicioso: cuanto menos utilizas las vías de comunicación en directo, más te impresiona tenerlas que usar

–En el trabajo no siempre es práctico. De hecho, en ocasiones, es mucho más práctica una llamada.

–Además de la practicidad, hay una cosa que tenemos que valorar y que es la autenticidad. Cuando tú hablas con alguien, con las imposturas que puedas adoptar como parte de tu máscara, te muestras como eres. Esa autenticidad tiene un valor muy potente; pero las nuevas generaciones juegan justo a lo contrario. Por ejemplo: cuando publican una foto en Instagram, es la que les ha quedado mejor de las 50 que se han hecho. Y si, aun haciendo esa selección, no están suficientemente satisfechos, aplican los filtros que consideren oportunos. Al final lo que muestran es impecable, de una estética fantástica, pero no es real, no es auténtico. Y eso lo llevan también al campo de la interacción con otras personas.

–¿Qué quiere decir?

–Que si grabas una nota de voz y no estás contento con el resultado no la envías. La borras y la vuelves a grabar hasta que quede exactamente lo que quieres decir como lo quieres decir. Muy bien, perfecto, pero eso no es auténtico. Ese miedo a mostrarse tal como son de verdad es problemático y limita la capacidad de comunicarse en cualquier circunstancia, asumiendo que a veces te descolocarán con cosas imprevistas. Ahí ya empieza a haber un problema que no se justifica con la practicidad y se convierte en una especie de círculo vicioso: cuanto menos usas esas vías de la comunicación en directo más te impresiona tenerlas que usar. 

Barcelona. 07.05.2025. Sociedad. Entrevista a Ferran Lalueza, investigador de la UOC. Fotografía de Jordi Cotrina

Barcelona. 07.05.2025. Sociedad. Entrevista a Ferran Lalueza, investigador de la UOC. Fotografía de Jordi Cotrina / Jordi Cotrina

–En directo eres más vulnerable, no hay duda. Por escrito puedes saber de todo, ChatGPT mediante.

–Además, como ellos nunca usan ese tipo de llamadas 'en directo', entienden que cuando alguien las utiliza es porque les va a pedir algo que les complicará la vida. Así que de entrada no contestan. 

–Sí es cierto que lo tienen siempre silenciado.

–Sí, pero en la mano, tampoco supone un problema. No lo escuchan pero lo ven y de entrada no contestan. Sienten que las llamadas son como una intromisión y responden por escrito, marcando el código con el que quieren mantener esa conversación. Por escrito o por nota de voz, pero quieren verlas venir. Saber qué me pedirás y poder pensar la respuesta. 

Les es indiferente que sea por escrito o por nota de voz, pero quieren verlas venir, saber qué les pedirán y poder pensar la respuesta

–Es una cuestión de tempo.

–Sí. Al final, ellos usan el móvil de una manera muy intensiva. No es un problema de dispositivo. El hecho de que sea escrito o sea voz tampoco es la clave. La clave es la prevención de controlar el mensaje, el margen para pensar la respuesta. Si escribo, puedo rehacer el texto, y el audio lo puedo borrar. Y así se reduce el riesgo que supone la interacción entre personas, que a veces decimos cosas inadecuadas o que pueden molestar. Todo lo que nos desnuda y nos muestra tal como somos es lo que intentan evitar.

–Por un lado, es una evidencia que los jóvenes están en ese punto, pero desde la escuela se trabaja la comunicación oral más que antes... ¿Qué más se puede hacer?

–Una presentación oral se la pueden preparar. La ensayan, la cronometran, tienen un documento de apoyo... El miedo es el imprevisto, la incertidumbre. Más allá del dispositivo o del formato, lo que les angustia es el hecho de interactuar sin tener el control. ¿Sabré contestar?

–¿Esa fobia a hablar por teléfono es ya un problema?

-Sí. Hicimos el primer análisis hace cinco años y ya alertábamos que podía ser un problema cuando esa generación llegara al mundo laboral y se encontrara con situaciones en las que las conversaciones en directo son una necesidad, no una opción. Y ese momento ha llegado. 

–¿Somos conscientes de este problema, como sociedad?

–Creo que no porque al final las personas con las que más interactuamos son nuestros iguales, con los que compartimos hábitos comunicativos. Desde esa perspectiva, no somos conscientes del hecho de que no dominar todos los registros comunicativos también en directo o en vivo es problemático. El problema surge cuando en el entorno laboral se te exige, y el hecho de que no tengas rodaje te pone nervioso y esos nervios hacen que aún lo hagas peor. 

–¿Cómo lo podemos resolver?

–Es muy difícil cambiar hábitos tan arraigados. Quizá desde el ámbito educativo se podrían hacer actividades que permitieran desarrollar más esa interacción en directo. Igual que se trabajan las presentaciones orales, fomentar ejercicios de debate y, desde el punto de visto de la educación en casa, y en la sociedad, tenemos que trabajar más en la idea de que no somos perfectos y de que no pasa nada, lo tenemos que asumir. Las personas somos maravillosas también con nuestros defectos y a veces gracias a ellos.

–Ahí han hecho mucho daño las redes, claro...

–Cuando empezamos a estudiar la 'generación muda', en seguida lo vinculamos con vivir en un escaparate o vivir en el mundo real. Al final, si estás acostumbrado a relacionarte vía Instagram, mostrando solo los 'highlights' de tu vida, cuando tienes que interactuar con alguien nunca estarás a la altura; por eso prefieres poderlo controlar. Si queremos mostrar solo esa apariencia idílica, que es también a la que estamos acostumbrados como consumidores, realmente nuestra vida se empobrece y tampoco es auténtica.

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