Crecida provocada

Las presas de Mequinenza, Riba-roja y Flix abren compuertas para trasladar sedimentos al delta del Ebro

La operación forma parte de la estrategia de la CHE para movilizar sedimentos hacia el tramo bajo del río

MULTIMEDIA | Crecidas controladas para salvar al delta del Ebro

Una crecida provocada en el río Ebro

EPC

Guillem Costa

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Tal y como prevé la estrategia de sedimentos de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), este miércoles se han vuelto a aprovechar las abundantes lluvias para provocar una crecida artificial en el río Ebro para movilizar sedimentos. Las maniobras han comenzado a primera hora de la mañana en la presa de Mequinenza: se han abierto las compuertas y un caudal de 1.200 m3 por segundo ha empezado a circular por el cauce del río. A partir de las 13.00, el empuje del agua se ha reducido a 1.100 m3 por segundo.

Sin embargo, el agua que sale con fuerza de Mequinenza no va directamente al tramo bajo del río y, por lo tanto, los sedimentos no llegan directamente al Delta, que tanto los necesita. Antes de alcanzar la desembocadura, hay dos embalses más por superar: Riba-roja y Flix. De esta forma, la maniobra de apertura de compuertas se ha repetido en estos dos pantanos, hasta finalizar a las 18.30 horas.

Es la segunda vez en pocos meses que la importante cantidad de reservas acumulada permite proseguir con el plan de avenidas artificiales controladas. Pero esta vez, como novedad respecto a anteriores pruebas piloto, se ha alcanzado un caudal máximo mayor y la cota del embalse de Flix se ha reducido dos metros respecto al nivel de embalse normal.

Una vez terminado el procedimiento, se realizarán batimetrías en el embalse de Flix con cuatro embarcaciones para analizar el impacto y monitorizar al detalle el tránsito de sedimentos. El objetivo es comprobar cómo avanzan los efectos de las movilización de sedimentos para saber si llegan a los canales del delta del Ebro.

La crecida controlada es una medida incluida dentro del régimen de caudales ecológicos establecido para la desembocadura del río Ebro en el Plan Hidrológico de la Cuenca del Ebro. Esta actuación no solo contribuye a la eliminación de macrófitos —plantas acuáticas que proliferan en el cauce y pueden alterar el equilibrio ecológico—, sino que también representa una valiosa oportunidad para profundizar en el conocimiento sobre los procesos de transporte y acumulación de sedimentos en el tramo final del río.

Proceso lento y complejjo

En este sentido, la gestión del caudal permite simular condiciones naturales que facilitan tanto la conservación del ecosistema fluvial como la investigación científica sobre la dinámica sedimentaria, un aspecto clave para comprender la evolución morfológica del delta y su resiliencia frente a la regresión y el hundimiento.

Cabe señalar que el plan de recuperación de tránsito de sedimentos liderado por la Confederación Hidrográfica del Ebro es a largo plazo. Fuentes de la CHE explican que se trata de un reto muy complicado y que ya se sabía desde el comienzo que sería algo lento. A día de hoy, sumando las pruebas piloto en las colas de los embalses y las crecidas controladas, apenas se ha logrado mover un 0,2% de los sedimentos acumulados en los embalses de Mequinenza, Riba-roja y Flix (este último en menor medida). La intención es pasar de las pruebas a las acciones potentes paso a paso.

En paralelo, el Ministerio para la Transición Ecológica está en conversaciones con la Generalitat para dar luz verde a la estrategia holandesa de protección de la franja costera del delta del Ebro. Este modelo consiste en crear grandes barreras dunares que actúen como un motor de arena que custodie a los humedales y los campos de arroz ante los temporales para frenar la regresión constante del Delta.