Por 100 euros
El apagón y el rearme europeo disparan el interés en cursos de supervivencia
Hacer fuego, potabilizar agua o crear refugios son algunas de las utilidades que enseñan
El perfil cambió: de senderistas, guardias civiles y bomberos a preocupados por la actualidad

Uno de los cursos de supervivencia organizados por Roberto Orosa. / Aventura Orosa
Los acontecimientos históricos recientes, que van desde la pandemia, a la guerra de Ucrania, el rearme europeo ante la amenaza rusa o algunas declaraciones disparatadas de Donald Trump calaron en la población de diferentes formas, pero siempre dejando en el aire cierta tensión. La UE ya había sugerido preparar un kit para sobrevivir 72 horas y el apagón que tuvimos en la Península Ibérica fue la gota que colmó el vaso. Además de comprar una radio, pilas y otros utensilios básicos, hubo quien fue más allá y quiso convertirse en su propio salvavidas.
En Galicia hay al menos dos empresas que se dedican a impartir cursos de supervivencia. Están ubicadas en Miño y A Coruña y, tras el apagón, confirman que se disparó el número de interesados en sus servicios.
Roberto Orosa es un militar retirado que durante 25 años sirvió en unidades de operaciones especiales, se dedicaba a enseñar a sus compañeros técnicas de supervivencia para el frente. Hace una década, ya retirado, decidió continuar haciendo lo suyo y montó una empresa en la que vende artilugios y enseña estrategias a interesados en la subsistencia. Hace un par de cursos al mes, tanto para particulares como para familias y en este momento tiene lleno casi hasta julio. Va gente de toda Galicia, Portugal, Cantabria y Asturias.
Si bien hasta hace una semana la mayoría de clientes eran senderistas o aficionados a la montaña, Orosa explica que ahora ya acude a sus instalaciones un abanico amplio de personas: "Llega gente que descubrió que este tipo de formación puede servir tanto para apagones como para emergencias del día a día", indica.
El militar cuenta que uno de los primeros puntos que enseña en sus cursos es la psicología de la supervivencia. "Sirve para saber gestionar una situación estresante en el trabajo, enfrentarnos a ella y saber qué procesos mentales intervienen . También para liderar un grupo", enumera.
En sus cursos pone a prueba a los aspirantes. Los lleva a un recinto al aire libre (privado y vallado) y les enseña cómo hacer fuego, a filtrar y potabilizar agua, construir refugios, leer una brújula y un mapa, hacer nudos y cocinar alimentos con poco, entre otras hazañas. El precio ronda los 100 euros.
La empresa Work Nature, ubicada en Miño, se dedica al turismo medioambiental y uno de sus puntos fuertes es la formación para la subsistencia en el medio natural. Hacen cursos de 72 horas, que es el tiempo que tardan los servicios de emergencias en activar una búsqueda. En ellos enseñan desde fabricación primitiva a primeros auxilios o búsquedas de personas. "Tenemos bastantes interesados, de todo tipo: aficionados al monte, personas preocupadas por todo lo que está pasando o personal profesional como agentes de Seprona o bomberos forestales", cuenta su gerente, Jesús Vergara.
Con el apagón también hubo un bum, aunque este empresario advierte que "hay que ser cauto e informarse bien. El preparacionismo es caro y no todos los salarios se pueden permitir ciertos elementos. Hay que tener cosas, si las puedes comprar, pero la clave está en volver a nuestros abuelos".
Discos desmaquillantes, cera y una manta: básicos para un kit
La Unión Europea incluyó en su kit elementos parecidos a los que la gente salió a comprar en marabunta tras el apagón: radios, pilas, linternas... Pero, ¿qué dicen los expertos? Concuerdan en la lógica de tener iluminación y estar informados, pero aseguran que no es suficiente. Orosa indica que hay que tener provisiones separadas, por un lado para casa, donde es importante la alimentación en conserva, iluminación, una cocinilla y una radio, y por otro tener una mochila de emergencia. Esta es fundamental en zonas rurales, sobre todo en época de incendios. En ella se debe incluir documentación, en fotocopia o en un pen drive, elementos para hacer fuego, otros que sirvan para crear un refugio y agua. El experto recuerda que cuando fue el volcán de La Palma hubo quien no pudo reclamar el seguro de sus casas porque no llevaba su documentación encima. Por otra parte, Vergara cree que lo más importante es el conocimiento per se. Saber cómo emplear elementos naturales a nuestro favor puede salvarnos la vida. Con todo, también recomienda una linterna de dinamo, anzuelo, sedal, mechero o ferrocerio, un kit de primeros auxilios con vendaje israelí (venda y es apósito), monodosis de suero, pastillas potabilizadoras de agua, cuerdas, una lona y, de lo más importante, una manta isotérmica. También menciona discos desmaquillantes, que impregnados en cera son un encededor que dura hasta diez minutos activo.
Demanda de búnkeres
Otro de los elementos apocalípticos que se pusieron de moda en los últimos tiempos fueron los búnkeres, casa subterráneas blindadas con hormigón dotadas de sistemas autónomos de energía, agua y aire. Algunas como Underground Buildings, ubicada en Lepe (Huelva), recibieron cerca de una decena de peticiones desde Galicia. Su homóloga en Zaragoza, Búnker World, también afirma haber recibido llamadas de gallegos que pidieron un presupuesto. Esta última, además de domicilios subterráneos, también tiene capacidad para crear habitaciones del pánico, para esconderse en caso de robo o emergencia, como en la película de David Fincher. "Después del apagón las llamadas son diarias, aunque ya llevábamos así una temporada", señala Francisco Márquez, dueño de la empresa onubense. El inicio de la guerra de Ucrania fue clave para que se disparase el interés por estos habitáculos. "Los clientes son personas asustadas, que quieren tener una reserva por lo que pueda pasar", añade. Según Márquez son un salvoconducto por si ocurre un ataque nuclear, un desastre meteorológico (como tornados) o por si un meteorito cae y origina una subida de las temperaturas.
Los precios de estas infraestructuras en España van desde los 50 mil euros en adelante, dependiendo de los metros cuadrados que ocupen. Los hay con más de una habitación, cocina y salón independientes y todas las comodidades imaginables. La mayoría tienen televisión y sistemas autónomos. El requisito para comprarlo es tener una finca o terreno para su instalación, aunque algunas empresas venden ambas cosas en combo. Debe poder excavarse hasta diez metros de profundidad, aunque también hay opciones a ras de suelo.
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